viernes, 17 de julio de 2015

Las protectoras de la noche. Fan Fic HDN. Prólogo y Capítulo 1.







PRÓLOGO

La Virgen Escriba miraba con cierto respeto la enorme puerta de madera labrada, como si al abrirla el fin del mundo se fuera a desatar.
Las había sumido en un sueño profundo hacia más de cinco siglos y sabía que cuando las despertara tendría que escuchar sus reproches e insultos.

Así y todo, no podía pasar por alto el hecho que debía hacerlo para ayudar a la Hermandad, ellas serían sus nuevos guerreros ante la nueva amenaza que presentaba el Omega y los lessers, las necesitaba ahora mismo.

Suspirando profundamente, empujó la pesada puerta y entró.

En el centro de la habitación, suspendidas en el aire como si estuvieran recostadas en una cama imaginaria, se encontraban cuatro mujeres vestidas con largas túnicas blancas.

Con un movimiento ligero de la mano, ellas comenzaron a caer suavemente sobre el suelo de mármol y una a una fueron despertando.

Confundidas, sin comprender donde estaban, miraron a su alrededor.


Sus rostros denotaban confusión, intentaban encontrar algo que les resultara familiar; al mismo tiempo  fueron retrocediendo hasta juntarse espalda con espalda como lo habían hecho tiempo atrás cuando batallaban contra sus enemigos.Luego, las cuatro guerreras se irguieron completamente, distintas físicamente, pero tan similares en todo lo demás.

Tenían la misma esencia, pero cada una llevaba una fuerza distinta. Eran de aspecto juvenil, pero en sus ojos se notaba la antigüedad de sus almas.

Todas  miraron con desconfianza a la Virgen Escriba y una de ellas se adelantó y con tono ronco dijo:

—¿Qué deseas de nosotras? ¿Qué sucedió para que nos sacaras de nuestro sueño?
La Virgen Escriba sonrió levemente y se acercó a ellas.
—Acércate Fuego —dijo de modo suave.

Una joven de un metro ochenta y cinco de altura se acercó e hizo una reverencia. Su piel era dorada, lo cual era extraño ya que nunca había sentido la caricia del sol. El color de su cabello era rubio, muy claro con detalles en rojo fuego, lo lleva corto y lacio, destacando sus facciones. Sus ojos eran de un bonito color celeste, bordeados por largas pestañas.

—En esta época tu nombre será Leliel —dijo la mujer bajo la capa negra mientras le tendía la daga de empuñadura de oro blanco labrado que la guerrera utilizara en antiguas batallas.

Quien fuera entonces Fuego la miró sorprendida dejando ver sus ojos azul celestes. Todavía no comprendía cual era la razón para despertarlas, todas merecían descansar, habían sufrido demasiado, tanto en su vida como en sus batallas… por sobre todas las cosas en su última batalla.

—Que se haga su voluntad Virgen Escriba —dijo ella mientras tomaba la daga y escondía sus manos de las que brotaban chispas de fuego y algunos mechones de su cabello se hacían más rojizos, simulando se pequeñas llamas de fuego.

La Virgen Escriba observó a la otra guerrera .
—Acércate Tierra —susurró.

Una joven de casi un metro noventa se acercó con paso seguro, su cabello era rubio con reflejos castaños, las suaves hebras se ondulaban en las puntas, su piel era blanca, etérea. La figura delgada y de suaves curvas. Fijó los ojos azul verdosos en la virgen escriba y dijo con voz profunda.
—Que se cumpla tu voluntad Virgen Escriba —con voz cargada de rencor, el suelo vibró mientras hablaba.
—Tu nombre en esta era será Raysa —

La joven asintió, tomó su antigua daga y retrocedió y a pesar que sus ojos se oscurecieron hasta adquirir un tono marrón oscuro y despedían chispas de furia, el suelo dejó de vibrar.

La mirada de la Virgen Escriba pasó de la magnifica guerrera a su compañera.
—Es tu turno Aire, da un paso hacia mí.-

La guerrera la miró con desconfianza recordando tiempos pasados. Se la veía segura en su metro setenta y cinco y aunque era una de las mas pequeñas entre las guerreras, era tan letal como sus hermanas.

