martes, 6 de agosto de 2013

Bloody Roots. Raíces de Sangre, Capitulo I, parte 2. ¿Acuerdos?




Bloody Roots. Raíces de Sangre, Capitulo I, parte 2.  ¿Acuerdos?  

       


El macho, amo y señor del campamento, se quedó perplejo. Ninguna hembra antes había sido tan valiente ni le había desafiado de esa manera. Estaba dándole órdenes y le retaba mirándole a los ojos aunque su mano estuviera volviendo la piel blanca de su rostro en azul por la falta de aire.


Soltó su cuello y cayó sobre ella como un animal, casi posando sus labios sobre los suyos y arrancándole de cuajo el vestido,  lanzándolo lejos. La hembra olía a néctar delicioso y plagado de sin fin de aromas. Inhalo con fuerza y su miembro chocó contra el estómago de la hembra. El beso habría sido invasivo, dominante, salvaje hasta la médula..si él besara. Sus colmillos arañaron la delicada piel de sus labios dejando un reguero de sangre. Se separo de ella unos centímetros para observarla.

– Nadie me da ordenes. Nadie-

Dio un paso hacia atrás y la observó desnuda. No estaba preparado para el cuerpo que la hembra le mostró, y hubiera caído a sus pies si hubiera sido otro macho. Pero no lo era. Dio una vuelta alrededor de ella valorando cada centímetro de su carne expuesta, sonriendo por lo bajo.


- ¿ Porque yo? Como elegida tienes a tu disposición al Gran Padre. ¿ Porque contravienes las leyes de la gran Madre?-



 Con el gusto de su propia sangre en los labios, Annalisse observó como el macho la contemplaba desde todos los angulos y lo miró con intensidad.

- Las leyes del Gran padre no son mis leyes, y yo te necesito a ti, guerrero.

Pongo a tu disposición mi cuerpo. La unión de los dos en mi vientre, dará a la raza un nuevo tipo de vampiro. Mas fuerte, mas rápido y mas letal...
Un vampiro que con su fuerza nos ayudará en la lucha contra la sociedad Lessening.-

 Annalisse levantó de nuevo sus ojos, desafiando al Bloodletter y caminó hacia él, contoneando las caderas.

Ella no tenia mucha idea de seducir a los machos, pero el cuerpo que había elegido era hermoso y a bien seguro, le serviría en sus propósitos.

- Ahora, Bloodletter, enséñame...Enséñame a servirte.-

 Dijo ella con voz firme ,sintiendo como el calor que se había instalado en su centro, se extendía por todo su cuerpo, erizando su piel y deseando todo lo que el macho pudiera ofrecerle.





El macho  se lanzó sobre ella en un segundo y la cogió por la cintura levantándola, hasta que sus caras estuvieron frente a frente. Él le sacaba unos buenos palmos y se veía obligado a mirar hacia abajo cuando la miraba. Lo que estaba bien.

En dos zancadas se la llevó hacia su lecho y la lanzó  sobre el montón de pieles que estaban desperdigadas encima del jubón de paja prensada. Su cuerpo reboto sobre las pieles y el casi se perdió en la visión de esos pechos llenos, cremosos a la vista y de un tono rosado en los pezones.

Casi estuvo a punto de lanzarse sobre ella y montarla de un solo golpe hasta que su cerebro reprodujo en su cabeza cada una de sus palabras.
Si en algo era él famoso, era por sus victorias en el campo de batalla , y aunque a fuerza bruta y crueldad no le ganaba nadie, no había salido siempre victorioso por simple y llana brutalidad. También era conocido por lo frío y calculador que era su cerebro. Un estratega como pocos.

Y había aprendido en sus años de existencia que no había nada fácil. Nada. Todo tenía un precio. O había un interés oculto detrás de una oferta tan buena. Y las hembras eran manipuladoras y astutas. A falta de fuerza, la Virgen Escribana las había dotado de una inteligencia manipuladora. Por eso el las sometía a todas.

- ¿ Que es realmente lo que quieres?-

Se acercó a ella sobre la cama y cogió su barbilla. Ella no le negó la mirada, al contrario, se la mantuvo mientras escudriñaba sus ojos y su rostro. Y le ofrecía sus pechos arqueando su espalda. Casi no pudo concentrarse en sus ojos con aquello bambolenado en su pecho.

