jueves, 8 de noviembre de 2012

La furia y el dolor. Capitulo 3. Incertidumbre.





Phury:



Ya había pasado una semana desde que había vuelto con Payne, y que había terminado entre sus piernas. No podía sacarlo de mi mente, pesaba sobre mí como una carga. Había aprovechado un momento de debilidad de aquella fiera hembra y me había aprovechado de ella. Era algo que no cesaba de dar vueltas en mi cabeza.

Aún dormíamos en la misma habitación, aunque  yo no estaba mucho tiempo en ella. Huía de allí nada más despuntaba el anochecer. Me sentía mal por dejarla sola tanto tiempo en un mundo el cual ella desconocía pero no podía permitirme cometer de nuevo la estupidez de intimar con ella. Había llegado demasiado lejos, Payne era una hembra hermosa y se merecía a alguien que le amara sinceramente no un macho como yo, lleno de culpas, pecados y que está enamorado de otra hembra.



En las comidas ella se disculpaba y había dejado de bajar a comer conmigo y los demás, era una hembra lista y ya comenzaba a notar mi alejamiento…al parecer le afectaba.

No entendía porqué, solo había sido una noche pero para ella no sabría decir que fue. No habíamos coincidido mucho desde ese día, o más bien yo me encargaba que así fuese. Unas míseras palabras entre ambos y poco más. Y siempre superfluas.


Esa noche llegué temprano de las rondas y subí a mi habitación con la esperanza de que Payne estuviera durmiendo ya, como cada día pero la suerte no estaba de mi lado.

La encontré sentada en el borde de la cama, mirándome fijamente. Entré dejando mi cuerpo afincado contra la puerta esperando a que hablara, sabía que tenía algo que decirme.

- ¿Por qué huye de mí Sire? – fue lo primero que me dijo, y en ese instante pude sentir su dolor. Caminé hasta poder sentarme cerca de ella en el borde de la cama, girando mi cuerpo hacia ella para responder a su pregunta.

 - No estoy huyendo de ti Payne, no creas eso. Estoy huyendo de mí mismo, porque no quiero hacerte daño - me miraba con total confusión en su mirada.





Payne:


Del desconcierto pasé a la frustración. El macho me estaba mintiendo, y podía haberle consentido mucho durante esos días…pero eso no iba a hacerlo.

- Eso es una respuesta tosca y burda Sire. Por no llamarla mentira - no iba a ser más la estúpida hembra esperando a que él me hablara.

Había decidido esa noche, después de mucho pensar, que iba a encarar la situación de la forma que siempre había encarado todo lo que me sucedía, de frente y ateniéndome a las consecuencias.

Los días pasados habían sido un verdadero infierno. Había cambiado una jaula por otra…estaba encerrada en la habitación sin tener contacto alguno con nadie del lugar. En las comidas, nadie hablaba conmigo, mi hermano estaba ausente. Mentirosa me había llamado. Los primeros días había acompañado al gran Padre en las comidas, pero después, dejé de hacerlo al notar la incomodidad de los presentes conmigo en la mesa. El único que había accedido a hablar conmigo había sido Wrath, el rey. Y deduje que lo había hecho porque quería conocer siempre quien había bajo su techo. Algo que decía de su muy buen juicio.

La entrevista con Wrath fue breve…me dejó bien claro que yo estaba al cargo de Phury, como elegida y como su Shellan a ojos de las costumbres de la raza y que era bienvenida a su casa. No supe ni qué responder. Phury no hablaba conmigo, las hembras de la casa me rehuían, los machos no osaban ni mirarme durante las comidas, los doggens me servían sin mirarme a los ojos…odiaba toda esa situación.

Y algo había sucedido hacía apenas unos días en la casa. No quise salir de las habitaciones en las que estaba porque el olor de mi hermano había inundado la mansión y a los que moraban en ella. Era algo relacionado con mi hermano, aquel que me negaba...y no iba a involucrarme en nada que tuviera que ver con él. Con un dolor que casi me partía en dos,  había decidido ser fiel a mi naturaleza, esa que odiaba aquella que me había engendrado, y negarle yo también a él. Igual que negaba a la que nos trajo al mundo. Ahora ya solo era Payne, la hija del Bloodletter y ahora primera compañera del gran Padre.

