viernes, 28 de agosto de 2015

En la piel del Lobo. Capítulo 4. By Calista.

CAPITULO 4



Viene de Capitulo 3

Al día siguiente…


Calista miraba las maletas y las dos cajas que estaban al lado de la puerta de entrada del departamento de Nádia. Fang llegaría en cualquier momento y ella todavía no sabía como harían para llevar eso en la moto. No tenía muchas cosas, pero era imposible que las llevara.

Tonta, se dijo, simplemente puedes destellar en el departamento cuando los de la mudanza hayan acabado, se dijo mientras se golpeaba la frente.

—¿Auto flagelándote por abandonarme Calista? —preguntó el ángel entrando en la sala.

La joven sacudió la cabeza mientras gemía tratando de explicarle una vez.

—Nád, ya te lo dije, no es que no quiera quedarme contigo, simplemente necesito mi espacio. Jamás podré agradecerte lo suficiente por haberme recibido y entrenarme. Eres familia ángel —le dijo mientras se acercaba y la abrazaba.

Nádia carraspeó incómoda, mientras trataba de desprenderse del abrazo, pero no sin antes darle unas palmaditas en la espalda.

—Sabes nena que siempre que necesites aquí tienes un lugar y una amiga, así que basta de despedidas, voy al gimnasio un rato —dijo desapareciendo justo en el momento que sonaba el timbre.

Abrió la puerta y las rodillas realmente le flaquearon ante lo que vio.

Un Fang sin barba y bigote, con el pelo atado en una coleta, la observaba mitad avergonzado y mitad expectante ante la reacción de ella. Una camiseta azul y unos jeans desgastados realzaban su estupendo físico, pero ella no podía apartar la vista del rostro, la mandíbula cuadrada ahora totalmente despejada le daba un toque mucho más atractivo. Sin darse cuenta extendió la mano para acariciarlo, a mitad de camino notó lo que estaba por hacer y se frenó avergonzada.

—Casi no te reconozco —le dijo con un hilo de voz, mientras bajaba la vista y se pasaba las manos por el enterito de jean en forma nerviosa.

Fang soltó una risita ronca y con un gesto galante se acercó.

—¿Así de bien me veo eh? —dijo con un dejo de coquetería, mientras le tomaba la mano y le daba un sonoro beso.

—¡Detente lobo! Tampoco te creas tan irresistible. Sí, te ves atractivo sin tanto pelo y por fin se te puede ver el rostro, pero no exageres —le dijo Calista enfurruñada.

El were soltó una carcajada y luego dio un largo suspiro lastimero.

—Qué debe hacer un hombre en este tiempo para lograr un cumplido de una mujer —finalizó llevándose una mano al corazón.

—Llevarme a mi nuevo departamento y aprender a cerrar la boca cuando debes —le dijo arruinando la seriedad de las palabras al tropezarse con las tiras de la mochila.

—¿Realmente eres un peligro para ti misma verdad? —Dijo mientras la sujetaba del brazo—. Anda Pecas, vamos a ver como está la mudanza. Los muebles ya deberían haber llegado. ¿Eso no llevas? —preguntó señalando las valijas.

—Esas las destellaré cuando no haya nadie-

Las valijas desaparecieron de pronto

Lo miró enfadada.

—¡Fang! ¿Que pasa si aparecen delante de alguien?

—No lo harán —le dijo con seguridad— las destellé al baño de huéspedes —finalizó con picardía.

Entre bromas y retos salieron, Calista sonrió al ver la moto esperándolos en la calle.

El viaje fue rápido y cuando llegaron el camión de mudanzas se estaba marchando.

Entraron al departamento y ambos contuvieron la respiración, el lugar estaba lleno, pero los muebles estaban sin orden dispersos por todos lados.

Fang suspiró mientras recorría el lugar con la mirada.

—Bueno Pecas, manos a la obra, si quieres tener este lugar mas o menos habitable para la noche, es mejor que pongamos las manos a… —calló al ver que Calista desaparecía detrás de uno de los sillones— ¡Diablos! ¿Calista estás bien? —preguntó mientras se acercaba al lugar rápidamente para encontrarla despatarrada en el piso riendo como una chiquilla. Sacudió la cabeza mientras la ayudaba a pararse, levantándola como si no pesara nada, pegándola a su cuerpo—. Ya debería estar acostumbrado a tus accidentes —dijo ronco mientras bajaba la mirada hacia la boca femenina.

Calista dejó abruptamente de reír al sentir como cada parte de su cuerpo se pegaba al del lobo, su cuerpo respondió con deseo y justamente en el momento que iba a enlazar las manos alrededor de su cuello la imagen de Julian le vino a la mente haciendo que su cuerpo se tensase.