- Esos ojos...me son demasiado familiares-

Su cerebro parecía una rueda de molino dándole vueltas a aquel maravilloso regalo que parecía ser ella.

- ¿ como no pueden ser las leyes del primale tus leyes?
¿ Como puedes saber lo que tu vientre me podrá ofrecer?
¿ como podremos traer a la raza un nuevo tipo de vampiro? - Frunció el ceño mirándola- ¿ Como podría la Virgen Escribana permitirnos...?-

 No terminó las palabras.Le daba incluso miedo pensarlas. El brillo de los ojos de ella y la cara de autoridad que puso con su silencio casi lo hizo caerse de culo y le dio la respuesta.

- ¿ cual es tu nombre Hembra? -

 Casi gruñó la pregunta. Él no le tenia miedo a nada y si la que estaba delante de él era la que pensaba, mostrarle algún tipo de miedo no haría la diferencia. O lo abrasaría solo con mirarlo.




 Una sonrisa curvo los labios de la hembra hacia arriba y ya, con los colmillos completamente extendidos, abrió sus piernas, y se aferró a los amplios hombros del vampiro.

- Me llamo Annalisse. Y tan solo soy una elegida caída.-

 Sus ojos de diamante se posaron en los del macho y clavó sus uñas en su piel, deslizándolas hacia abajo y dejando un reguero de sangre, que incorporándose, lamió con la punta de su lengua.

- ¿ Me vas a dar lo que he venido a buscar, Sanguinario?-

Los ojos de Annalisse destellaron con un brillo perverso y miro al Bloodletter ladeando la cabeza.




El macho parpadeó un par de veces y le gruñó a la hembra. Demasiado fácil. Le daba pánico pensar aquello que estaba pensando, pero había tantos indicios...

- ¡ Estas engañándome hembra!-

Soltó su barbilla y la abofeteó con fuerza, su cuerpo fue lanzado hacia atrás, encima de su lecho. La hembra se palpó la cara con la mano atónita.

- No vuelvas a engañarme. Y respóndeme, Analisse- enfatizó cada silaba de su nombre con rabia. ¿Una hembra intentando engañarle? Maldita fuese. La tomaría, la drenaría y si gritaba la mataría en su propia cama.

- ¿ porque quieres mi semilla?-




 - Ya te lo he dicho. Quiero conseguir una raza superior...-

Ella se frotó la cara allí donde había recibido el golpe y miró atónita al macho. Así que las leyendas eran ciertas... ese macho doblegaba y no rogaba. Esto iba a ser divertido, siempre y cuando consiguiera que su cuerpo no muriera en el proceso.

- No voy a rogarte, Bloodletter... Si tu no lo haces, quizás Hharm si que quiera hacerlo.-

 Anallisse sabia que sus palabras desafiarían al macho, y levanto la barbilla muy digna.

- De una manera o de otra, ambos tendremos lo que queremos, pero si no te apetece enseñarme, me marcharé por donde ha venido y nunca volverás a verme.-

 Annalisse se levantó de un salto de la cama y miró desafiante al vampiro.




 La mención de Hharm hizo que el macho  gruñera por puro instinto.
Mía.
Apareció otra vez en su cabeza y quiso arrancársela. Esa hembra estaba manipulandolo y jamás dejaba que una de ellas lo hiciera.

- No juegues conmigo maldita zorra. Si quieres a Hharm ahí tienes la puerta y ves a buscarlo.- Olisqueó el aire cinrcundante- Pero tu necesidad no sé si te dejara llegar hasta él sin que caiga medio campamento sobre tí. - Sonrió de forma malévola.
El dejó que la luz de las velas se reflejara en sus colmillos al sonreír perversamente. Esta hembra quería algo de él y estaba escondiendo algo también.

En ese momento una ola de calor inmenso nació de la hembra y se propago por toda la cueva. El bloddletter hubiera caído de rodillas si no estuviera acostumbrado ya a esto. Como jefe del campamento tenia siempre el privilegio de montar a la hembra primero si le interesaba. Y el aun no había dicho nunca que no. Su respiración empezó a ser dificultosa. Su erección estaba a punto de reventar frente a esa ola de hormonas de la hembra.

