viernes, 28 de agosto de 2015

En la piel del Lobo. Capítulo 4. By Calista.

CAPITULO 4



Viene de Capitulo 3

Al día siguiente…


Calista miraba las maletas y las dos cajas que estaban al lado de la puerta de entrada del departamento de Nádia. Fang llegaría en cualquier momento y ella todavía no sabía como harían para llevar eso en la moto. No tenía muchas cosas, pero era imposible que las llevara.

Tonta, se dijo, simplemente puedes destellar en el departamento cuando los de la mudanza hayan acabado, se dijo mientras se golpeaba la frente.

—¿Auto flagelándote por abandonarme Calista? —preguntó el ángel entrando en la sala.

La joven sacudió la cabeza mientras gemía tratando de explicarle una vez.

—Nád, ya te lo dije, no es que no quiera quedarme contigo, simplemente necesito mi espacio. Jamás podré agradecerte lo suficiente por haberme recibido y entrenarme. Eres familia ángel —le dijo mientras se acercaba y la abrazaba.

Nádia carraspeó incómoda, mientras trataba de desprenderse del abrazo, pero no sin antes darle unas palmaditas en la espalda.

—Sabes nena que siempre que necesites aquí tienes un lugar y una amiga, así que basta de despedidas, voy al gimnasio un rato —dijo desapareciendo justo en el momento que sonaba el timbre.

Abrió la puerta y las rodillas realmente le flaquearon ante lo que vio.

Un Fang sin barba y bigote, con el pelo atado en una coleta, la observaba mitad avergonzado y mitad expectante ante la reacción de ella. Una camiseta azul y unos jeans desgastados realzaban su estupendo físico, pero ella no podía apartar la vista del rostro, la mandíbula cuadrada ahora totalmente despejada le daba un toque mucho más atractivo. Sin darse cuenta extendió la mano para acariciarlo, a mitad de camino notó lo que estaba por hacer y se frenó avergonzada.

—Casi no te reconozco —le dijo con un hilo de voz, mientras bajaba la vista y se pasaba las manos por el enterito de jean en forma nerviosa.

Fang soltó una risita ronca y con un gesto galante se acercó.

—¿Así de bien me veo eh? —dijo con un dejo de coquetería, mientras le tomaba la mano y le daba un sonoro beso.

viernes, 21 de agosto de 2015

Las protectoras de la noche, capitulo 3.



Viene de aqui


Raysa bajaba completamente furiosa las escaleras.

Hacía unos minutos Fritz había ido a su habitación por segunda vez para decirle que bajara al estudio porque  al amo Wrath le urgía hablar con ella.

—No señor. Nada parecido a: “¿Puedes bajar por favor? ¿No es molestia que bajes? Necesito hablar contigo”. De eso nada. “Al amo le urge que baje a su oficina” —soltó por último imitando la voz nasal de Fritz.

No llevaban ni veinticuatro horas de convivencia y ya la había sacado de quicio completamente más de una vez y apenas estaba controlando sus poderes. ¡Maldición!

Ya frente a la puerta estuvo a punto de golpear, cuando sonrió pícara y la tensión desapareció junto con su cuerpo, que se desmaterializó y reapareció frente al escritorio de un sorprendido Wrath.

—Los modales son algo que todavía no logra despertarse, ¿verdad? —preguntó molesto Wrath.

—Perdón —dijo Raysa sin asomo de sentir realmente la disculpa—. Como necesitabas verme con tanta urgencia no quise hacerte esperar más —le soltó mientras se inclinaba sobre el escritorio.

—Quiero que hablemos respecto a los horarios de entrenamiento —dijo sentándose derecho—. Tengo muchas otras cosas de las cuales ocuparme —finalizó mientras llevaba a cabo una lucha interna para no cruzar el escritorio de un salto y tomarla allí mismo.