Se acercó a la Virgen Escriba e hizo una reverencia, su mirada azul chocó con la de ella. A diferencia de sus hermanas, su cuerpo era etéreo, ágil, de piernas esbeltas y suaves a la vista, acompañdo de  una cabella negra larga rizada, que en ese momento  llevaba recogido en una cola de caballo. Su piel era blanca como el marfil.

—Desde hoy tú te llamaras Kytara.
La guerrera arqueó una ceja, algo característico en ella, y dijo:
—Que sea su voluntad.- Habló mirándola directamente a los ojos y realizando una suave reverencia, tomó su daga, ocultando la rabia que sentía.

La virgen Escriba sintió la necesidad de bajar la vista y ansias de retirarse de la habitación, pero aún faltaba una guerrera y muchas cosas que discutir.
—Acércate a mi Agua…-

Una joven de aproximadamente un metro sesenta se acercó a la Virgen Escriba.
Su largo cabello, negro como la noche y rizos perfectamente armados le acariciaba la espalda. Lo llevaba suelto apenas sujeto con una cinta. Su piel igual de blanca y tersa, sin marcas como la de sus compañeras.

Al igual que sus antecesoras fijó la mirada en la Virgen Escriba mientras se inclinaba en una reverencia, sus ojos grises destilaban rencor.
—Desde hoy te llamaras Nessa.
—Como dijeron mis hermanas… que sea tu voluntad —murmuró solemne y al igual que sus hermanas tomo su antigua daga, mientras se incorporaba y se unía a sus compañeras.

Una vez que las cuatro mujeres recibieron sus nombres nuevos y sus armas, la Virgen Escriba caminó hacia una ventana con paso ágil, su mirada vagó por el paisaje desabrido que se observaba desde la ventana.

—Guerreras, fueron sacadas de su sueño porque ha llegado la hora de cumplir el destino para el que fueron creadas.-

Por un segundo se quedó pensativa, reflexionando  sobre lo que acababa de hacer.

—Han estado dormidas durnte cinco siglos, nuestros enemigos se han hecho fuertes, las cosas han cambiado mucho. Deberán aprender a usar las armas de esta época, de lo contrario serán blancos fáciles.-

Algo que realmente dudaba al mirar a las guerreras, si alguien siquiera pensaba que por ser mujeres no podrían librar batalla… entonces las estaría subestimando enormemente. A simple vista era sumamente hermosas y de cuerpos esbeltos y ágiles. Cualquier macho caería rendido sus pies, eran simplemente perfectas físicamente.

—Además las costumbres… han cambiado bastante.-

La Virgen Escriba deambuló por la habitación, dudaba en contarles toda la verdad.

—No pelearan solas, les advierto. Sé que siempre lo hicieron, pero los tiempos para nuestra raza  han cambiado.-

La profunda voz de una de las Guerreras resonó en toda la habitación

—Todo muy bello hasta ahora… pero ¿cuál es la verdadera razón? —Dijo la que antes se había llamado Fuego—. Porque particularmente no quiero pensar que la razón por la cual nos despertaste es par continuar peleando, ¿no crees que lo hicimos durante mucho tiempo? ¿Qué tal vez merecemos no participar? ¿Qué podríamos estar cansadas de tanta sangre, de tanta lucha?-

—Los Guerreros de la Hermandad necesitan ayuda. Un nuevo poder ha despertado y ustedes deben ayudarlos a librar batalla.Son las únicas que pueden ayudarnos, a todos, no solo a la Hermandad-