- ¡Ven aquí hembra. Demasiado tarde!-

Se acerco a ella y la cogió de nuevo por el cuello, pero la otra mano la coloco sobre uno de sus pechos, manoseándolo. Era caliente y turgente, cremoso al tacto y maravillosamente suave. Le costó mucho mantener el agarre sobre su cuello y no caer sobre ella para lamerlos.




 Su agarre le hacia daño, pero Annalisse mantuvo la compostura. Si deseaba un hijo del Bloodletter, tendría que ganárselo y aunque ahora mismo estaba mas interesada en respirar, lo miro a los ojos.

-Soy una elegida... Solo quiero que me sirvas tu.Deseo que mi hijo sea mas fuerte y tu eres el mejor guerrero, aunque hayas sido expulsado de la hermandad.-

 Las palabras salieron ahogadas y los dedos del Bloodletter pellizcaron con mas fuerza su pecho, retorciendo el brote de su pezón con sus dedos, hasta que ella grito de dolor.

Sabia que con él no habría ternura, y maldita fuera, pero si quería a un primale para sus hijas, debía soportar todo lo que ese vampiro le hiciera.




El macho no le contestó. Solo gruñó, la tumbó completamente sobre el lecho y abrió sus piernas.
La hembra grito presa de una nueva oleada de hormonas y cerró las piernas por instinto retorciéndose sobre la superficie mullida. El cerró los ojos inspirando aire y sudando por el esfuerzo.

Con un brusco movimiento, puso su mano debajo de su cintura, le dio la vuelta sobre su vientre y la levanto colocándola sobre sus rodillas y sus manos.

- Asi que quieres un hijo mío.-

Dijo él de forma feroz. Con la mano, llevo su tremenda erección a la entrada de la supuesta elegida y se frotó en ella, expandiendo los jugos que ahora asomaban al exterior. Sabía por experiencia que ahora la hembra estaría dolorida y que solo montándola, el dolor desaparecería.
La hembra se revolvió y sus caderas buscaron que él se introdujera en su interior, pero él, con un gran autocontrol, la detuvo sujetándole las caderas en el lugar.

La hembra gimió y gritó frustrada. Y empezó a arañar las pieles con sus uñas. Él se rió a su espalda, tentándola con su glande en su entrada, sin entrar del todo en ella.

- ¿ Buscas esto, verdad?-

* La agarró por el pelo, mientras introducía su miembro un centímetro apenas y la levantaba hacia él dejándola de rodillas, sujetando sus brazos a su espalda, maneniendola atrapada. Ella gritó y él se sintió complacido con sus gritos.

- Dime perra, dime de verdad quien eres o me largo por esa puerta y te dejo atada al altar de roca para que te retuerzas durante dos días sin que nadie venga a cubrirte.-

El bloodletter sospechaba quien era aquella hembra que se empeñaba en llamarse elegida pero temía decirlo en alta. Si era ella, tenia la capacidad de matarle con un parpadeo, pero si lo era y aun no lo había hecho, sería por algo que él iba a aprovechar sin dudar.

Ninguna elegida tenia el poder que ella parecía tener y esos ojos diamantinos la estaban delatando demasiado. Y su experiencia con ella le decía que si le había elegido a él, era porque realmente lo necesitaba. Y eso podía servirle para negociar lo que mas ansiaba.

Si ella era quien era, era la única que  podía dárselo visto lo que sucedía desde hacia centurias. Aunque el Mía seguía machacando su maldito cerebro animal, apartó los instintos de macho vinculado y se forzó  a actuar por encima.




 - Porfavor... Porfavor... -

 La hembra susurraba casi como si de una plegaria se tratara y cuando un espasmo recorrió su cuerpo de arriba abajo, gritó, con las lágrimas cayendo silenciosas por su rostro.

Dolía demasiado, pero aun así, no cesaría en su empeño. Había venido en busca de algo y no se iría sin ello.

Sentir al Bloodletter en su entrada, solo hacia que lo deseara mas, y que el dolor se hiciera mas intenso y cuando él tiró de su pelo, jadeó, clavando las uñas en las palmas de sus manos ahora unidas por la fuerza del agarre del macho.

