lunes, 14 de septiembre de 2015

En la piel del Lobo. Capítulo 5. By Calista.




Viene de Capitulo 4 

CAPITULO 5

Al día siguiente…

—Maldito despertador —dijo Calista mientras lo apagaba con un gemido. Se desperezó, eligió unos shorts de jean, una camiseta negra, zapatillas y se dirigió al baño para darse una larga ducha.

Una hora después luego de los típicos resbalones y la sucesión de accidentes de cada mañana, estaba en el desayunador bebiendo café cuando sonó el timbre.

Fang esperó pacientemente que le abrieran la puerta, sabía que podía destellar en el departamento, pero no quería encontrarse con ninguna sorpresa “como Calista caminando desnuda por la sala” se dijo. Sus pensamientos se evaporaron cuando la vio parada en el vano de la puerta, prácticamente aulló. La joven estaba vestía unos shorts que apenas cubrían aquellas piernas que parecían infinitas, y una camiseta negra que se adaptaba como una segunda piel.

Salió de sus pensamientos al ver que la joven le tendía una taza de café humeante.

Él alzó las cejas inquisitivamente.

—¿Siempre recibes así a las personas que llaman a tu puerta?

—Oh parece que alguien se levantó del lado incorrecto de la cama hoy —le respondió haciendo una mueca con los labios—. Pues si no lo quieres… —dijo mientras iba quitando la taza.

—No dije eso Pecas —con pereza tomó la taza mientras entraba—. Traje donas —le dijo mientras ponía el paquete sobre la barra de desayunar.

Calista gimió mientras le daba un beso en la mejilla.

—Por eso te quiero lobo —le dijo mientras atacaba las donas con ansia.

Cuarenta minutos después con el estómago lleno y la dosis de cafeína necesaria para empezar el día ambos se dirigieron a la habitación de huéspedes.

Los muebles estaban ya cubiertos. Fang abrió la lata de pintura azul, mientras Calista preparaba las brochas y se encaminaba a la escalera, resbaló con los papeles que cubrían el piso de madera, apenas pudo mantener el equilibrio sin caer, de reojo miró hacia donde estaba el were que la observaba meneando la cabeza y lanzaba un suspiro mezcla de resignación y risa contenida.

—Creo que mejor subes tú a la escalera y yo pinto abajo —le dijo avergonzada mientras se dirigía a una de las paredes.

—Sí, justamente eso estaba pensando Cal —le respondió con una risita mientras subía y comenzaba a pintar.

La joven lo miró nuevamente, aprovechando que el lobo estaba concentrado en la tarea. Ese día estaba tan atractivo como de costumbre, jeans desgastados y una camiseta azul. Pensamientos de lo más pecaminosos invadieron su mente. Al subir la escalera, el trasero bien formado del lobo quedaba en su campo visual en toda su gloria.

Concéntrate Calista se dijo, lo que menos necesitas con tu grado de torpeza es distraerte. Se colocó los auriculares del Ipod y mientras tarareaba una canción de ACDC.

Fang giró lentamente al escuchar la tentadora voz y no pudo contener una puntada de deseo que lo recorrió entero al ver como la chica meneaba el trasero mientras él intentaba pintar, tragó con dificultad, el cuerpo de la joven seguía moviéndose en forma provocativa, si, definitivamente teniendo ese tipo de distracciones él iba a intentar pintar.

Transcurrió toda la mañana de esa manera, hicieron una pausa para almorzar unos emparedados y continuaron con los toques finales.

Estaban uno al lado del otro, pintando la última pared. La tarde se volvió calurosa y en la habitación corría muy poco aire, y a eso le sumamos la carga sexual Fang sintió que se iba a derretir ahí dentro, por lo que se quitó la camiseta. Calista tragó en seco. ¡Dioses! ¿Realmente necesito torturarme de esta manera? Se regañó mentalmente tratando de desviar la vista sin conseguirlo por mucho tiempo.