Los libros que Phury me había traído ya los había releído, y ya no quería estar más encerrada. Solo el anciano Doggen estaba pendiente de mí a cada minuto del día. Y era el único que conversaba algo conmigo. Iba a estar siempre agradecida con aquel sirviente. Había decidido esa noche que Phury hablaría conmigo, por voluntad propia o clavándole la daga que tenía escondida entre las faldas de mi túnica. Esa noche el Primale tomaría una decisión conmigo.

En un principio, tras nuestra primera noche juntos, había creído que él sería distinto a la imagen que yo tenía de los machos. Había sido el único que se había mostrado atento conmigo tras sacarme del santuario y el amor que creí que me mostraba...era como el agua en un desierto, tan anhelado y buscado por mi persona que lo confundí. Creí que era aquello que llaman amor, pero no lo era.

Amor era lo que él sentía por la Shellan de su hermano, a la que miraba con verdadera adoración cada vez que se encontraba con ella. Las ganas de acabar con la vida de Bella surgían cada vez que Phury la miraba, y eso eran demasiadas para mi gusto. Controlarme estaba siendo cada vez un sacrificio mas intenso. Y en algún momento perdería el control y sería mi ruina de nuevo. Me había equivocado con él. El Primale solo tenía mejores modales que el resto de los machos. Tras usarme, me había estado evitando a toda costa y eso me estaba volviendo loca.

Me sentía sola, sin nadie a mi alrededor, desechada, repudiada. Como en el santuario, como cuando estuve encerrada esos cientos de años. No volvería a pasar lo mismo. Tenía claro que yo no necesitaba ningún macho en mi vida. Si el Primale no tenía ninguna intención de pasar más tiempo conmigo, ni de convertirme en nada suyo, entonces me marcharía. Lo que había empezado a sentir por él podría enterrarlo en mi corazón y sacármelo con el tiempo. Le miré directamente a los ojos amarillos que ahora huían de mí y esperé su respuesta. La daga por lo visto, no tendría que usarla, al menos eso esperaba.




Phury:

Estos días habían sido terribles por así decirlo. Faltaba más decir que era un grandísimo cobarde por no aceptar que podía llegar a enamorarme de ella. Era difícil dejar todo atrás. Mi amor por Bella aún seguía presente en mi interior.

La mirada que me había lanzado Payne esa noche tras esperarme en la habitación, confrontándome, me dejó completamente helado al principio. Después traté de hacerle ver una razón por la cual no podía estar con ella, pero no me había creído.

Días antes le había llevado libros y cosas para que se entretuviera, porque pasaba el día encerrada en la habitación. No salía de ella. El mismo V no se acercaba, continuaba pensando que era una mentira todo aquello, que no era su hermana. ¡Joder!

Nunca había sido tan cobarde para enfrentarme a mí mismo, aquí el único que estaba mal era yo. Debía aceptar mi destino como el prímale de una vez por todas. Payne era una hembra de valía y no se merecía lo que le había hecho. No me había podido controlar esa fatídica noche y la había tomado, una noche en la que  por fin pude sentir algo dentro de mí. Pero Bella seguía ahí, en mi corazón.

Te estás cuestionando mucho Phury –saltó el hechicero dentro de mí – aún no te has dado cuenta que nadie te amará jamás. Vivirás toda la vida enamorado de la Shellan de tu propio hermano que ni siquiera voltea a mirarte –¡¡Cállate!! le había gritado esa noche a mi cabeza. Necesitaba controlarme y poder pensar que podría hacer para enfrentar esto que sentía en mi interior. Me encontraba completamente dividido.

Y aquí estaba frente a ella enfrentándola. Ella había tomado alguna decisión, podía verlo en sus ojos.

– Creo que tú misma has visto lo que está pasando conmigo Payne. Eres una hembra de valía, cualquier macho aceptaría gustoso que fueras su compañera… pero yo no puedo. – Y aquí estaba yo negándome a la realidad nuevamente.

Payne no dijo nada, simplemente se levantó, me miró triste, dio media vuelta y salió de la habitación. Pude notar la decepción y hasta un poco de dolor en sus ojos. En eso sí que era bueno en mi vida, dañando a aquellos que me apreciaban y a aquellos que yo amaba.

En cuanto salió de la habitación, mi cuerpo por entero se volvió nada y me dejé caer en la cama.