- Haz que pare, porfavor. Te daré lo que tanto ansias, pero haz que pare -

 No sabía si el ser penetrada iba a dolerle tanto como lo hacían los calambres y aunque sentía miedo, por lo que él pudiera hacerle a su cuerpo mortal, lo deseaba, y el olor que desprendia el cuerpo del macho, la envolvía por completo.




El macho la puso mas erguida tirando de su pelo, pegando su enorme pecho musculoso a la espalda de la hembra . Cogiéndola por la garganta otra vez, susurró en su oído.

- Lo que yo ansío solo puede darmelo alguien con un poder superior. Y tu solo eres una elegida ¿ verdad?-

El cuerpo de la hembra temblaba, aunque él no olía el miedo en ella. Olía la convicción pura y la determinación y eso la hizo respetarla durante una milésima de segundo. Eran los temblores y el dolor de la necesidad lo que la atormentaban.
Él estaba haciedo un gran esfuerzo por controlar lo que todos sus instintos estaban impulsandole a hacer: montarla hasta la extenuación.Respiró profundamente y lamió el cuello de la hembra, magreando uno de sus pechos y metiendo la otra mano en los pliegues mojados de la hembra. Su glande aun no terminaba de entrar en ella y ella gemia de frustración.




 Con el cuerpo convulsionando, Annalisse giró sus ojos de diamante hacia los del Bloodletter y con un gemido le habló.

En su voz había mas suplica que dolor , pero ella no se echó atrás.

- Porfavor, sire.. te daré lo que quieras... -

Un nuevo calambre la hizo doblarse por la mitad, y el macho la sujeto con fuerza contra su pecho, clavándole los dedos en la garganta y cuando amenazó con romperle el cuello si no le decia la verdad, ella al final se delató.

- Maldito bastardo, ¡te mataré si no lo haces!. Te juro que pienso calcinarte hasta el mismo tuetano si no haces lo que te digo. Quiero un hijo y tu me lo vas a dar.-

 Su voz cambio por completo y siseó, mostrando los colmillos y la carcajada que oyó a su espalda, la dejó petrificada.




La carcajada del macho atronó en las paredes de la cueva. Bajó su cabeza y le lamió el cuello.

- Sabía que no eras una mera elegida. -

 La soltó y la cogió en volandas, sentándose en el borde de la cama y colocándola a ella a horcajas sobre su enorme erección que ahora le dolía como el infierno .

Cogió su cara con una de sus manos y clavó su mirada en esos ojos diamantinos. Mierda, ella podia calcinarlo en un parpadeo, él estaba jugando con fuego...¿ pero que era la vida sin un poco de riesgo?

- Quieres un hijo mío, y yo quiero un hijo macho. ¿ puedes asegurarme que la cría que engendres sea varón?-

La estaba sujetando con su brazo libre ya que la elegida no era muy pesada, con el glande rozándole los labios y ella le miraba con fuego abrasador en los ojos, muy molesta.

Su cuerpo estaba ardiendo y sentía como espasmos la recorrían. El macho de su interior bramó de nuevo con el Mía y quiso cubrirla enseguida y servirla ...el guerrero cerebral y calculador se obligó a mantenerse quieto hasta que ella respondiera.

- Ningún hijo mío macho ha sobrevivido, solo tengo crías hembras. ¿ De que me sirve conquistar lo inconquistable si no puedo satisfacer mi virilidad de guerrero ? Quiero una cría macho. Asegúrame que tendrás una cría macho y te monto ahora mismo.-





Ella podía sentirlo en su entrada, atormentándola, y el dolor de la necesidad la hacía sacudirse como si se estuviera electrocutando.

Frente a frente con el Bloodletter, ella acomodó sus piernas a ambos lados de los muslos del macho y clavó fuertemente sus uñas en sus hombros sacandole sangre.

- Te lo daré. Lo juro aqui y ahora.Ambos obtendremos de esto mucho mas de lo que anhelamos.-

Ella revolvió sus caderas, intentando que el enorme miembro del macho entrara en ella, y rabiosa y fustrada por no conseguirlo,  siseó mostrándole sus colmillos.

- Si vas a hacerlo, hazlo ahora. No soy de las que suplican. Como bien te he dicho antes, si no lo haces tu, Hharm lo hará y dudo que se lo piense tanto como tu lo haces, Bloodletter.-





Él rió con fuerza sintiendo las uñas de la hembra en su piel. Delicioso dolor ese que provenia del placer. Siseó antes de hablar.