—¿Algo que te interese por estos lares Pecas? —le preguntó el were sin siquiera mirarla, pero con un dejo de vanidad en la voz. La mirada de la joven lo estaba quemando y él estaba haciendo todo lo posible por recordar todos los motivos por los cuales no debía tocarla en las formas que deseaba su lujuriosa mente.

La joven lo miró entre asombrada por su ego y molesta porque la había descubierto.

Resopló mientras buscaba en su mente una respuesta coherente, tan solo una palabra que no sonara estúpida en este momento. ¡Dioses! Nuevamente trató de articular palabra, abrió y cerró la boca.

Fang soltó una carcajada confiada mientras la miraba y la apuntaba con el pincel.

—Sé que soy irresistible mujer, no hay nada de qué avergonzarse —le dijo mientras acercaba peligrosamente el pincel cargado a su rostro.

Este gesto sacó a Calista de su aturdimiento, haciéndola cargar el rodillo con pintura y antes que pudiera frenarse lo deslizó por el torso desnudo del were que aspiró con brusquedad por el frío de la pintura con el calor de su cuerpo. Entrecerró los ojos mientras acortaba la distancia entre el pincel y el rostro de la joven. Dejándole una mancha azul en la punta de la nariz.

—Lobo estás tan perdido —le dijo mientras deslizaba nuevamente el rodillo con pintura esta vez sobre el atractivo rostro.

Fue el acto que desató la batalla.

Entre carcajadas, gritos comenzaron una guerra de pintura. Moviéndose con ligereza Calista quiso escapar al ver la intención del lobo, éste no le dio tiempo a escapar apresándola por la cintura.

La joven chilló divertida al sentir que comenzaba a hacerle cosquillas, tratando de escapar se dio vuelta, no midió la distancia y al girar le asestó un golpe en la frente a Fang, dejándolo levemente desorientado y soltando un gemido de dolor observó cómo se llevaba la mano a la frente.

Con rapidez se acercó al lobo que había retrocedido unos pasos ante el golpe.

—Oh Fang cuánto lo siento. ¡Juro que no fue mi intención lastimarte! —gimió cuando vió que quitaba la mano y la sangre manaba de un corte justo en la mitad de la frente.

Fang trató de sonreír pero lo único que logró fue esbozar una mueca, no porque le doliera, sino porque el golpe lo había atontado, Pecas definitivamente tenía más fuerza de la que pensaba.

—Tranquila Pecas —le dijo mientras sacudía la cabeza—, hace falta un poco más que eso para dejarme fuera de combate —terminó sonriendo mientras la miraba con picardía nuevamente.

—Ven aquí lobo vamos a limpiar eso que la pintura no está ayudando —murmuró mientras lo tomaba de la mano y lo llevaba al cuarto de baño de su habitación donde tenía un pequeño botiquín de primero auxilios que sabía que no podía faltarle.

Fang se miró en el espejo del baño mientras la veía revolver el pequeño maletín, sonrió por dentro ante la actitud preocupada de la joven como si el pequeño corte de la frente le abarcara toda la cabeza. Tratando de disimular puso cara de dolor y se sentó en la banqueta que había a un costado.

Calista quería que se la tragara la tierra. ¡Diablos! Siempre tengo que arruinar las cosas con mi torpeza pensó, mientras se ubicaba entre las piernas abiertas del were y lo hacía levantar la cabeza para limpiar mejor la herida. Con toques delicados fue quitando la pintura y la sangre que ahora no salía con tanta fuerza.

Fang casi aulló cuando la tuvo tan cerca nuevamente, parada entre sus piernas y con la cabeza a la altura de sus senos, el lobo quería tomarla de la cintura, hacerla bajar la cabeza para saborear esa tentadora boca que ahora estaba fruncida en una graciosa mueca de total concentración.

¡Diablos! No solo tenía calor ahora, sino que todo su cuerpo ardía de deseo contenido.

Calista salió de su concentración al sentir un leve hormigueo por el cuerpo. ¿Mis poderes fluyendo? Pensó para sus adentros. Estaba captando una sensación muy rara manando de su amigo.