Raysa miró sorprendida al macho.
Podría jurar que sintió algo raro en él cuando le soltó la última frase.
Deben ser ideas tuyas, tonta, se dijo para sí misma.

—¿No son ustedes los que mandan y nosotras las que debemos obedecer, amo Wrath? —lo tentó irónica.

—Raysa, hay dos maneras de tratar el asunto, por las buenas o por la malas —dijo medio sonriendo—. Tú eliges —soltó desafiante, mirándola a los ojos, viendo como ella luchaba internamente por no sentirse pequeña ante su mirada penetrante a pesar de llevar lentes oscuros.

domingo, 16 de agosto de 2015

En la piel del Lobo. capítulo 3. By Calista.


CAPITULO 3



Viene de capitulo 2.

Calista suspiró mientras terminaba de vestirse apresurada con unos jeans ajustados y desgastados, una camiseta roja y borcegos.  Kyra llegaría en cualquier momento a buscarla para ir a ver departamentos en venta.

Luego de lo sucedido en el Santuario hace dos días, su hermana la había llamado por teléfono y luego de preguntarle como estaba, más el típico regaño de hermana mayor durante el cual apartó el teléfono del oído, su siempre sabia hermana, le había sugerido que buscara casa propia.Según ella, le ayudaría a ser más responsable y cuidadosa; no siempre habría un lobo que la rescatara y la llevar a casa le había dicho con un dejo de enojo.

Ciertamente según Nádia, Gise y su hermana, Fang había sido nuevamente el caballero de brillante armadura que se había dado cuenta de su estado y la había llevado a casa, dejándola sana y salva.

Claro, nadie le había explicado del horrible dolor de cabeza y las nauseas que había tenido por varias horas esa mañana.

Se paró frente al espejo del tocador y se recogió el pelo en una coleta mientras recordaba.

Fang la había llamado al día siguiente para ver como estaba. Había notado el esfuerzo del lobo para no reírse, había sentido su sincera preocupación, pero a pesar de todo no había podido evitar las esporádicas carcajadas cuando le contaba lo que sucedió la noche anterior.

Oh Dioses, pensó, todavía tenía que disculparse con Jericho , se dijo mientras se estiraba para alcanzar el celular que estaba sobre la cama.

Justo en ese momento Nádia abría la puerta de la habitación para verla desaparecer entre la cama y el tocador al caer del taburete.

Luego de una sonora carcajada y mientras ella se ponía de pie molesta, el ángel le dijo:

—Juro Calista que voy a extrañar tus torpezas —le dijo mientras sacudía la cabeza y le ayudaba—. Tu hermana llamó recién al teléfono del departamento para avisar que tuvo un pequeño inconveniente y que manda un reemplazo para la búsqueda de departamentos y que estés preparada a la misma hora, o sea dentro de unos minutos —finalizó mientras le guiñaba el ojo y la dejaba nuevamente sola en la habitación.

sábado, 1 de agosto de 2015

Las protectoras de la noche. Capitulo 2.



Viene de aqui

CAPÍTULO 2

La puerta del estudio se abrió de forma impetuosa, dando paso a las cuatro mujeres. Entraron en la habitación y se encontraron a un serio Wrath sentado tras un antiguo escritorio.

Con él se encontraba Phury, parado a su derecha, que se aclaró la garganta algo incómodo ante la entrada femenina. Le costaba digerir que tremendas hembras fueran guerreras. Aunque, mirándolas bien, se podía percibir el poder que emanaban de cada parte de sus cuerpos.
Los demás hermanos no habían querido participar de esta reunión. Todavía sentían rabia por la osadía de ellas, ya que no estaban acostumbrados a que las mujeres los insulten. A que nadie los insultara, de hecho.
Al verse analizada por los dos machos, Leliel juntó aire en sus pulmones, tanto como pudo, y luego habló:

—Con mis hermanas hemos llegado a la conclusión de que solamente necesitamos que nos pongan al día con la parte de tecnología y armas. El entrenamiento corre por cuenta nuestra. Me parece que es lo más correcto y así evitaríamos molestarlos en sus tareas.
—Creo recordar que la Virgen Escriba nos pidió que trabajemos juntos y eso vamos a hacer, “guerrera”—sentenció el vampiro de anteojos oscuros, imponiéndose ante las hembras—. No necesito decirles que no me agrada esta situación, pero si juntos podemos derrotar a los lessers, y si son tan buenas como dicen, no veo mayor inconveniente en lo que proponen, salvo por un pequeño detalle.
—¿Y cual es? —preguntó Kytara, totalmente enfurecida y empezando a perder la poca paciencia que le quedaba.
—Los entrenamientos los haremos por turnos, ni ustedes solas, ni nosotros solos.
—Se huele a kilómetros de distancia la incomodidad de ustedes —dijo Nessa que estaba recostada contra una pared—. Y por favor, no nos corras con eso de “si son tan buenas” porque nosotras sabemos muy bien lo que rendimos, no nos hace falta alardear.
—Solo queremos saber de qué son capaces, y a qué atenernos en lo que respecta a sus métodos de lucha, ya que no manejan armas de fuego —puntualizó irónicamente Wrath.
—Pero sabemos manejar otras cosas que ustedes en su vida podrán siquiera intentar —dijo Leliel, usando el mismo tono que él.
—¿Para qué necesitamos armas cuando tenemos nuestros cuerpos? —dijo Kytara, mirando a los hermanos
—Porque los tiempos son otros, guerrera, y tendrán que aprender les guste o no —comentó Phury, un tanto molesto por la terquedad de las hembras.

Cuando Wrath lo convenció de participar en la reunión, no pensó que ellas se mantendrían en sus posturas caprichosas. Se había olvidado de que eran guerreras y que por sus venas corría la sangre más pura que había en la raza, a excepción de la de Wrath.
Un leve movimiento de una de ellas llamó su atención. En un momento, una de las guerreras rubias, la más alta, tenía una daga en la mano; y al siguiente, la había arrojado hacia una de sus compañeras.
La daga silbó en el aire deteniéndose a milímetros del rostro de Kytara, quién había detenido la trayectoria del arma y miraba enfadada a su compañera.

—Sabemos utilizar algunas armas —le dijo irónicamente Raysa y con un movimiento de la mano de Kytara, la daga volvió a su mano y la guardó en su abrigo nuevamente.
Phury y Wrath quedaron brevemente sin palabras, no la habían visto venir y eso hirió de cierta manera su orgullo.
—Bueno, señores guerreros, ¿ahora cómo sigue esto? —Preguntó la morena que estaba recostada contra la pared—. Tenemos un trabajo que cumplir y nos están retrasando —Nessa habló con tono de molestia y aburrimiento.
Wrath se aclaró la garganta, luego de meditar durante algunos segundos como iban a ser las cosas.

Dejó caer la bomba.

—Del entrenamiento con las armas se hará cargo el hermano Phury aquí presente, y el instructor de tecnología será el hermano Vishous.
—Y el entrenamiento cuerpo a cuerpo será personal, uno de nosotros con una de ustedes. Ese será su instructor personal, se hará cargo de una exclusivamente —agregó Phury, quién de no ser porque las miradas no matan literalmente, habría sido fusilado en esa habitación en segundos.
—Ahora, debido a los roces que hay, hemos decidido que lo mejor será que la suerte lo decida, ya que ese instructor será responsable no solo de entrenarlas sino también de su conducta cuando nos encontremos fuera, en el campo de batalla —dijo Wrath, serio.
—Oh, fantástico —dijo Raysa con tono irónico—, chicas, tenemos niñeras.
Wrath resopló molesto y Phury se aclaró la garganta luego de que se le escapara una suave risita.
Una de las rubias se puso nerviosa y un calor comenzó a sentirse en el cuarto, era como si la chimenea cobrara vida, pero sin sus llamas.

