jueves, 8 de noviembre de 2012

La furia y el dolor. Capitulo 2. Parte 3. Siénteme






Payne

Creía que iba a estallar de un momento a otro. Era tan dulce, tan suave, tan deliciosamente erótico. El saber que no había estado con otras hembras me hinchó el pecho de orgullo y satisfacción femenina. Estábamos en esto juntos. Y todo lo que quería era que me llenara. Esos pensamientos me dejaron trastornada en medio de todas aquellas sensaciones que no podía reprimir sentir. Lo que nunca había querido que ningún macho hiciera ahora estaba deseándolo con todas mis fuerzas. Era lo que quería…y sentía que era lo correcto.

Había creído enloquecer cuando se colocó entre mis piernas y empezó a usar su boca y su lengua en mi cuerpo. Al principio cuando le vi agacharse, casi cerré las piernas de golpe, abrumada por aquello que no conocía pero imaginaba que iba a hacer. Pero el instinto y la confianza en él me guió y controlé ese impulso…y lo que me hizo sentir después bien valió la pena haberlo seguido. El corazón que latía en mi bajo vientre casi me elevó a un estado que ni siquiera imaginaba que existiese y me relajó, y me humedecí aún más.Me sentí huérfana cuando dejó de usar su boca y su lengua entre mis piernas y subió a cubrirme. Contesté a su pregunta con un gemido intenso mientras volvía a rodearle sus caderas con mis piernas y le empujaba contra mi centro. No podía esperar más.







- Sí su Gracia..,- no pude decir mucho más. Estaba totalmente abierta y deseosa. Oí su risa de satisfacción por lo bajo que me hizo sentir poderosa y cómplice de todo. Esto era algo entre nosotros y nosotros lo estábamos haciendo por nosotros mismos. Y entonces volví a sentirle acomodarse contra mí, la punta de nuevo empujando contra mi entrada. Esta vez entró deslizándose, suavemente, despacio y cuando noté el mismo tirón que antes, supe que debía respirar. Y él empujó más fuerte. Grité, no me contuve y grité cuando el dolor me atravesó la columna vertebral. Él se detuvo inmediatamente y me miró a los ojos preocupado. En verdad era un macho enorme y mi cuerpo tardó unos segundos en acomodarse a él. Lo notaba, notaba como las paredes estrechas se iban amoldando a su miembro. Pasé mi mano por su pelo mientras le observaba sonriéndole y bebía de su imagen, estaba perlado en sudor, seguro que por el esfuerzo de contenerse. Me habían dicho que dolería la primera vez…pero él lo estaba convirtiendo en un recuerdo memorable. Su preocupación constante me consternaba, me dejaba sin argumentos que tener en contra de todo aquello. Que alguien se preocupara tanto por mi bienestar era algo nuevo, y que me dejara elegir y decidir lo era aún más. Coloqué unos mechones de su pelo detrás de su oreja y le besé yo a él en los labios. Y en ese momento no me salió tratarle de la forma protocolaria. Entre él y yo se había creado un vínculo más allá de los títulos.



- Sire…Phury, no os contengais. No me romperé... he sido hecha para esto, para vos. Lo sé, y sois un macho increíble – y mis labios sellaron los suyos de nuevo. No sabía de donde provenían esas palabras que salieron de mi boca, pero las creí ciertas en el momento que fueron pronunciadas por mí. Enterró su rostro en mi cuello y empezó a deslizarse contra mí, entrando y saliendo y por los Dioses paganos que creí volverme loca de placer. Algo estaba elevándose en mi sexo y se derramaba por mi columna. Mis colmillos estaban totalmente extendidos deseando más de todo aquello.







Phury


Pensé por un momento que estaba en el puto cielo, mientras embestía moviendo mi cuerpo contra el suyo en un lento y suave vaivén, había un olor extraño en el aire, un olor dulce, no podía explicar qué era, solo sé que era completamente delicioso.