Lo miró preocupada, buscando algún indicio de lo que pasaba.

—¿Te sientes bien Fang? —Preguntó mientras buscaba su mirada—. ¿Te duele? ¿Qué puedo hacer aparte de curarte para que te sientas mejor? —finalizó con culpa mientras buscaba el líquido desinfectante.

El lobo aspiró profundamente mientras trataba de tranquilizarse. ¿Qué, qué puedes hacer? Belleza dirige la mano bastante más abajo dijo mentalmente, ahora hay otro punto de mi cuerpo que me duele y clama desesperadamente tu atención pensó con ardor mientras con los ojos entornados la miraba y respiraba pesadamente.

Calista estaba totalmente concentrada buscando en el botiquín, así que no pudo ver la ardiente mirada que recibió del lobo, volcó un poco del desinfectante en una gasa y lo colocó sin ceremonia en la herida.

—¡Diablos Cal! —gruñó Fang medio incorporándose del taburete.

—Oh Fang lo siento —le dijo temblorosa—, es que estás emanando algo que no puedo identificar y me pusiste más nerviosa de lo que estaba —murmuró mirándolo con preocupación— ¿Seguro te sientes bien? —finalizó mientras le colocaba una tirita que cubría la herida.

Fang asintió tratando de borrar la expresión preocupada, pasándole una mano por el rostro.

—Tranquila pequeña —le dijo mientras se paraba—. Ahora ¿Qué te parece si termino con ese pedacito de pared que falta y tú mientras te das esa ducha que sé estás añorando y luego pides una pizza mientras yo me ducho y miramos una película? —Finalizó mientras salía del baño sin darle tiempo a que responda.

Te lo tienes merecido Kattalakis se dijo enfadado, la muchacha casi te descubre. Si pudiera leer tu mente ahora estaría a miles de kilómetros de distancia de ti.

Y tú la estarías persiguiendo como un chucho a la rama dijo la molesta vocecita.




Dos horas más tarde…

—Pecas ¿Estás viva? —gritó a través de la puerta del cuarto de la joven. ¿Cuánto tiempo más puede necesitar una mujer para tomar una simple ducha? Terminé con la pintura, me duché, pedí la pizza, coloqué todo en la sala y ella aún no termina de ducharse por los dioses gimió. ¿Le habría pasado algo? Pensó nuevamente.

Iba a golpear la puerta de nuevo y si no obtenía respuesta iba a entrar decidió. Levantó la mano justo en el momento en que se abría la puerta.

La recorrió de pies a cabeza. Y el lobo aulló por dentro.

Si la ropa anterior le trajo problemas, ahora realmente tenía ganas de golpearse contra la pared.

Calista se había dado un relajante baño. Con un suspiro de resignación se había levantado de la bañera, se había puesto unos shorts de jeans deshilachados y una camiseta rosa que dejaba ver un poco de su plano estómago. Miró las zapatillas con ojo crítico decidió quedarse descalza y al sentir los insistentes golpes de su amigo a la puerta preguntándole si estaba viva soltó una carcajada antes de abrirle la puerta y contener la respiración al verlo.

¡Dioses benditos! gimió. ¿Por qué me lo hacen tan difícil? El lobo tenía unos jeans azul oscuro y una camiseta negra y zapatillas, el cabello húmedo suelto.

—Lo siento es que el agua estaba…

—No te preocupes Cal —la interrumpió mientras retrocedía un poco y la dejaba pasar—. La pizza acaba de llegar y ya preparé las cosas en la sala y la película está lista para empezar a verla —le dijo mientras le guiñaba un ojo le hacía señas para que lo siguiera y silbando volvía a la sala.

Como si estuviera hipnotizada y no precisamente por sus ojos, sino por esa parte de su anatomía a la que el jean se adaptaba perfectamente.

Se dirigió al mullido sofá, mientras el lobo bajaba un poco las luces, dejando solamente prendida la luz de la cocina que iluminaba débilmente la sala también.

Calista miró al were de reojo, sonrió levemente con culpa al ver que tenía levemente hinchada la frente, la tirita había desaparecido y el corte tenía relativamente aspecto de estar cicatrizando.