—No peleamos junto a los machos —retrucó quién en otra vida había sido Tierra, apretando los puños en forma inconsciente.-
—Todas pensamos de la misma manera con respecto a eso —dijo Nessa, muy seria—. Creo que los Guerreros seguramente son muy fuertes  para necesitar de nosotras. Ellos son machos, ¿no fue esa la causa por la que nos sumergieron en este sueño? —recordó.
—Además de tercos y machistas —dijo Leliel mientras comenzaba a jugar con una pequeña llama que iba de una mano a la otra.
—Estoy de acuerdo con mis hermanas —dijo a la que se había llamado Aire y ahora había sido bendecida como Kytara, mientras apagaba la pequeña llama en la mano de su hermana y recibía una dura mirada a cambio.
—Jamás permitirán que nos unamos a ellos, Virgen Escriba, y nosotras tampoco deseamos hacerlo —puntualizó Tierra.
—No nos interesa —continuó Agua.
—¡Basta! —Exclamó  la Virgen Escriba, sabía muy bien donde iba a terminar todo—. No les pedí su opinión. Jamás deben cuestionar mis órdenes y si lo hacen ya saben que serán castigadas. Hasta este momento he sido paciente y permití faltas de respeto hacia mí que nadie ha tenido antes. Sus opiniones sobran.
—Nunca lo hizo, ¿Para qué comenzar ahora, no? —dijo Fuego desafiante, respuesta que se ganó sonrisas satisfechas de las demás guerreras.
—Como les decía, antes de que me interrumpieran… —dijo mirando a Fuego directamente quién la enfrentó sin bajar la mirada—. Un nuevo poder ha despertado y los Hermanos solos no lo pueden manejar. El Omega se ha hecho más fuerte, por lo tanto los lessers también. Ahora han optado por atacar a los humanos para tratar provocar a la Hermandad y ellos sufrieron la pérdida de varios miembros. La hermandad está débil  y fragmentada tras  la muerte de Darius, sumémosle  la desaparición de uno de sus miembros mas antiguos, Tohr, tras la muerte de su embarazada Shellan...
—O sea que además de tener que entrenarnos y aprender, también debemos jugar a ser niñeras y cuidadoras de machos desvalidos —inquirió Nessa, incrédula, mirando a sus hermanas.
—Imposible Virgen Escriba, nada de niñeras, ni cosas que se le parezcan —habló firme y segura Leliel.
—¡Es lo último que nos falta! —replicó Kytara caminando de un lado a otro.
— ¿Y eso significa que además debemos compartir el mismo lugar  con ellos? —preguntó Raysa.
—¿Por favor me vuelven a dormir? — Preguntó Kytara levantando una ceja con ironía.
—No, no y no… conmigo no cuenten, prefiero el castigo que tengais pensado para los desertores —Leliel se unía a Kytara—. Bastante de machos tuve en mi pasado… —dijo Leliel sentándose en el suelo.
—Ni que lo digas —acompañó Raysa.
—¿Ellos quieren nuestra ayuda? —preguntó Nessa, a lo que todas miraron expectantes a la Virgen Escriba.
—Ellos no saben de su existencia —respondió casi susurrando la Deidad.

El silencio se hizo eterno en la habitación.

— ¿Como es posible eso?  Luchsmos durante Siglos.¿No nos conocen ? —preguntó decepcionada Raysa.
—¿Jamás fueron narradas nuestras hazañas, nuestras peleas? —preguntó furiosa Kytara.
—Perfecto. Además tendremos que escucharlos protestar cuando sepan que unas  hembras son el refuerzo que necesitan  Y encim aignorrán que somos mucho más experimentadas que ellos en el arte de la guerra.  —habló Leliel mientras se despeinaba a modo de frustración.
—¿Alguna otra buena nueva que tengais? —preguntó Nessa frustrada.
—Creo que definitivamente no quiero participar de esto —siguió lamentándose Raysa.
—Sangramos por nada, sufrimos por nada Yo me voy —Kytara se encaminó hacia la puerta.

La Virgen Escriba la transportó nuevamente a su lugar con un movimiento de la mano.

—Sigo pensando, ¿cómo nos presentaras a los hermanos si ni siquiera saben quienes somos, Virgen Escriba? ¿Nadie nos conoce, nadie sabe de nuestra existencia? —cuestionó Raysa, mientras ayudaba a recomponerse a Kytara.
—Estoy totalmente de acuerdo —dijo Kytara mirando a sus hermanas.
—¿Qué es lo que está sucediendo en esta época que es  tan terrible para que nos despiertes, para que nos vuelvas a la vida y decidas unir nuestro poder a la Hermandad cuando en el pasado nunca lo hiciste? —indagó Raysa que comenzaba a ponerse nerviosa y eso no era bueno.

La Virgen Escriba  meditó por un largo tiempo.

—Una cosa por vez. La presentación va a ser simple, les contaré la historia y tendrán que aceptarla, al igual que ustedes.Es una decisión tomada —miró a cada una de las jóvenes mujeres—. La situación es simple, la raza necesita del valor y la fuerza que ustedes tienen, la Hermandad por sí sola ya no nos puede proteger; son demasiado poco. Simplemente eso.