Fang percibió el cambio y se maldijo mentalmente, sus hormonas lo estaban dominando, si seguía comportándose de esa manera perdería a la única mujer que estaba a su lado sin pedirle nada mas que su amistad, la que lo conocía como nadie. Un arrebato de lujuria no valía la pena perder algo tan valioso por eso.

—Será una buena idea que yo acomode las cosas mas pesadas aquí y tú acomodas las cosas en las habitaciones ¿Si? Y por los dioses Pecas, trata de no sufrir ningún accidente mientras estás con ello y si lo haces trata de gritar así voy a ayudarte —le dijo mientras le daba un golpecito en la nariz y se ponía a mover los pesados sillones.

Calista le sacó la lengua y se marchó hacia las habitaciones, una a una las fue recorriendo y acomodando los muebles, mientras de fondo le llegaba el ruido de los muebles moviéndose en la sala.

Al medio día almorzaron unos emparedados y se pusieron nuevamente a trabajar. Fang estaba ubicando los muebles en la habitación de huéspedes y tapándolos así podrían pintarlo al día siguiente, su amiga quería todos los cuartos de diferente color, suspiró cansado mientras se sacaba la camiseta.

La joven se encontraba en la que sería su habitación acomodando la ropa, guardó lo último que quedaba y con un suspiro de alivio recorrió la habitación mientras un sentimiento de pertenencia y orgullo la recorría.

Mi hogar, pensó mientras acariciaba la cama con suavidad deleitándose con la suavidad de la tela del cubre camas.

Se sentó un momento en la confortable cama y los recuerdos de la mañana volvieron a ella. Podría jurar que su amigo quiso besarla… Y ella… Ella también, gimió reconociendo para sus adentros pero sería el error más grande que podía cometer. Ni siquiera Julian la conoció de la manera que lo hacía Fang, y ella lo adoraba por eso, pero se había hecho una promesa, ambos se la habían hecho: “Nunca mas amar” recordó. Y ninguno debía romperla.

¿Aunque te mueras de ganas? Le dijo la vocecita irritante.

¡Oh! cállate tonta que nada bueno me has traído hasta ahora la retó molesta mientras se incorporaba e iba en busca del lobo y su mandíbula se deslizó hasta el suelo por segunda vez en el día cuando lo vio desnudo de la cintura para arriba, los músculos se movían con gracia mientras terminaba de empujar la cama en el lugar que habían acordado.

Carraspeó nerviosa y con un hilo de voz le dijo:

—Cuando termines con eso podemos ir a tomar un café si quieres —le dijo mientras se acercaba y le tendía la camiseta.

Fang la miró con curiosidad, mientras tomaba la camiseta y se la ponía.

—Cal, te estás olvidando que el refrigerador está vacío —le dijo—. Así que ¿compra de víveres primero y luego café? —terminó con un guiño pícaro.

Calista sonrió, éste era su amigo pensó para sus adentros, le tendió la mano mientras pasaban por la sala y cogía la mochila.

—Sólo si me dejas conducir cuando vayamos al Café —le respondió con una carcajada.

El were sonrió pícaro y luego miró su mochila.

—Siempre y cuando me confieses qué tienen los atlantes con la mochila —le dijo mientras sacudía las llaves frente a ella, quién rápidamente se las quitaba y las guardaba en el bolsillo del mameluco.

Por suerte en la cuadra siguiente estaba el supermercado, así que fueron caminando, Fang como siempre volvió cargando la mayoría de las bolsas, tratando de descubrir en qué momento había pasado de amigo a lobo de carga.

Dejaron los paquetes y se montaron en la moto mientras se encaminaban al Café Du Monde.

Estuvieron un buen rato bromeando mientras bebían el rico café con achicoria y devoraban con deleite los beignets.

Fang miraba divertido a Calista, parecía una niña pequeña con los labios llenos de azúcar.

Apoyó el codo en la mesa mientras la miraba y con la mano libre le limpiaba el azúcar de los labios.

—¿Qué te parece si te llevo a ver a tu desaparecida hermana? —le preguntó con voz ronca.

Calista sintió como cosquilleaba el lugar por donde había pasado la mano masculina. Con el rubor coloreando las mejillas le respondió:

—Sabes que siempre tengo ganas de ver a mi hermana. Pero le prometí a Vicky que iba a ir a verla y también quiero ver a mis sobrinos así que… ¿Qué te parece si llevamos mucho café con achicoria y aún más beignets, tomamos la moto y vamos a lo de Talon y Vicky? —preguntó mientras tomaba su mochila.

Escuchó como se carcajeaba.

—¿Qué te parece si dejamos la moto y destellamos allá? Está anocheciendo y nos vamos a manejar más rápido de esa forma —le dijo mirándola, la verdad era que no iba a aguantar mas tiempo de tortura en la moto, su cuerpo pegado, las manos sobre él.

—Está bien, siempre y cuando sea un pedido bastante grande —le dijo sonriendo.

Aguardaron el pedido unos minutos mas, se acercaron a un callejón y destellaron frente a la casa del celta y el hada.

La escena que encontraron fue de lo más enternecedora, el enorme celta tirado en el suelo, jugando con Uriel y Máximo, mientras Vicky los miraba desde una mecedora y distraídamente se acariciaba el vientre mientras reía al ver a sus muchachos.

Se acercaron casi temiendo estropear la escena familiar, pero Talon y Vicky enseguida captaron sus presencias.

Sonriendo y arrastrando a Fang de la mano se acercó y saludó a sus amigos con besos y abrazos, le entregó a Talon los paquetes con su manjar preferido. Luego de besar a los niños y abrazarlos se acercó a Vicky nuevamente, mientras observaba divertida como el lobo trataba de apañarse con los gemelos que tiraban de sus pantalones y reclamaban su atención.

—¿Has sabido algo de Kyra? —le preguntó a su amiga, sabía que Kyra era como una hija para Vicky.

Vicky se puso un poco mas seria y le contestó:

—Sabes cómo es tu hermana… Y más aún ahora que está ayudando con lo de la manada, sabes que ante el primer tiempo libre que tenga lo primero que va a hacer es ir a verte —le dijo mientras se levantaba—. Ahora como buena tía, vas a tomar a cualquiera de tus sobrinos, y darles el cambio de pañal que necesitan —finalizó mientras señalaba a los niños.

Calista soltó una carcajada mientras alzaba a Máximo y Vicky a Uriel y juntas entraban a la casa, dejando a los hombres que conversaran.

Una vez cambiado los pañales, estaba acunando a los niños mientras le contaba a su amiga del nuevo departamento. Uriel se había quedado profundamente dormido y Vicky le hizo señas que salía un segundo mientras ella terminaba de dormir a Máximo. Cuando el sueño le ganó la batalla al pequeñín sonrió. Los hijos de Vi le provocaban tanta ternura, eran hermosos. Besó la cabecita y lo colocó en la cuna. Al girar se encontró con Fang observándola con una rara expresión en los ojos.

Le sonrió, pero su gesto no fue correspondido, extrañada se acercó. El dolor y la añoranza que estaba sintiendo su amigo la golpeó tan hondo que jadeó al sentirlo.

Angustiada levantó la mirada y sin decir palabra lo abrazó.

Fang no sabía que diablos le había pasado pero cuando vio a la joven diosa con el pequeño, su alma se había llenado de una añoranza tan grande que el corazón le dolió. Calista sería una madre excelente pensó, dulce, cariñosa, verla ahí había disparado miles de pensamientos, todos prohibidos para mí, Nunca más Amor pensó.

Incómodo se apartó.

—Es hora de partir Cal, es tarde y mañana aún tenemos cosas que hacer en el departamento.

Calista asintió sabiendo lo que lo molestaba sentirse expuesto.

Se despidieron de sus amigos y destellaron en el callejón.

En silencio emprendieron el viaje de vuelta con Fang manejando.

En pocos minutos estuvieron frente a su departamento, se bajó de la moto y le devolvió el casco a un callado Fang.

—Fang si quieres…

Fue interrumpida por una amarga carcajada.

—Pecas, no demos más vuelta en un asunto que no tiene solución, además fue un muy buen día, pero agotador, y no trabajo gratis —le dijo mientras algo de su humor volvía y le guiñaba un ojo.

—Kattalakis, te conviene que mañana te aparezcas a primera hora de la mañana que aún queda pintar el cuarto de huéspedes y no queremos que me pase algo malo, como caerme de la escalera o resbalarme con pintura, o clavarme…

—Los dioses no quieran que algo así suceda Pecas, tu hermana me despellejaría mientras aún respiro —mientras fingía un escalofrío.

Calista le sonrió y lo besó en la mejilla, ahora despejada, brindándole la vista de un antes oculto hoyuelo.

—Gracias por todo Fang, de veras —le dijo mientras le daba un espontáneo abrazo y corría hacia el departamento.

Una hora después daba vueltas en la cama, la primera noche en su departamento, todo estaba en silencio, la cama era gigante y la hacía parecer una niña pequeñita.

Suspiró mientras daba vueltas y ahuecaba nuevamente la almohada.

Estás sola Calista, así serán todas tus noches pensó mientras su corazón daba un vuelco, así será tu vida, así que mejor te acostumbras. Una solitaria lágrima se deslizó por su mejilla, luego le siguió otra y otra más, hasta que esas lágrimas solitarias se convirtieron en llanto y estos en sollozos. Así siguió un largo rato hasta que el sueño la venció.




No llores Calista, nunca estarás sola, la vida te depara otras sorpresas…

Continuará...


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