—Sírvete Pecas que tengo un hambre terrible y puedo llegar a comerme la pizza yo solo —le dijo mientras se sentaba y tomaba un pedazo. No agregó que tenía hambre de otras cosas también… Detente lobo, enfoca los pensamientos en la película se dijo.

Calista la estaba pasando genial, desde que la película había comenzado Fang la había hecho reírse hasta el cansancio. La película era aparentemente una historia de amor donde un hombre lobo y un vampiro se disputaban el amor de una joven adolescente.

—¿Cómo dijiste que se llamaba la película? —preguntó con la boca llena, y se ruborizaba al darse cuenta, se limpió los dedos mientras juntaba las piernas y se sentaba al estilo indio.

Fang chasqueó la lengua molesto.

—Luna Nueva —le respondió mientras señalaba con una mano la pantalla—. ¿Ves? Eso es lo que le da mala fama a los hombres lobos. Si esa chiquilla conociera lobos de verdad, ten por seguro que no elegiría al vampiro, además, cuando cambia de humano a lobo… Por favor, es tan irreal —le dijo mientras dejaba la cerveza sobre la mesita y se estiraba un poco más en el sofá.

A la joven le dio gracia lo molesto que estaba de verdad por la película.

—Vamos lobo no puedes culparla —le dijo para molestarlo—, el vampiro es atractivo también —finalizó mientras le daba un golpecito con el hombro y estiraba la manta para cubrirse las piernas.

El were giró y la miró sorprendido de sus palabras.

—¿Elegirías al vampiro? —Le preguntó casi asqueado—. Pecas acabas de darme un golpe mortal —dijo mientras se llevaba teatralmente una mano al corazón—. Pensé que los lobos éramos los número uno en tu lista. —finalizó volviendo la mirada a la pantalla, mientras distraídamente acariciaba su hombro desnudo.

Calista dejó de respirar por un segundo.

¿En qué momento la mano del lobo se había deslizado hasta sus hombros?

Cerró los ojos brevemente, disfrutando del contacto. Calistaaaa enfócate se dijo, es una caricia de amigos, como las que siempre se hacen, nada tiene que ver que estén solos en tu casa, en la sala casi a oscuras y que tengas el hombro desnudo y la caricia te esté provocando cosquilleos en el estómago entre otras partes y el calorcito que esta… ¡Basta tonta estás desvariando! Se reprendió mentalmente mientras abría los ojos nuevamente y volvía la cabeza hacia la pantalla tratando de concentrarse nuevamente en la película.

Media hora después, Fang volvió la cabeza hacia su amiga, no había emitido opinión ni siquiera cuando el protagonista vampiro había regresado. Guau la debe tener atrapada se dijo mirándola de reojo para luego contener una suave carcajada.

Su amiga estaba profundamente dormida, acurrucada contra su costado. Una sensación de ternura lo recorrió por completo quitándole la respiración. Olvidó completamente la película mientras fijaba la mirada en cada parte de su rostro. Las largas pestañas acariciaban las mejillas salpicadas de pecas, la nariz respingona, la boca generosa, hecha para ser besada pensó para sus adentros ¿Cómo sería su sabor? Se preguntó mientras su respiración se hacía más pesada. Sin darse cuenta lo que hacía acercó aún más el rostro al de la joven diosa, dejándolo solo escasos milímetros de distancia. Mírame, le rogó sin pronunciar palabra. Abre los ojos y mírame. Quiero ver esos ojos llenos de deseo por mí, pensó para sí mismo olvidándose de toda cautela, acarició la nariz con la suya, una, dos veces, mientras observaba como las pestañas se iban moviendo dando paso a una nublada mirada color azul.

Calista estaba teniendo el mejor sueño de su vida. Una voz muy ronca le pedía que se despertara para poder besarla. Alguien estaba tocándole suavemente la nariz. Lentamente obedeció a esa voz que no podía ni quería ignorar y abrió los ojos.