Leliel comenzó a aplaudir.

—Mis siglos de experiencia me dicen que hay algo detrás de todo esto, pero lo voy a dejar pasar. Me criaron para esto y no voy a poner resistencia más tiempo.
—Una buena pelea siempre será bienvenida por mí —dijo alegre Raysa al imaginar lo que les esperaba.
—Seguimos teniendo muchas cosas que poner en claro Virgen Escriba, pero ahora no es momento… aún —agregó Nessa.
—Es hora, mis guerreras, de que conozcan a sus pares en esta lucha, pero antes dejenme aclararles que ustedes y solo ustedes tendrán la libertad de venir al Fade sin el ritual —finalizó la Virgen Escriba, sonriendo.
Las cosas  habían resultado  más sencillas de lo que en un principio  había pensado.


CAPÍTULO 1


La Hermandad se encontraba reunida en el gran salón a pedido de la Virgen Escriba.

Todos se encontraban ansiosos, expectantes, ninguno de los duros guerreros sabía el por qué de esta reunión y más aún por qué la Virgen Escriba visitaría la mansión. Cuando dieron las doce de la noche una luz cegadora invadió la sala, para luego dejar ver cinco siluetas femeninas.

—Buenas noches, Guerreros —dijo con voz profunda la Virgen Escriba.

—Buenas noches, Virgen Escriba —respondieron las voces masculinas con emociones que  variaban desde el desconcierto a  la incertidumbre, al descontento.

Los Hermanos se arrodillaron e inclinaron la cabeza en muestra de respeto, sin perder  su curiosidad.

La tensión era palpable en el ambiente, y la Virgen Escriba  se sintió satisfecha .

—Seguramente se preguntaran a qué he venido y por qué la urgencia de la convocatoria —dijo observándolos cuidadosamente—. Bien, hace muchos siglos atrás, cuando sus padres eran aún niños, nacieron cuatro guerreros…

Ella hizo una pausa y observó a las mujeres que la acompañaban.

—Eran otros tiempos y también otros métodos de lucha . Esos guerreros poseyeron la sangre más pura que la Hermandad alguna vez hubiera tenido. Pero esos guerreros tenían una particularidad… eran hembras —  terminño diciendo y entonces les observó  cuando vio la cara de asombro en  todos ellos.

—Perdón… ¿entendí bien? —Preguntó Butch a Vishous, que estaba a su lado—. Dijo mujeres ¿no? —continuó divertido.

—Idiota —susurró Nessa para sus hermanas, las cuales tuvieron que resistir el impulso de echarse a reír.

—Ni siquiera es de sangre pura, es un mestizo —murmuró Raysa mirándolo fijamente.

—¿Tienes algún problema con las mujeres, híbrido? —dijo Kytara con sorna.

—Suficiente —dijo la Virgen Escriba—. Como les decía, estas mujeres fueron la primer camada de Guerreros que hubo. No se hizo adreder, fue el destino. Ninguna de las hembras que escogí para dar a luz a mis guerreros pudieron tener machos, todas tuvieron una hembra . Se entrenaron  para lo que habian nacido y se encargaron de luchar contra nuestros enemigos, defendiendo nuestra raza hasta que la siguiente camada de machos nació.

—Es decir, pequeñines, que luchamos desde antes que ustedes nacieran siquiera —dijo con sorna Raysa.

—Por lo que veo los machos no llegaron todavía —murmuró Kytara.

—¿Y donde están escritas esas leyendas, "guerrera", que narran sus batallas? —preguntó despectivamente Rhage.

—Jamás hemos oído nada acerca de ellas —dijo Wrath—. Nunca en todo este tiempo oímos hablar deese grupo de Guerreros —finalizó desconfiado.

—Porque no hayan oído nada acerca de algo no significa que no exista —respondió  Leliel divertida—. Supongo que vuestra virilidad ahora mismo debe estar herida, pero tranquilos, sólo les patearemos el culo. A su amigo lo vamos a dejar intacto —dijo guiñándoles el ojo, momentos antes que las carcajadas femeninas resonaron en la sala.

—Hermanas, ¿estarán a nuestra altura? —dijo Kytara sonriéndole a Butch, prometiéndole el honor de patear su trasero.