Leliel negó con la cabeza.

—No me gusta la idea, no puedo estar en contacto con otra persona. Lo siento —dijo un tanto avergonzada escondiendo sus manos cubiertas, mientras llegaban a su mente los recuerdos de las quemaduras que le había provocado a todos los entrenadores que la Virgen Escriba le había asignado.
Luego del tercer entrenador, nadie más había querido ayudarla, todos tenían miedo de ser lastimados, o lo que era peor, de morir a causa de sus combustiones.

—Pues creo que podemos darle solución a ese problema, Leliel —dijo serio Phury, mientras buscaba la aprobación de Wrath, el cual le respondió con un leve movimiento de la cabeza—. Creo que Rhage es el instructor adecuado para ti. Él será responsable de todo lo que se relacione contigo.
—Ya dije que no. Y tengo mis razones —ella miró a sus hermanas en busca de apoyo—. Además, no creo conveniente que peleen cerca de mí, no los conozco y no me caen ni un poco bien, pero es lo mejor para ustedes si quieren seguir con vida.
Nessa se acercó a ella, pero se contuvo de tocarla. Eso le daría un aspecto débil a su hermana y sabía que luego Leliel se lo reprocharía. Sin mencionar que de acuerdo a la molestia o enojo del momento podría freírla ahí mismo.

—Creo que seria una buena opción de su parte hacerle caso en este detalle.
—No es para contrariarlas más, pero Rhage también es… digamos… especial. Por eso pensamos que es el mejor para ti, Leliel, y es un tema que no seguirá en discusión —dijo Wrath con voz firme—. Pues ahora deberíamos pensar en como elegir a los demás entrenadores.
—¿Por sorteo o tienes una mejor idea? –preguntó divertido Phury.
Era la primera vez en toda la noche que las jóvenes veían una sonrisa en los rostros duros de aquellos guerreros.
—¡Genial! —comentó Kytara—. ¿Ni siquiera en esto podemos dar nuestra opinión?
Phury la miró con una ceja arqueada.
—Bueno, ya que quieres opinar, te escuchamos. ¿Cómo crees que es mejor? —Hizo una pausa esperando una respuesta pero luego se arrepintió—Oh, espera, ya tengo una leve idea de quien puede entrenarte —dijo esto con una amplia sonrisa en el rostro—. Wrath, creo que nuestro Poli es el ganador indiscutido de esta pelea.

—Creo que tienes razón, Phury —dijo Wrath mirando a la guerrera que alzaba una de sus cejas en clara muestra de descontento—. Ahora ¿hay algo de lo que nos tengas que informar?
—Haber… no lo creo —dijo pensativa Kytara.
De repente al aire en la habitación se sintió pesado, las agujas del reloj de pie cada vez se movían más lentas, y por la ventana se podía apreciar que el viento se detenía. Mientras que los ojos de la guerrera cambiaban de color, iban del azul a un violeta tormentoso.
—Cualquiera me da lo mismo, todos los traseros son iguales cuando uno los va a patear —Kytara terminó esa frase y sus ojos volvieron a ser azules.
—Sigo manteniendo que este tema de instructores no sirve para nada, nosotras ya sabemos luchar y lo hacemos probablemente mejor que ustedes. Sólo necesitamos conocer las armas que son nuevas para nosotras —dijo con furia contenida Nessa, que ya estaba más que cansada de todo esto.
¿Quiénes se creían que eran para tratarlas como unas principiantes?
—Pues creo que tú serás bien difícil de tratar —murmuró Wrath volviendo la cabeza cuando vio que su hermano se había movido.
Phury se acercó a ella lentamente, midiéndola con la mirada. Esa guerrera era difícil y que mejor que un difícil para otro más difícil.
—No creo que ningún otro pueda hacerlo mejor… Guerrera, te has ganado a Zsadist —finalizó frente a Nessa un calmado Phury—Y que la Virgen Escriba tenga compasión de todos.
—¿Perdón? ¿Es que acaso se estaban rifando machos y no me enteré? —preguntó con sarcasmo.
—Así parece, hermana —comentó Leliel que estaba sentada en el suelo, cansada del pesado día que les estaba tocando y pensando en lo complicado que se pondría todo cuando comenzaran a entrenar.