Contuvo la respiración cuando sus miradas se encontraron. La persona que la acariciaba era Fang, aunque antes de despertar lo supo, estaban tan cerca. Acariciaba su nariz con la suya, mientras cerraba lentamente los ojos color avellana y acercaba la boca a la suya. El roce fue como el aleteo de una mariposa, suave, delicado, como si estuviera pidiendo permiso.

Fang no quiso parar, una vez que su boca tocó la de Calista supo que detenerse estaba fuera de toda posibilidad. Se alejó unos centímetros antes de volver a rozar su boca nuevamente, esperando una reacción de ella, y la tuvo, un suave gemido que le encendió la sangre.

Le puso una mano detrás de la nuca mientras cerraba la distancia entre sus bocas.

Y ambos probaron la gloria.

Calista sintió que el cuerpo iba a estallar. La boca del lobo primero fue toda suavidad, pero ahora exigía. Sintió como mordisqueaba sus labios, buscando una respuesta que no se hizo esperar.

Perdiendo todo rastro de timidez, le dejó profundizar el beso, mientras ambos gemían al sentir que sus lenguas se encontraban y comenzaban esa danza tan conocida llena de deseo. Envolvió el cuello masculino con los brazos mientras se devoraban uno al otro.

Fang al sentir la respuesta de la joven cambió de táctica, se separó nuevamente y le besó la mandíbula, el cuello, la comisura de los labios, antes de volver a atacar nuevamente su boca. Sintió como iban cayendo lentamente sobre el sofá, el cuerpo femenino debajo del suyo, las piernas desnudas, rozando las suyas.

No podía respirar, el deseo era tan desgarrador. Sentía que todo el cuerpo vibraba, que iba a estallar en mil pedazos y el lobo solo la estaba besando. ¡Por los dioses que bien besa! Pensó mientras acariciaba la mandíbula masculina y le daba suaves mordiscos y le acariciaba el pelo.

Estaba en el cielo, pensó Fang, realmente lo estaba. La boca de Calista era lo más dulce y adictivo que hubiera probado en su desafortunada existencia. No se cansaba de besarla, ¡Dioses! Si con solo besarse lo dejaba en este estado que pasaría si… Deja de pensar idiota le dijo la vocecita, disfruta… con un gemido volvió a sumergirse en la boca de la joven mientras sus manos abandonaban su nuca y se deslizaban hacia su cintura y le acariciaban la piel descubierta del estómago.

No quería hacer nada que arruinase el momento, nunca se había sentido así, ni siquiera con Julian pensó con culpa Calista, sintiendo como involuntariamente su cuerpo se tensaba y apartó el rostro.

Fang sintió el cambio del cuerpo, justo en ese momento sintió como ella se apartaba de su boca y lentamente lo sucedido empezó a penetrar en su mente. ¡Condenado Infierno! Había besado a la única mujer que no debía tocar, al menos de esa forma se maldijo mientras se levantaba de un salto del sofá.

Calista se fue incorporando lentamente, mientras lo miraba avergonzada y se llevaba la mano a los ahora hinchados labios y sacudía la cabeza.

—Nosotros no debimos… —dijo con la respiración agitada sin poder terminar la frase.

Fang sintió una presión el pecho al escuchar lo que tenía en la mente en ese preciso momento.

—Pecas fue todo un error yo… Mejor me marcho —dijo al no ocurrírsele ninguna explicación coherente que calmara a su amiga. Destelló en un segundo en el pantano, mientras se llevaba la mano a la boca, como si con eso consiguiera borrar el rastro de los besos. Nunca vas a lograrlo lobo mejor te acostumbras a eso le dijo la inoportuna voz.

En el departamento Calista se deslizó lentamente al suelo, porque las piernas decidieron dejar de sostenerla.

¡Oh queridos Dioses! Acabo de arruinar una de mis amistades más preciadas dijo con un sollozo, mientras envolvía las piernas con los brazos.




Calista todo cambia…

Es hora, mi querida niña, que crezcas y dejes habitar al amor en tu corazón.

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