- Eres un completo cobarde Phury, hijo de Aghony – me dije a mí mismo después de proferir una maldición entre dientes.
No podía saber con exactitud cuanto tiempo pasó después de su marcha, me había quedado quieto viendo mi vida pasar como una vieja letanía, pero un bullicio fuera de la habitación me trajo de vuelta a la realidad. Salí y me encontré a todos los hermanos reunidos en el salón en medio de un tremendo jaleo de voces.

Al entrar en el salón, pude saber qué había pasado por la mirada de furia de Wrath, que clavó en mí. Lo sentí en mis entrañas.
Se había ido. Ella se había marchado para no estar junto a mí.

Ya no estaba jodido, estaba literalmente hundido en el infierno.




Payne.

Salí de aquella habitación lo mas rápido que pude porque iba a estallar en lágrimas y en rabia pura. Y no quería que él me viera hacerlo.  Hasta que no dijo que no quería emparejarse conmigo había tenido la esperanza de que todo fuera una especie de error o tuviera algún tipo de justificación sólida para su comportamiento. Pero oír aquellas palabras había sido como un golpe en todo el estómago.

Corriendo por el pasillo y bajando las escaleras, en lo único que pensaba era en su rechazo, y en el de Vishous. Y en el de toda la mansión. Y en que no quería estar en un lugar en el que me rechazaban. También tenía claro que no iba a volver al otro lado, no me volverían a encerrar.

Sin pensar, avancé con rapidez hasta donde oí voces. El comedor. Estaban en el comedor reunidos. Eso me facilitaba las cosas. Así no tenia que convocar al rey ni a nadie. Entré en el comedor con el corazón destrozado y tragándome las lágrimas. No iba a llorar, y menos delante de nadie. Encontré en el comedor exactamente lo que imaginaba, a casi todos sentados o de pie alrededor de la mesa. Nada más entrar en la estancia, el rey se levantó al verme.

- ¿Payne? ¿Qué sucede? ¿Y Phury?-

Era un macho intuitivo en verdad. Decidí acabar cuanto antes con todo aquello. No me fijé quien estaba o no en el comedor, no me importaba ya. Los únicos que estaban en mi lista de prioridades no estaban en esa sala , ni Phury ni Vishous. Me quedé quieta apretando los puños y tiré de toda la educación que habían tratado de inculcarme allí donde crecí.

- Su Gracia está en sus aposentos majestad. Majestad…- agaché un poco la mirada, pero enseguida decidí que de nada me servía parecer una sumisa elegida, no lo era. La levanté y encaré la mirada de todos que ahora me observaban en silencio. - Venía a comunicaros que en vista a que el Gran Padre me ha rechazado como compañera, ya no tengo nada que hacer en esta casa. Me voy majestad. Solo venía a comunicároslo y a agradeceros vuestra hospitalidad.-



Oí perfectamente el gruñido del gemelo del Gran Padre a mi derecha. Wrath solo respondió.

- Entiendo elegida. ¿Deseas que te acompañe como soberano en tu vuelta al otro lado, o deseas que llamemos a la Directriz para que sea ella la que venga a buscarte?-


Me horroricé ante aquella expectativa.


- Con todos mis respetos, majestad…no voy a volver al otro lado.-


Si creía que alguien murmuraría o diría algo importándole en algo alguna de mis palabras, me equivoqué . El silencio seguía presente en aquella sala como si fuera una losa.



- ¿ Perdón?- Wrath preguntó como si no creyera lo que había oído. Se recolocó las gafas. Pero no dejó de mirarme.


- No voy a volver allí. No tengo nada que hacer allí. En el momento que pise el santuario La Virgen Escribana volverá a encerrarme. Solo me liberó para que cumpliera con mi papel de elegida. Y ahora eso ya no es posible. Y aquí no puedo quedarme, mi hermano me repudia, mi Hellren también…no tengo nada que hacer aquí.-


- ¿ Y donde irás elegida? Aunque el Primale haya renunciado a ti, mi honor no me permite no velar por tu seguridad. Estás en mi casa y eres mi invitada. Estás bajo mi protección. No puedo dejar que te marches de esa manera. Recuerda que soy el rey, elegida, así que ten cuidado con lo que vayas a decirme.-

Ya no pude controlarme. Toda mi vida luchando contra el dominio de todo, y ahora todo volvía a estar sobre mí para obligarme a comportarme como una típica hembra. Pues yo no lo era.