—Pues me gustaría hacerle conocer algunas cosas a aquel que nunca oyó de nuestras historias —le dijo Raysa a sus hermanas.

La Virgen Escriba negó la cabeza

—Tendrán  que aprender a convivir juntos. La hermandad se va a encargar de enseñar a las hembras el uso de las armas de este siglo y Ellas a su vez podrán corregir las técnicas de la Hermandad y enseñarán otras.  Los necesito unidos. La raza necesita a todos sus guerreros —dijo con severidad antes de desaparecer súbitamente  de la habitación.

Las jóvenes mujeres se tensaron al quedar frente a los guerreros.

 Quizás su apariencia fuera la de unas simples hembras, pero cada una sabía como matar a alguien con el simple hecho de pensarlo.

Las cuatro se colocaron en guardia, mientras miraban con desconfianza y desafío a los machos que estaban en el cuarto.

Les harían tragar cada una de las palabras de burla que  recibieran . Sus cuerpos podían no mostrar las marcas de batallas pero sus corazones estaban más  que marcados, sus mentes plagadas de recuerdos de las sangrientas luchas, que nadie podía ver.

Zsadist las miró cansado y sin el menor interés.

—Buenas noches —dijo, desapareciendo por uno de los pasillos.

Leliel negó con la cabeza.

—Me encantaría quedarme a patearles el culo, pero en estos momentos muero por salir a buscar algo más entretenido. Me apetece algo de alcohol en las venas. ¿Quién se une? —preguntó mientras conjuraba un pantalón de cuero bordado que destacaba sus largas y musculosas piernas , un top del mismo color que dejaba ver sus abdominales trabajados y marcados por los entrenamientos y unos borcegos en sus pies—. ¡Ops! Lo olvide —dijo haciendo aparecer unos guantes largos que cubrían sus manos y casi completamente su brazo.

—Yo te sigo, hermana —dijo Raysa, mientras su ropa cambiaba de la simple túnica a un pantalón de cuero color tierra que se pegaba como una segunda piel a sus infinitas piernas, un corset negro que se ajustaba a su cuerpo destacando su pequeña cintura además de un largo abrigo del mismo color que el pantalón y botas tipo motorista, se aseguró de tener su daga y se colocó al lado de Leliel.

—Vamos, quedaremos para más tarde, hay un mundo nuevo por explorar —dijo Kytara mientras reía.
Ella había optado por un pantalón de cuero negro y un top blanco con la leyenda "¿Jugamos?", una chaqueta de cuero negra, unas botas de caña alta negras hasta la rodilla de taco aguja, y llevaba la daga de su difunto padre, junto a la daga que le fue devuelta ese día. Kytara se concentró buscando un portal en el tiempo para poder viajar. El aire, su poder, lo sintió correr por sus venas ayudándola a buscar el destino elegido esta noche por las cuatro guerreras.

Nessa cambió su túnica por un pantalón de cuero negro, una musculosa roja y un largo abrigo negro. En sus pies, unas cómodas y sencillas guillerminas negras.

—Yo voto por un buen trozo de chocolate —miró a uno de los hermanos—. Sigue existiendo, ¿no? —preguntó mientras se colocaba la daga a un lado de la cadera.

—Chicas tengo ganas de sacudir la tierra —dijo Raysa frotándose las manos y mirando a sus hermanas.

Los guerreros las escuchaban sin comprender nada. No les cabía en la cabeza que hacía unos minutos tuvieran simplemente problemas domésticos típicos de machos  y ahora tuvieran que agregarles la carga de cuatro mujeres que no paraban de parlotear.

—Voto por transportarnos, chicas —dijo Nessa.
—¿A qué lugar podemos ir a quitarnos la tensión muchachos? —preguntó Raysa mirando en dirección a los machos.

Nessa giró hacia los hombres que todavía no decían una sola palabra

—Vaya… ¿se quedaron mudos? —preguntó.

Leliel negó con la cabeza resignada a una inevitable presentación.

