martes, 8 de julio de 2014

LAS DOS DESPUES DE MEDIANOCHE . Alessa Cevans.



LAS DOS DESPUÉS DE MEDIANOCHE


-Ayúdame....




Esas palabras fueron las que me despertaron aquella madrugada.

Como tantos otros días, me fui a dormir pronto, ya que al día siguiente tenía que volver a trabajar y la rutina veraniega, me dejaba para el arrastre.

Después de una buena ducha y de cenar, me acosté mirando el reloj. Las manecillas verdes fosforescentes marcaban las 12 y media de la noche y pensé con amargura que tenía unas 5 horas escasas para descansar y volver al jaleo.

No era un día especial... Era tan solo un día como los demás. Uno que no se diferenciaba de los que le predecían o seguían desde mayo a octubre, pero algo me hizo despertarme aquella madrugada.

Confusa, abrí los ojos intentando enfocar mi vista en el tenue resplandor de las manecillas del reloj y con hastío vi que solo eran las dos de la madrugada y me di la vuelta para seguir durmiendo.

Una corriente poco usual en el agosto mediterráneo, enfrió mi habitación y tire de la sabana para taparme, no pensando en nada, debido al cansancio pero de repente, una mano fría, me toco los pies.

Asustada, abrí los ojos, intentando apartar la sabana y cuando me di la vuelta, allí estaba él frente a mi cama.

Un grito mudo murió en mi garganta, a la vez me incorporaba y retrocedía hacia el cabezal, encogiéndome sobre misma y pegando las rodillas a mi pecho, mientras que con una mano, intentaba dar con la clavija de la luz.

- Ayúdame....

Su voz ronca hizo que todos los poros de mi cuerpo se erizaran y mientras las lágrimas resbalaban por mi rostro, el siguió hablando.


- Me están buscando... Mi moto ha resbalado en la curva de Es Cubells y he caído hacia abajo.


Su tono era monótono y triste y aunque paralizada por el terror, no pude evitar sentir en mi pecho toda la pena que su voz delataba.

El solo estaba allí, de pie, repitiéndome lo mismo una y otra vez, durante unos minutos que se hicieron una eternidad y cuando mi mano por fin dio con la clavija y la claridad de la luz ilumino mi habitación, él ya no estaba.


Con el corazón retumbando con tal violencia que podía oír la sangre golpeteando en mis oídos, me frote la cara, incapaz de levantarme.

- ha sido un sueño... Solo ha sido un sueño provocado por el cansancio...

Intentaba convencerme a mí misma mientras me acurrucaba de nuevo en la seguridad de mi cama y aunque esa noche, el sueño no volvió a mí, logre convencerme de que todo había sido una pesadilla.


Horas más tarde, cuando me iba para el trabajo, extrañada pensé que a que se debían las sirenas y los helicópteros que iban y venían y me bajé del autobús, buscando las llaves del restaurante.


Como cada mañana, hice girar la llave y desconecté la alarma y al mirar hacia la piscina, mi corazón se paró con un vuelco.


Él estaba allí, señalando hacia el este y con terror pude ver que no tenía pies.


-Ayúdame...


Susurro desapareciendo ante mis ojos.




-FIN-