- No os voy a decir nada majestad. Simplemente me iré. Solo os informaba por educación, cortesía y gratitud. Sabré valerme por mí misma. No necesito vuestra protección.-

Noté como el aire empezaba a vibrar y sabía que aquella vibración del ambiente provenía del rey. Le había alterado. Si no quería provocar un problema aún mayor…debía irme ya. Si me descontrolaba, inocentes podrían salir heridos por mi culpa.

- No os molestaré más Sires - y agaché la cabeza en señal de saludo y despedida - sigan con sus conversaciones y libaciones. Esta elegida no les traerá más preocupaciones. -

Y me di media vuelta lo mas rápido que pude. No tenía ni idea de lo que haría ni de lo siguiente que iba a hacer. Cuando me dispuse a desmaterializarme a ciegas en el exterior… algo me sujetó del brazo. Me di la vuelta para ver quien era y me quedé sorprendida al ver a la hembra llamada Marissa. La miré extrañada .

- Espera…no puedes irte así Payne.-
- ¿ Por qué no puedo? Lo hice hace doscientos años, puedo volver a hacerlo - la hembra rubia parpadeó un momento antes de hablar.

- Payne, he estado en la misma situación que estás tú y sé lo que digo. Y yo llevo viviendo en este lado mucho más tiempo que tú. Y no soy ninguna pretrans. Déjame echarte una mano. Me dedico a eso, ¿recuerdas?-

Intenté enfocar mis recuerdos de la gente de la casa y algo vino a mi mente cuando Fritz me hablaba de la familia. No Phury como debía haber sido…Fritz el Doggen era el que me había hablado de cada miembro de la casa.

- No voy a irme a vivir a tu residencia para hembras. Las asustaría y tengo mi dignidad, Marissa.-
- Lo sé…pero puedo hacer otras cosas para ayudarte en el camino que vas a emprender.. Espérame tan solo cinco minutos en el recibidor a que me despida de mi hellren y avise a Wrath antes de que destroce la cristalería…y acompáñame - su voz era dulce, tranquila - no pierdes nada Payne, y luego podrás decidir por ti misma lo que quieres hacer.-

La miré sin saber que responder. Era una hembra inteligente con ojos que delataban su sabiduría. Asentí con la cabeza, porque realmente no se me ocurría ninguna otra opción. Y a desmaterializarme a ciegas por la ciudad… siempre había tiempo.

Ella sonrió complacida y desapareció rápidamente. Me dirigí al recibidor y me quedé allí esperándola. Nadie apareció. Justo antes de que Marissa volviera con un maletín en la mano, Fritz apareció por la puerta de al lado llevando algo consigo. Una bolsa de cuero. Me la ofreció con una sonrisa triste y simplemente me dijo:

- Cuidaos mucho mi Señora. Os he preparado algo de comer y ropa por si lo necesitáis.-

Le miré tan conmovida que no podía ni pronunciar palabra. Me incliné ante él, con una reverencia y recogí la bolsa con mis manos. Las lágrimas pugnaban por asomarse, pero las contuve como siempre había hecho.

- Que la VE te acompañe, Fritz e ilumine tu camino siempre. Te tendré presente en mis plegarias - era lo menos que podía hacer por aquel Doggen, tratarlo como se merecía aunque yo ya no creyera en aquella deidad.

Marissa llegó a mi lado y me cogió por el brazo instándome a caminar.

- Vámonos Payne, antes de que Wrath cambie de opinión. Lo ha dejado todo en mis manos.-

Sin saber que decir me dejé llevar por aquella hembra rubia que caminaba y hablaba con seguridad.





Phury


No podía creer lo que sucedía a mi alrededor. Me había quedado completamente inmóvil ante la presencia de mis hermanos mirándome todos con una obvia mirada de reproche en sus ojos. Fácilmente podría ignorar cómo me miraban, pero no la del rey que era la que mas pesaba sobre mí.

—Phury ven a mi despacho – me dijo al tiempo que giraba sobre sus pies entrado al mismo. Su voz sonaba fría. Obligué a mi cuerpo a moverse dirigiéndome con certeros pasos.

-Cierra la puerta - lo hice enseguida. La mirada de los hermanos aún era una losa, pude sentir sobre todos la mirada de Z desde algún lugar de aquel enorme salón.


Esperé que recitara mi anterior lista de fracasos agregándole la nueva estupidez que había cometido. Pero solo calló y me instó a hablar.

– Acepté ser el prímale y como tal debía cumplir mi misión, algo que no hice al rechazar a Payne y de cierta forma obligarla a irse - me concentré firmemente en el Rey y esperé a que una voz que no fuera la del hechicero enumerara mis cagadas. Salvo que nada ocurrió. Wrath no dijo absolutamente nada, se quedó completamente inmóvil solo con su mirada fija sobre mí.


-¡Dime qué coño debería hacer contigo Phury! – me grito levantándose de su escritorio y dejó caer su mano sobre él, haciéndolo temblar.

- ¿No tienes una puta idea de lo que has hecho verdad? Aceptaste la misión de ser el jodido prímale y ahora no la cumples, dejaste que Payne se fuera quien sabe a dónde y te importa tan poco que no has  movido el culo siquiera para buscarla. ¡Es una elegida por Dios! Tu deber es velar por ella - sus palabras salían de golpe rápidamente de su boca dándome de lleno, haciéndome ver la realidad de las cosas.


–Siento que todo pasara como lo hizo, yo no le pedí a Payne que se marchara, ella simplemente se enteró de todo – le respondí con firmeza, no pensaba quedarme de pie sin hacer nada


¡¡¿Y qué es todo Phury?!! – prácticamente ladró las palabras – ¿ Que te niegas a seguir adelante con tu puta vida aceptando tu papel como el prímale, que dijiste que serías solo para condenarte encerrándote en un pasado que no tiene futuro enamorado de la Shellan de tu hermano? Sí, lo sabemos todos ese pequeño detalle.–


Sentí una rabia arder mi cuerpo completamente, mis manos se encerraron en puños, sentía los nudillos apretar tanto que creí me iban a sangrar-


-¿Vas a echarme? –  fue todo lo que pudo salir de mis labios en ese momento, mi rabia contenida tuve que tragármela.

- No es tan simple como eso —dijo Wrath—  si quedas fuera, ¿dónde deja eso a las Elegidas? El Prímale siempre ha sido un Hermano. Eso sin contar como se lo tomaría Z. –


Avancé hacia delante.


- Lo siento – murmuré - sé que no he hecho las cosas bien hasta ahora…..Pero .. –no me dejo continuar en cambio se giró hacia mí, mirándome fijamente.

– No hables más Phury, porque todo lo que dices no lo cumples, así como prometiste a tu hermano estar lejos del peligro, así cómo le prometiste que dejarías de fumar y aún no lo has hecho. Dame tus dagas. Estás fuera de las rondas de forma permanente. –

Mi Corazón se detuvo por un momento.


De todos los desenlaces que había previsto para esta confrontación, nunca había pensado en uno como este. Había estado en la Hermandad durante solo setenta y seis años. Llevándome la mano al pecho, palmeé el mango de la daga, desenfundé el arma de un solo tirón, y la coloqué sobre el absurdo escritorio azul pálido. Hice lo mismo con la otra.

Hice una reverencia ante mi Rey y abandoné la habitación sin más palabras.


- Bravo - gritó el hechicero - qué pena que tus padres estén ya muertos, compañero. Estarían tan orgullosos en este soberbio momento... espera, traigámoslos de vuelta, ¿quieres?– dos imágenes rápidas me golpearon: mi padre desmayado en una habitación llena de botellas de cerveza vacía, mi madre yaciendo en una cama con el rostro vuelto hacia la pared. Subí las escaleras a mi cuarto en dos segundos. Volví toda la habitación, saqué un encendedor, tomando un puro encendiéndolo. Con todo lo que había pasado esa noche, lo único que necesitaba era fumar. Así que fumé.

2 comentarios:

  1. aquí tengo que pagar y cuanto para QUE CONTINUENEN CON ESTE FANFIC ?? JAJAJJAJAJA

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    1. Nos encanta tu comentario Annyi. Ojalá fuera esa la solución. Nosotros tambien queremos que se continúe, pero una de las dos autoras no está disponible. ¿ Y si le mandamos una solicitud sellada con un cofre del tesoro para que lo haga? ;) Mary está dispuestísima, pero le falta su Phury. :(

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