miércoles, 3 de abril de 2013

"Amar en tiempos de crisis". Capítulo 3.



Capítulo 3.

- ¡No creo que entienda lo que le digo, señoría! ¡Mi cliente es inocente! Las cámaras de seguridad le grabaron en todo momento. Además, no tienen pruebas fiables para acusarle de asesinato. En todo caso de robo y fue por una manzana que devolvió - mi sangre hervía -. El cuchillo estaba en la celda. Y mi cliente tiene un compañero, uno que sigue estan...
- Protesto señoróa - la voz de Michael resonó por la sala -. No puede hacer acusaciones si no tiene pruebas.
- Vosotros no tenéis pruebas -cuando me di cuenta que lo había dicho en voz alta, enrojecí y me senté. - No tengo más preguntas.



Durante el resto de la sesión, me sentí indignada. Discort apoyó su jodido trasero en la mesa mientras movía las manos haciendo preguntas. Yo intentaba protestar, pero no surgía efecto. Me sentía hecha mierda, como si la jueza me asfixiara con sus miradas de asco hacia mi persona. Todos eran iguales. Incluido ÉL.
Un café, pensé al salir de la sala. Sí, un café me vendría bien. Y cambiarme. No soportaba más la falda negra. Cogí mi maletin y la bolsa y fui al Starbucks que había enfrente. Sí, aún existía. Aunque era mucho más lujoso y solo lo podían utilizar los abogados, jueces y notarios enseñando la identificación. Me senté lejos de la ventana y fui a los servicios. A los diez minutos, iba con unos cómodos pantalones negros, la camisa blanca y la chaqueta negra. Los tacones me los había dejado puestos.


Un hombre que no reconocí se acercó a mí. Era bastante alto, rubio con ojos azules verdosos, vestido de traje con corbata roja y sonrisa deslumbradora.



- Hola Allys.
- ¿Te conozco? - frunciendo el ceño -. Me resultas familiar pero...
- Hace 10 años, conocí a tu hermana, y estuve viviendo unos días con vosotras en vacaciones. Me ofende que no me reconozcas, Allyson.

En ese momento caí. Sí que lo conocía.


- ¿Alexander? ¿Alexander Watson? - cuando vi que sonreía le abracé fuerte.- Oh joder, ¿como estás? Han pasado diez años. ¿Helena sabe que estás aquí? - sus brazos me rodeaban noté.- Tienes dieciocho ahora, ¿no?
- Sí, así es. Y aún no vi a Helena. Confiaba en que me dejarías verla un día de estos. Me queda un año para ser mayor de edad, pero la cuidaré bien.
- Te creo. Puedes ir a verla cuando quieras. ¿Qué haces aquí, por cierto?

- Estudio Derecho, y estoy esperando a mi padre. Me adoptaron cuando Ma Watson murió hace unos meses.
- Lo siento mucho. Mi madre murió hace poco. Así que aún estamos asimilándolo... - susurré las palabras lentamente y luego me aclaré la garganta, y me senté con mi café. - ¿Y quién te adoptó?
- Michael Discort. Ahora soy Alexander Discort.


No sé porqué no me sorprendí. No me extrañaba que Él hubiera hecho eso.

- ¿Y cómo es? Como... como padre digo.
- No me trata como un padre, sino como un amigo, me alegro de que me adoptara, Allys. Su casa es enorme. Ya la verás si vas. Tiene tres plantas, quince baños, diez habitaciones, cocina, un gran salón, sala de juegos, de cine. Es increíble, de verdad. Y tiene a una bebé que adoptó hace unas semanas, de una de sus cocineras que murió en el parto. Él la estuvo cuidando dejando que ocupara una habitación sin dejarla que hiciera nada.

Mis ojos brillaban. Era bonito por su parte.


- Yo tendré que casarme con alguien o dar a Helena en adopción. Sabes que antes de los veinticinco no puedo tener a nadie a mi cargo.
- ¿Por qué no se lo pides a Michael?

- ¿Qué? ¡No! ¿Estás loco? - bajé el volumen para que solo lo oyeramos nosotros -.
Él se encogió de hombros, terminando cada uno su café.
No me había planteado casarme con Discort. Pero... ser su esposa... estar en su cama cada noche... Haciendo el amor y...
Eh. Un momento. Debía dejar de pensar eso. Él era el demonio en persona. Jamás. Jamás lo haría.

¿O... sí?

No hay comentarios:

Publicar un comentario