—Supongo que tendremos que  vivir juntos un tiempo, ¿verdad? Soy Fuego… Perdón, Leliel y aquél que quiera disfrutar una buena pelea, bien recibida será. Bueno, no vamos a entrar en detalles, lo odio —dijo divertida mientras se revolvía su cabello el cual cambiaba del rubio a rojo furia, en muestra de nerviosismo dejándolo despeinado.
—¿Tenemos que hacer esto ahora? —preguntó Raysa mientras se acercaba a regañadientes.
—¿Entonces los modales antes que todo, Leliel? —comentó Kytara levantando la ceja izquierda.
—Digamos que sería lo ideal. Creo que debemos demostrar y hacer honor a la educación que nos dieron —dijo un poco regañándolas.
—Demonios —protestó Raysa acercándose a Leliel y Kytara.
—Odio cuando se pone así —protestó Kytara—. Pero tiene razón.
Nessa refunfuñó.
—A mi no me la dieron —dijo cruzada de brazos.
—Y a mi me maldijeron, me abandonaron a la buena de Dios y no me quejo —retrucó Leliel con un poco de rencor y tristeza.

Raysa sacudió la cabeza y el largo cabello rubio acarició su espalda.

—De los míos no puedo quejarme ya que los asesinaron los malditos lessers y antes de eso siempre estuvieron para mí —soltó la joven.
Kytara retiró la mirada de Leliel. Por un segundo recordó a sus amados padres y lo feliz que fue en otros tiempos, o mejor dicho, en otra vida.

—Está bien. Yo soy Kytara y amo el aire —dijo mientras soltaba una risita.
Las hermanas la miraron como diciendo “no causa gracia”.
—Lo siento, no tengo problemas en aprender y trabajar con ustedes, pero sigo pensando que no los necesitamos.
—Soy Tierra, pero pueden llamarme Raysa si lo prefieren. Nací para luchar, me criaron para ello, no conozco otra cosa además de eso desde que mis padres murieron, pero también amo divertirme con mis hermanas. Lo único que jamás deben hacer si aprecian su vida es dañar a alguna de ellas, ni siquiera con el pensamiento. Créanme, no quieren verme enfadada.

La guerrera los miró a todos, uno a uno

—Soy Nessa, en el pasado fui conocida como Agua. Como ellas, nací y crecí con el único propósito de acabar con nuestros enemigos. No me agrada esta situación más de lo que les gusta a ustedes pero como verán, no tenemos otra opción y cunato antes  lo aceptemos todos,  mejor —finalizó mirando a sus hermanas.

Uno de los machos más altos emergió entre los demásy  su voz profunda resonó en la sala. Medía un metro noventa y cinco de puro terror vestido de cuero. A diferencia de los demás hermanos, sus ojos estaban cubiertos por unos lentes oscuros.

—¿Cómo esperan que ante semejante despliegue de verborrea , vayamos a tomarlas en serio? Además está el hecho de que nunca se nos cruzó por la cabeza pelear al lado de hembras —finalizó profundamente—. No es natural.

—Lamentamos mucho haber herido tu hombría. Pensé que la raza había avanzado algo tras tantos siglos —dijo Leliel, mirándolo incrédula.

—Creo que la situación ya es complicada Wrath, ¿no crees que deberíamos calmarnos un poco? ¿Por qué no nos presentamos? —dijo suavemente uno de los machos, sumamente atractivo y de cabello rubio.

—Bueno, yo  soy Butch, conocido por la Hermandad con el alias de Poli —miraba a la pequeña de cabellos negros y mirada azul cristal, que en ese momento curvó sus gruesos labios en una pequeña sonrisa burlona que él con todo el honor borraría de esa apetitosa boca—. Soy un híbrido, como dijeron por ahí, recientemente fui aceptado en la Hermandad y anteriormente fui oficial de policía, mejor dicho detective de homicidios y no tengo ningún problema en ayudarlas para lo que sea —esto último lo dijo clavando la mirada en Kytara.

El gigante rubio y de facciones perfectas volvió a hablar, con voz suave y una mirada pícara que posó en cada una de las guerreras, deteniéndose a observar el cuerpo de Leliel quién lo desafió con la mirada.

—Mi nombre, hermosas hembras, es Rhage. Yo puedo ayudarlas igual que mi compañero Butch en lo que necesiten. Es más, cada vez me agrada más la idea de que entrenemos juntos —dijo con una enorme sonrisa en los perfectos labios, y dio un paso atrás. Sin quitar la vista de Leliel.
Otro de los hermanos se acercó, era diferente a los anteriores.

Las guerreras pudieron notarlo, renqueaba de forma casi imperceptible y su cabello era largo de un color sumamente raro para ellas.

Pero lo que más las sorprendió fue la calma con que habló.

—Mi nombre es Phury y quién salió hace un momento es mi gemelo, Zsadist. Les ruego que tengan paciencia con él, o quizás sea mejor que lo eviten —dijo con un dejo de vergüenza—. Mis servicios para su entrenamiento están a su disposición.-

Un gigante de cabello color azabache y de aproximadamente dos metros dio un paso adelante, con una mirada penetrante con la que trataba de intimidar a las guerreras, las observó en detalle a cada una.

Traía un guante en una de sus manos y su tono de voz fue cortante.

—Mi nombre es Vishous y sinceramente —volvió a recorrer con la vista a cada una de las mujeres—, no creo que sea de su agrado que pase mucho tiempo cerca de ustedes. Si quieren saber sobre la tecnología de esta época,  pueden buscarme —dijo mientras retrocedía.

Los hermanos se separaron dando paso al ultimo macho que faltaba presentar, todas notaron el respeto que inspiraba al grupo de guerreros.Inconscientemente, las mujeres se acercaron entre sí, como si se prepararan para batallar contra ellos.

—Creo que ya he dejado en claro mi punto de vista con respecto a esto, pero por respeto a mis hermanos y como una de ustedes dijo, por respeto a la educación que mis padres me dieron, voy a presentarme —dijo con voz profunda semejante a un gruñido—. Mi nombre es Wrath . Mientras no nos compliquen las cosas, serán bienvenidas, de lo contrario pueden volver por donde vinieron. No estoy seguro que sea la situación más adecuada para todos, este siempre ha sido el refugio de la Hermandad y ninguna hembra ha vivido aquí .Mucho menos entrenado con nosotros. Debería reunirme con su líder y coordinar el asunto de los entrenamientos —dijo fijando la vista en una de las mujeres rubias, que se destacaba sin quererlo al ser la más alta.

Las guerreras se miraron entre sí y sonrieron.

—Cielo, somos hermanas —dijo firmemente Raysa—. Ninguna es líder, somos iguales.
—Somos un equipo y juntas actuamos muy bien. Sólo enséñanos lo que tengamos que saber y mucho antes de lo que piensan , nos habremos ido —dijo Leliel fría y con postura firme—. Sabemos cuando no somos bienvenidas en un lugar —culminó la frase para luego salir de la habitación en largas zancadas y con paso firme.

Las demás mujeres se miraron y se encaminaron hacia la puerta, Raysa al pasar junto a Wrath se acercó imperceptiblemente a él y susurró.

—Cielo, no sabes a quién te has echado de enemiga —dijo sonriendo y saliendo de la habitación con paso felino.

Las cuatro caminaban decididas hacia la puerta de salida, en el preciso momento en que Leliel iba a abrirla se escuchó una suave voz y todas giraron, alertas.

—Disculpen señoritas —dijo un hombre mayor de aspecto servicial—, mi nombre es Fritz y luego de escuchar la conversación me tomé el atrevimiento de prepararles sus habitaciones. La Virgen Escriba me dejó ropa para cada una. Si desean pueden seguirme para que les muestre donde dormirán.-

Las jóvenes se miraron entre sí y luego siguieron al anciano sin dudar escaleras arriba, olvidándose de la salida que habían estado planeando hasta hace unos instantes. Mientras recorrían los pasillos se asombraron con la bella decoración del lugar.

—Me tomé la libertad de prepararles habitaciones separadas, imaginé que querrían mantener su privacidad —les informó el mayordomo, un tanto dudoso.

—Está bien, muchas gracias —dijo Kytara sonriéndole y palmeándole la espalda.
—Son habitaciones distintas pero están cercanas. Los dormitorios de los amos están al final del corredor, salvo por el del amo Wrath, que está abajo.
—Es usted la persona más amable con la que he tratado hasta ahora, muchas gracias —dijo Raysa colocándose al lado del hombre.

Nessa lanzó una breve carcajada.

—Raysa, es la única persona amable con la que te has cruzado desde que despertaste.
—Definitivamente. Esos tipos debern creer que porque nosotras vengamos a ayudar les van a crecer tetas o se les va a caer su amiguito —dijo refunfuñando Leliel—. Tremendos idiotas resultaron los Guerreros.
—No dejes que te pongan de mal humor, Lel —dijo Raysa—. Aunque tengo que reconocer dos cosas: Definitivamente quiero darle una paliza al creído de Wrath y segundo, admitámoslo, hermanitas… son tremendos ejemplares.
—¡Oh si!, tantos años sin ver un cuerpo y ellos están… mi dios… —dijo Kytara con las manos juntas sobre el pecho y haciendo ojitos.
Nessa comenzó a reírse.
—A ti cualquier ejemplar te viene bien.
Leliel negó.
—Yo por mi parte opto por seguir mi dieta, un buen saco de arena y soy feliz —hizo una pausa y miró a Raysa—. Creído o no, te gusta ese ejemplar.
—Ya quisiera que posara mis ojos sobre él. No podría conmigo, hermanita —agregó Raysa medio sonrojada—. Además Leliel, no creas que no me fijé en como te miraba uno de ellos, te clavó la vista desde que empezó a hablar. No recuerdo el nombre, Kytara ¿tú sí? Era el gigante rubio, el más alto…
—El amo Rhage —dijo Fritz divertido con la conversación de las chicas.
—Pues por mí que mire tranquilo, porque de querer tocar de esta damisela va a obtener patadas en el culo y una quemadura de tercer grado o morirá rostizado. —dijo con una sonrisa intentando disimular la angustia que le provocaba ser fuego
—Ay, hermanita —dijo Nessa—, nunca digas nunca. Por cierto, nos faltó conocer a uno.
—Seguro se trata del amo Zsadist, él prefiere evitar a la gente —dijo Fritz con un poco de tristeza.
—Creo que ese era el nombre —murmuró Nessa pensativa.
—Mejor las dejo para que vean sus habitaciones, espero que estén a gusto. Cualquier cosa que necesiten solo tienen que pedírmelo —dijo el mayordomo mientras se retiraba.

Cada muchacha entró en su habitación y todas quedaron estupefactas. Eran inmensas y finamente decoradas, con enormes camas y un montón de aparatos, que pronto preguntarían para qué servían.
Todas terminaron reuniéndose después de la inspección en el cuarto de Nessa, sentadas en el suelo contando los detalles y compartiendo sus opiniones de lo vivido hasta el momento.

Luego de un buen rato de conversación alguien llamó a la puerta.

—Disculpen, señoritas —dijo Fritz abriendo apenas la puerta—. El amo Wrath las quiere ver en su oficina.

Raysa bufó y murmuró algo inentendible.
Kytara sonrió y respondió.

—Bajaremos en un momento, pero sólo porque queremos hablar con él, no porque nos lo imponga.
Fritz se limitó a sonreírles y cerró la puerta.
—Bien, tenemos que tener una especie de plan o idea para que no nos agarren desprevenidas —dijo Nessa mientras caminaba de un lado a otro.
—Pues llevan la ventaja de conocer las armas de este tiempo —dijo Raysa—. Pero me resisto a que me mande ninguno de ellos.
Leliel suspiró y se rascó la cabeza expresando su frustración.
—Otra no nos queda, hace mucho que no batallamos, chicas, y no sabemos en que situación estamos —hizo una pausa y frunció los labios—. Sólo necesitamos ayuda en armas y tecnología, ¿no es así?
—Así es —dijo Kytara.
—Bueno, hecho, no queremos que se metan en nuestro entrenamiento y nosotras no nos meteremos en el suyo. Que nos enseñen esas dos cosas y en menos de un mes estamos fuera de la casa —dijo Leliel muy segura.
—Hay un pequeño problema allí, hermana —le recordó Raysa—, la Virgen Escriba nos quiere luchando codo a codo.
Nessa asintió.
—Si, pero eso no significa que tengamos que vivir  bajo el mismo techo —habló con una sonrisa triunfal.
—Es un punto que tendremos que aclarar con la Virgen Escriba, a mí tampoco me gusta la idea de que vivamos en el mismo lugar —dijo Kytara.
—Pues entonces, andando —dijo Leliel abriendo la puerta.

Continua aqui

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