El cuerpo de Payne bajo el mío se estremecía, temblando suavemente, apretada contra mi cuerpo enmarqué su rostro entre mis manos y acerqué mis labios hasta tocar los de ella, besándola suavemente marcando un ritmo lento pero profundo.


- Sire…Phury, no os contengáis. No me romperé...he sido hecha para esto, para vos - cuando escuché esas palabras mi cuerpo estalló literalmente de placer, aumenté más el ritmo, moviéndome contra su cuerpo sin dejar de besar esos labios carnosos que me invitaban a besarlos cada vez que los veía.


Mi miembro dentro de ella vibraba por el placer contenido de años, no quería detenerme, quería permanecer por siempre dentro de ella, mis manos se movieron hasta las suyas tomándolas ambas, enredándolas entre las mías.


Un rugido como el de un animal salió de mi pecho, me contuve, lo último que quería era asustarle. Mis manos se movieron hasta sus piernas donde tomé cada una de ellas y las hice enredar en torno a mis caderas haciendo los movimientos más lentos pero profundos a la vez. ¡Estaba jodido! ¿Qué se supone que pasaría después de esto? Yo no la amaba y ella era un hembra excepcional…era un cabrón, lo sabía, pero fue imposible contenerme por más tiempo.


Mi cuerpo vibró nuevamente sintiéndome en la cúspide del placer, cerré los ojos y solté un gemido gutural aferrándome a ella, podía sentirla como yo... Una electricidad me recorrió por completo y no aguantando más exploté llegando a un clímax salvaje, llenándola por completo, la escuché gemir ante la sensación pero no me detuve….estaba como yo….tomé sus labios en un apasionado beso callando sus gritos cuando llego al orgasmo la apreté contra mi cuerpo abrazándola mientras gemía incontrolablemente - Dios….-logré susurrar contra su cuello sin soltarle-






Payne:


Cuando le escuché proclamar a un Dios externo, una ola de satisfacción me llenó completamente, añadiéndose al placer que ese macho me había hecho experimentar. Atrás quedaba el sentimiento de ira, frustración, pena, dolor, rechazo…atrás quedaba todo. Le abracé sin contenerme, y me sorprendí a mí misma, Era la primera vez que abrazaba a alguien desde que tenía tres años...pero también era la primera vez que alguien me había tratado tan cariñosamente desde ese momento.

Noté como él recobraba la respiración. Levantó su vista y pude observar sus hermosos ojos amarillos en medio de los mechones de pelo que caían sobre su frente y acariciaban mi mejilla. Acaricié la suya sin contenerme, viendo como le costaba respirar.

- ¿Estáis bien Sire? Yo estoy estupendamente.-

Y era cierto. Ya volvería a la realidad que había en ese momento a mi alrededor después de eso. Esos pequeños momentos con él eran mi válvula de escape. Y volvería a esa realidad y le haría frente con contundencia. Pero en ese momento, sólo quería que existiéramos él, yo y el momento.

Le vi asentir y le di un casto beso. Tras separarme de sus labios, le sonreí. No dejaba de mirarme. Y aún estaba en mi interior, y por todos lo Dioses del mundo, no quería que saliera.

- Gracias Sire, no olvidaré jamás esto que habéis hecho - terminé diciéndole besándole la frente - sois un gran macho de valía y caballeroso hasta la médula. Sois digno de llamaros Gran Padre.-

Me sonrió afectuosamente y salió de mi cuerpo, despacio. Se acomodó a mi lado mirándome y nos cubrió con la sábana. El silencio se instauró entre nosotros mientras no dejábamos de observarnos sin dejar mirarnos, uno frente al otro…en silencio. Sus dedos acariciaron la piel de mi rostro, mis brazos y mi cuello infinidad de veces antes de ver como sus ojos iban cerrándose despacio. Mis dedos vagaron también sobre la superficie de su torso, su cuello. El peso del sueño también empezó a cerrar los míos... Me sentía tan segura, valorada y apreciada que me dejé llevar y mis párpados terminaron por cerrarse sumiéndome en una extraña y oscura paz. Ya resolvería la realidad después.





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