- No me amenaces con Hharm...como te dije, no llegarías muy lejos si sales de esta cueva. Podrás elegir entre cualquiera de los machos que te encuentres en tu camino como semilla de tu cría. Adoran montar a las hembras en su necesidad-

 Le mostró sus colmillos ansioso y hambriento. Inhaló su aroma sin soltarla. Aun había algo mas que dejar claro. Si había una cosa tan cierta como que el sol salía cada mañana, era que la que él creía que tenía en brazos era muy astuta y no se podía dejar nada al azar con ella.

- Engendrarás un macho para que continue mi legado aquí, en la tierra, continuando mis pasos y extendiendo nuestro dominio sobre el de los restrictores. Ninguna hembra...solo un macho que continue mi linaje-






Ella sonrió, mostrándole sus caninos y ejerciendo un ligero calor hacia los dedos que tenia fuertemente aferrados a los amplios hombros del macho.

- Engendraré un macho, Bloodletter... y será la Gloria del Santuario, de la raza. Será el nuevo Primale cuando el actual muera. Con el engendraremos garandes guerreros, Bloodletter.Lo educaré para que perpetue el mejor linaje de todos los tiempos.-

 El cuerpo de la hembra dió otra sacudida haciendo que se doblara en dos, y en ese momento pensó que quizas era mejor dejar morir a ese cuerpo y volver a dónde ella procedia.

El dolor nunca la habia asustado, pero los calambres que la recorrían, iban mas allá de cualquier sensación que jamas hubiera sentido.

- Cubreme ahora o me iré en busca de otro macho.Y sabes que no será problema para mi atravesar ese campamento.Aunque tenga que matarlos a todos para llegar a mi objetivo.-





El bloodletter mostró sus colmillos enfurecido.

- ¿ no me has escuchado hembra? He dicho que engendrarás un macho para la gloria de la raza aquí en la tierra. Un hijo mío no puede vivir en ese limbo de mariconas en el que el Primale está siempre. Un hijo mío estará aquí abajo para continuar mi legado. Y será criado por mi y nada mas que por mi. Ni la hermandad ni los siervos de Wrath...mi hijo será criado bajo mis enseñanzas y será mi legado en la tierra y el futuro cuando yo muera.

Si quieres que tus elegidas forniquen con él, que lo hagan como has hecho tú, aquí  abajo y para que mi hijo disfrute como se merecerá despues de una buena batalla-





- No...El lugar de mi hijo debe de estar en el Santuario.-
La hembra sopesó durante un momento lo próximo que iba a decir.

-Hagamos un trato. Yo lo tendré hasta los tres años, y después te lo entregaré.Pero cuando cumpla 300 años,  deberás devolvérmelo para que perpetue la raza allí. Mis Elegidas simpre son fértiles en el santuario  y aquí abajo podrian morir debido a su necesidad y no voy a permitir que ninguna de mis hijas sufra daño a manos de alguna de tus bestia inmundas, a las que tu llamas guerreros.-





Satisfecho con la docilidad de la hembra, que en teoría era la madre de todos y mas dura que un hueso en su forma espectral, decidió que ya no la iba a hacer esperar mas.

Ademas, se moría por enterrarse en ella, era una hembra sublime, hermosa...la mas hermosa que había visto en mucho tiempo. Como tenía que ser la madre de todos. Se levantó con ella aun en brazos y la lanzó sobre el lecho, sobre su estómago.


Esa vez ya no le dio ni tiempo a protestar, la levantó por las caderas, la puso sobre sus rodillas y brazos de nuevo y se empaló a sí mismo hasta el fondo con un rugido atronador.

Ese solo fue el principio, tenía claro que iba a cubrirla de todas las maneras posibles, no solo para que engendrase una cría. Queria disfrutar de ella, derramarse en ella tantas veces como fuera posible...no siempre se tiene alrededor de tu verga a la madre de la raza.

Empujando como un piston con sus caderas, hizo que la hembra gritara fuerte y todo su cuerpo se estremeciera y vibrara al mismo tiempo que el suyo. No lo dudó, la levanto hacia su pecho y mordió su cuello empezando a drenarla, a beber de ella todo lo que pudiera. