miércoles, 21 de agosto de 2013

DOS LOBOS, DOS ALMAS, UNA LUNA. MANADA DE LOBOS FURTIVOS. Capitulo2. Lobos Descubiertos.







Fuertes cazadores armados de hierros

Fueron destrozados. Los duros colmillos

Dieron cuenta de los más bravos perros,

como de cabritos y de corderillos.

Ruben Dario




                                          Capítulo 2

Lobos descubiertos.


El pequeño sector de bosque donde habían estado caminando tenia “algo”.

La noche se había vuelto una gran porquería. Habían estado  solo tomando unos tragos, sentados en bancos sobre la barra, era un bar de mala muerte, pero para los propósitos prácticos había sido  útil. Lex había querido estar borracho como una cuba en menos de una hora.

Habían mirado  las salidas, como siempre, costumbre. Ese simple hecho les había salvado el pellejo más de una vez…tal vez dos. Y siempre los mismo pensamientos mientras tomada y echaba un vistazo a su hermano. Sambana iba siempre inmaculado. Lex siempre terminaba pensando en medio de la borrachera,   como podían tener el mismo cuerpo, las mismas facciones y él siempre lucia como salido de la tapa de una revista de alta costura o moda. No es que alguna vez hubiera visto alguna de esas, pero podía ser.



Perfecto, era la palabra que mejor lo describía. Peinado, ropa y perfume.Era odioso pararse a su lado siendo iguales y llevando la misma ropa y verse tan distintos. El tipo tenía estilo, eso no lo discutiría. Pero lo que realmente lo sacaba de quicio era que siempre suponía que la culpa  de loq ue ocurría era de Lex. Y por la Luna, siempre se lo recordaba.

Todos los santos días era lo mismo. ¡Lex deja eso! ¡Lex no, no pelees Lex! ¡Fue tu culpa Lex! Era agotador, pero…era su hermano, su camada y siempre contaba con Sambana cuidando su flanco.




Este era el caso. Rodeados por más de veinte machos, toda una jodida manada. Siempre ellos dos solos, contra todo.


Y sí, esto era algo que Lex le diría, si por la bendición de la Luna salían ilesos esta vez sería Lex el que diría: “Esto es TU culpa Sambana”.

Lex no quería escuchar lo que tenía que decir. Nunca.Era un hecho irrefutable como que la luna se posaría sobre sus cabezas después del crepúsculo.

Si, había destrozado el Bar. Si, había golpeado, mordido y rasguñado a todos dentro del deprimente lugar.

Si, como siempre la culpa era de Alexias Vladis. Él gran lobo malo.

Odiaba lo que había pasado, con cada gramo de su ser, pero Sambana jamás lo escuchaba, solo suponía que Lex tenía la culpa.

Y ahora estaban en tremendo lío porque no quería escucharlo.  Lex se había dado cuenta que los estaban siguiendo,ocultos en la noche. Lo había detectado con su olfato, era débil y casi imperceptible,  y ahora estaban  todos ellos allí. Ocultos por los arboles y la noche. Caminaban con el viento, sigilosos y sobre todo silenciosos.


Un olor fuerte, como si la mugre y la basura tuvieran un hijo…el muy jodido olería así.


Sus  narices se arrugaron en un gesto idéntico cuando la sombra se movió un poco más al claro, dejándose ver. Una fuerte sensación de nausea  le  retorció la boca del estomago  a Lex y creyó que a Sambana le ocurrió lo mismo cuando se llevó la mano para cubrirse la nariz. Por la Luna, este idiota hacía años que no se bañaba. Pensó, gracioso, que si no lo mataba le mandaría algún jabón con olor a limón. Era grande, olía mal y su ropa era muy raída. Eso lo hacía más peligroso. Un lobo/hombre que no tenía nada que perder, no le temía a nada.


Mierda estaban  muy jodidos.

La oscura sombra reveló su rostro y no fue agradable, marca de garras y colmillos surcaban su rostro y brazos, simplemente seguían y seguían. Un guerrero, mierda mierda y más mierda. Pensó  Lex y el muy jodido habló.