El ambiente se puso pesado, un florero que estaba en la esquina de la habitación estallo y el agua instantáneamente se convirtió en miles de astillas congeladas que se dispararon por toda la habitación.

—Nessa, acepta de una vez, no ganamos nada, salvo desperdiciar nuestros dones en una causa totalmente inútil —le murmuró Kytara tratando de calmar un poco a su hermana, la cual hizo caso con un leve movimiento de cabeza.
—Definitivamente no quiero oír lo que viene a continuación —dijo una despreocupada Raysa quién, para asombro de los machos, su cuerpo comenzó a desmaterializarse y formar una nube de tierra muy fina.

Las tres mujeres suspiraron resignadas cuando la vieron comenzar a desaparecer, sus pies ya no existían.

—No desaparezcas de nuevo —dijo dándole un codazo Kytara a Raysa—. Todas pasamos por esto, cuanto antes termine, mejor para todas.
Raysa solo suspiró cansada.
—Pues de todos ustedes muchachos y rudos guerreros —dijo irónica—, ¿el mundo de quien voy a sacudir? —finalizó mientras todos sentían el leve temblor del suelo y sus ojos se iba oscureciendo a medida que aumentaba su poder.
—El mío, guerrera —contestó antes de poder contener sus palabras un sorprendido Wrath.

Eso si que no se lo había visto venir, él pensaba que la que decía llamarse Raysa era la más calmada, por ese motivo la había elegido, pero por lo visto no era así. Ahora no podía negar que tenía ganas de descubrir hasta donde llegaría y de lo que era capaz.
Todavía, en el fondo de su ser, se resistía a estas guerreras. Mejor dicho, a toda hembra.

—¿Y a qué se debe semejante honor? Me asombra esta decisión —puntualizó Raysa un tanto sorprendida, ya que no esperaba que ni siquiera se acercara a alguna de ellas.
Él se envolvió nuevamente en esa coraza fría y distante que era su mejor escudo.
—En que prefiero tenerte vigilada, no quiero que luego termines por provocar un desastre natural —dijo levantándose—. Entonces, puestas las cosas en claro, las libero. Luego de la Primera Comida comienza el entrenamiento. ¿Algún otro asunto más por tratar?
Las mujeres se miraron, pero decidieron callar, todavía no era tiempo de revelar los secretos que cada una de ellas portaba y no estaba claro aún si debían tratarlos como aliados o enemigos.
—Creo que ya ordenaron, perdón, dijeron todo lo que tenían que decir —dijo Nessa, que seguía molesta.
Se dieron vuelta y fueron saliendo de la habitación, pero Wrath alcanzo a oír antes que cerraran la puerta:
—No has visto nada aún, guerrero —murmuró suavemente Raysa.


Phury silbó por lo bajo cuando la puerta se cerró.

—Interesantes especímenes, ¿no? —Preguntó mientras prendía uno de sus cigarros.

Luego de momentos como estos los necesitaba desesperadamente.
Wrath se recostó pensativo en la silla.

—Van a traernos problemas, mi hermano, no hace falta ser muy inteligente para darse cuenta de eso —dijo, y de repente antes de que pudiera evitarlo soltó la pregunta—. ¿Cómo es? —habló antes de darse cuenta lo que estaba diciendo.
Phury medio sonrió antes de devolver la respuesta.
—¿Como es quién Wrath? ¿Quieres que te cuente como son todas o solamente ella? —preguntó sabiendo que se arriesgaba terriblemente a ser pateado y muy fuerte.
Wrath negó con la cabeza, tratando de deshacer su error.
—Olvídalo, habría que llamar al resto para comunicarles las instrucciones —dijo intentando cambiar de tema.
—Está bien, ya les informo, pero déjame decirte algo antes, mi señor —le dijo Phury—. Son dos hembras morenas —le soltó—, dos de ellas tienen cabellos claros, pero Leliel parece que de acuerdo con el humor algunas mechas prende a rojo fuego. Una de ellas tiene la piel dorada, el resto son todas de piel blanca, hermosas mujeres. Nessa es la más baja, mide alrededor de uno sesenta, Kytara debe medir un metro setenta y Leliel ronda el metro ochenta y cinco. Sus cuerpos son delgados, pero sus ropas no logran ocultar su fuerza. Si pudieras ver sus ojos y las expresiones de sus caras combinadas… Son un poema para todo guerrero.
—Te dije que lo olvides —habló con tono alto, mostrando su molestia.

Mientras, en su mente intentaba imaginarla. Es una estupidez, se dijo mentalmente.

Phury soltó unos últimos datos con una sonrisa.

—Sabes, Wrath, ella es alta, casi tanto como tú. Y cuando se enfada sus ojos cambian de color.
En el preciso momento en que Wrath iba a regañar nuevamente a Phury, Vishous entró acompañado de Rhage y Butch.

Tendrían que esperar a Zsadist para soltar la noticia, que no iba a ser del agrado de los guerreros.

—¿De quién hablan? —preguntó Butch, observando a los dos hermanos con curiosidad al notar que callaron cuando ellos entraron.
—Tenemos algunas noticias —dijo Phury ignorando la pregunta del Poli—, pero tenemos que esperar a que llegue Zsadist.
Rhage se recostó sobre la pared y sacó una piruleta.
—Entonces podemos hablar. ¿Qué opinan de todo esto? —Miró a los hermanos y por las expresiones de sus rostros, todos pensaban igual.
—Pues todavía no me permití pensar realmente en lo que va a suponer tener a cuatro hembras dando vueltas por aquí, suficiente tenía con los muchachos de la escuela en el complejo durante sus clases —soltó Vishous, muy molesto con toda esta situación.
Wrath y Phury se miraron. Cuando supiera la noticia completa se largaría inmediatamente y no lo volverían a ver por unos cuantos siglos.
—Yo creo que es un dolor de huevos —dijo Butch caminando hacia el pequeño bar—. Y hablo tanto metafórica como literalmente —dijo mientras se servía un whisky.

Rhage soltó una sonora carcajada

—A mí no me molesta realmente, quiero ponerles las manos encima, en especial a la rubia alta. ¿Cómo se llamaba? —preguntó mirando a los hermanos.

Algo en la cabeza de Wrath se encendió. Mía, dijo instintivamente, poniéndose tenso y posesivo. Se sorprendió al encontrarse así, como si fuera un macho emparejado, tanto que Phury, viendo la reacción de su señor, tuvo que colocar la mano sobre su hombro y apretar fuerte para que no se lanzara contra su hermano.

Basta, se reprendió mentalmente. Esto se está saliendo de control, se recriminó con furia.
Entonces hizo su entrada silenciosa Zsadist y se marchó a su rincón preferido.
Phury los miró a todos y dijo:

—Viendo que estamos todos, nuestro señor les va a comunicar lo que se decidió y lo que las hembras opinaron. Son todo tuyos —dijo, agradecido de pasarle el mando de la situación.
Wrath giró hacia su hermano. Realmente se había librado de la situación y le dejaba la tarea más difícil a él.

—Bueno —suspiró, por algo lideraba la Hermandad, o mejor dicho, lo obligaban a liderarla—. Hermanos, como se podrán imaginar las cosas no fueron para nada fáciles y las hembras fueron huesos duros de roer —con tan solo recordarlo sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—Al grano, Wrath —dijo Zsadist impaciente, desde donde se encontraba en la oscuridad.
Wrath lo miró molesto
—Zsadist tu tendrás tu tarea especial, y este aviso es para todos los que hayan sido elegidos.
—¿Hablas de haber sido elegidos por ellas? —Preguntó ilusionado Butch, tomando otro trago de whisky.
—Nadie te quiere más que yo, Poli —dijo Vishous divertido, palmeándole la espalda.
—Muérdeme, vampiro —respondió el Poli, gruñendo.
—Por favor, hermanos, escuchemos a Wrath, esto no es broma —les dijo serio Phury.
—Como decía, Z eres el entrenador de una de las hembras y tu deber será entrenarla en la lucha y…
—No —dijo Z, interrumpiéndolo de manera brusca—. Me importa una mierda tu linaje y quién cuernos seas, mi respuesta a eso es no.
—Lo mismo dijo ella —le contestó un muy molesto Wrath.
—Porque es una hembra inteligente —dijo Zsadist.
—Lo digo por una única vez, esto no está en discusión, cada hermano que tenga a una de las hembras a su cuidado deberá aceptarlo.
Zsadist lo miró enfadado
—Cómo si tú hubieras aceptado a una —soltó entre dientes.
—Y lo hice, Z —dijo con pesadez—. Desde este momento estas a cargo de Nessa, por ella responderás y te lo advierto, no quiero problemas.

Wrath miró a lo que creía era Z, y comprendió el enojo del hermano.
Él era el que más problemas tenía para relacionarse con los demás, y ahora estar a cargo de una hembra, que además era una guerrera, era demasiado. Solo rogaba a la Virgen Escriba que esto terminara bien.

Se frotó los ojos por debajo de los lentes oscuros y cuando quiso volver a hablar con Z, se dio cuenta que ya se había marchado, algo que era propio de él.

—¿Cómo fue la elección? —preguntó Butch ansioso, terminando su bebida.
—Yo propuse un sorteo y uno de los primeros favorecidos fuiste tú —dijo Phury.
—Bueno, no voy a discutir sobre eso. ¿A qué hembra "cuidaré"? —preguntó Butch.
—Es una de las morenas, se llama Kytara.

El rostro de Butch se volvió púrpura. La recordaba, era la que lo había llamado híbrido, y ahora estaba en sus manos. Todavía la podía ver como si estuviera en ese preciso momento frente a él, esa melena larga negra ondulada, que enmarcaba un rostro ovalado con unos enormes ojos azules, que tranquilamente harían que otro macho se perdieran en ellos. Labios gruesos que prometían horas de placer y ese cuerpo hecho para el pecado. En ese momento se juró que seria suya.
No podía ser más perfecto, le haría tragar toda esa soberbia y orgullo que tenía. Sobornaría a Fritz para que le dijera cual era su habitación y luego haría un buen uso del lanza—patatas. Vishous ya se estaba aburriendo de bombardear la habitación de Phury.

—Está bien, no tengo problemas, ¿ella ya lo sabe?
Phury miró a Wrath como tratando de ver de qué manera le iba a comunicar lo que la hembra había dicho.
—Sí y está conforme —dicho esto giró la vista hacia Vishous.
—Bueno. El poli y Z ocupados, yo no cuento ahí así que… —dijo Vishous con un tono jocoso que fue interrumpido por Wrath.
—Te equivocas en eso, hermano, tú te harás cargo de las clases de tecnología de las hembras —dijo a modo de regaño.
Vishous se sintió sumamente contrariado y molesto por la decisión del rey
—¿Tengo que hacerme cargo de las cuatro a la vez? ¿¡Estás loco!? —preguntó enfadado.
—Mide tus reacciones, V. Recuerdas con quién estas hablando, mi hermano —dijo Wrath contenidamente, pero con un deje oscuro en la voz.