-¿Qué tenemos aquí?- Dio dos pasos y siguió mirándolos. –Están invadiendo el territorio de la Manada de Furtivos, puedo saber ¿Cómo paso eso? Oh…mil perdones.-


Dijo sonriendo como un chacal viendo carne de varios días. Él tipo parecía ¿Contento? Lex le dio una mirada torcida y abrió la boca para hablar cuando sin más fue interrumpido por Sambana.

-Solo estamos un poco extraviados, como verá mi hermano y yo no teníamos intención de invadir su territorio, solo desconocíamos el hecho de que hubiera una manada en la zona. Y en este momento saldremos de ella para no generarle más molestias, le rogamos que nos disculpe si hemos interrumpido sus labores e incomodado.- Crucial, correcto y dúctil con la verborragia que lo invadía como los aliados a Normandia…era imparable.

El alfa, nadie se atrevería a mover tanta gente sin ser el líder, por eso era el macho que meaba más lejos.  Lex aclaró sus ideas y desplego sus garras. Pero que mierda, él no le rogaría a nadie. Pobre bastardo si solo daba un paso, pelearían y Lex ganaría. Nadie, nada,nada  nunca tocaría a Sambana, el era invaluable.

Como los dos últimos especímenes de su raza, el “ADN” que tanto molestaba a Sambana de Lex desparramado por todo el bar, hoy era lo que debía defender.

El jodido alfa no dudo,  Lex creyó  que no lo hizo  pensando en nada, simplemente estiró la mano para tocarlo y lo único que se  vio  después fue su sangre correr. Sintió  el caliente chorro de la sangre casi negra caer y manchar lo que ya era material para la basura. Todas sus ropas eran ahora, un total desastre.

Un sonido hueco salió de su garganta y luego otro sonido acompañado de sus manos tomando su cuello. Movió la cabeza para ver que hacía y sonrió. El maldito no se dio cuenta   que cuatro grandes cortes  dejaban ver, ahora desde el suelo, sus tendones y venas a la luz de la luna. Era el momento justo para hablar.

-Nunca intentes tocar a mi hermano.- Lex levantó la cabeza y escaneó la cercanía, de a uno los lobos iban revelando sus posiciones. -El que sigue por favor, no tengo toda la puta noche para esto.-

Si hubiera gritado, la amenaza no hubiera sido  más velada, solo, con ese tono de voz,  todos los lobos salieron poco a poco.

Lex se paró con las piernas abiertas preparado para defender a su hermano de camada, su gemelo idéntico, el último de su raza y con una sonrisa casi demoníaca…esperó.


                                                                      *****


Mikalys Drokys yacía en el piso, muerto. Ben no podía creer lo que había pasado. En  solo un nanosegundo ese extraño había terminado con la existencia de su alfa.

Por varios segundos Ben miro a los dos extraños que eran idénticos, pero uno…uno tenía un llamado. Algo en el cuerpo del otro lobo le estaba hablando, no eran los hilos eso podía sentirlo. Algo, no sabía qué, pero se sintió de forma inconsciente  dando un paso tras otro tratándose de acercarse lentamente a él.

Se frenó ante las palabras del nuevo alfa, que había visto sus vacilantes pasos.

Ben se sentía flotar, ahora entendía porque Mikalys había salido corriendo cuando los dos lobos salieron del bar. El dueño había llamado a la manada mientras se escuchaba la pelea de fondo. Alfa y ejecutor debían  frenarla, pero llegaron tarde.

Ben ahora  seguía hipnotizado con el macho que se paraba junto a su hermano para pelear, su nuevo alfa según las leyes. 

Sabía que solo uno de ellos  había peleado cargándose a  6 humanos y 4 lobos, eso requería fuerza, poder y sobre todo coraje. Este macho lo tenía todo y de sobra.

Claramente el alfa le hablaba a él, que estaba mas cerca. Los demás lobos que se habían unido a la caza de los dos lobos invasores , salieron lentamente de sus escondites cuando Ben reveló su posición.

Si,  ciertamente no le dejarían  llegar al lobo que lo llamaba sin hablar, sin moverse. Lo quería tocar, tal vez besarlo.

Joder, él tipo lo había excitado sin siquiera mirarlo.


Continuará....

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