Vishous asintió, sabía que con Wrath no se podía discutir cuando se encontraba de ese humor, tan cerca de estallar.
Para sentirse mejor, fulminó a Phury con la mirada, mientras pensaba en volver a destruir su ventana esa misma noche.

Rhage miró a Wrath con sospecha.

—Bien, acabas de nombrar a dos guerreras. ¿Quién se encarga de las que quedan? —preguntó un poco ansioso—. Porque me encantaría ser su entrenador.
—Entrenarás a la hembra rubia, Rhage, a la que llaman Leliel. Ella es algo especial, ya te darás cuenta porqué. No hay otro hermano mejor que tú para hacerte cargo de su entrenamiento —dijo con tono neutro Wrath.
Rhage enseguida recordó el rostro de la joven. Tenía facciones suaves y hermosas pero a su vez era dura y de apariencia fría. También recordó su cuerpo y tuvo una visión de sus largas piernas alrededor de sus caderas. Demonios, tenía que alejar esos pensamientos de su mente, él más que nadie sabía que estaba maldito. Tarea difícil le estaban encomendando, pero algo debía haber detrás de todo, tanto misterio sólo hacia que ansiara descubrir más de la guerrera.
—¿Y la otra guerrera? —preguntó con curiosidad Rhage.
Wrath gruñó por lo bajo. Sabía que debía controlarse, así que respiró profundo para luego hablar con la mayor de las calmas.
—Lo mejor será que sea entrenada por Wrath —culminó Phury—. Puede provocar un desastre natural en un abrir y cerrar de ojos y no podemos arriesgarnos a que se descontrole y terminemos todos expuestos —dijo sintiéndose mal por ser tan sincero.
Rhage miró a Wrath y Phury.
—Puede que tengan razón en eso, pero yo no preguntaba… —echó una mirada desconfiada al macho de lentes oscuros.
—No es necesario que desconfíes —dijo Wrath golpeando la mesa enojado—. Es puro interés por la Hermandad —pero su enojo no era por la desconfianza de su hermano, estaba molesto porque alguien tuviera interés por ella.

Mía. Otra vez esa palabra lo sorprendió.
Rhage se sorprendió por la reacción.

—Está bien, no iba a discutir para nada la elección de alumnas, estoy ansiando empezar el entrenamiento, ya que me asignaron a la guerrera que más me gusta —dijo sonriendo.
—No te hagas ilusiones, mi hermano, tú tienes una gran tarea por delante con esa guerrera —aclaró Phury.
—¡Ja! Pues mejor para mí. ¡Menuda guerrera me ha tocado entrenar! La hubiera elegido a ella si hubiera tenido la oportunidad —dijo risueño mientras recreaba en su mente la imagen de Leliel.
—Hermanos, ya saben cuales son sus deberes desde este momento —dijo Phury intentado alivianar el ambiente—. Cada uno hablará con la hembra que sea de su responsabilidad y verán los horarios de entrenamientos. Vishous, encárgate de poner un horario para tus clases, y yo lo haré para las mías, que serán las de instrucción de armas.
—¿Alguien tiene alguna duda? —preguntó Wrath, más por compromiso que por interés.
Los hermanos se miraron unos a otros y hubo un coro de “No” en la habitación.
—Entonces nos veremos luego —soltó Wrath, cansado.
Todos salieron de la habitación, con más dudas que certezas, con más preguntas de lo normal y con algo mucho más preocupante: Con miedo a lo que el destino le tuviera preparado a cada uno de ellos.
Dentro del estudio el macho de lentes oscuros se recostó en la silla, pensativo. Todavía no le cabía en la cabeza como en tan solo unas horas todo su mundo había cambiado
A lo lejos se escuchó un trueno, un aviso de la tormenta que se avecinaba. Solo esperaba que la tormenta que comenzaba a vivir la Hermandad alguna vez tuviera fin. Algo que hoy realmente dudaba.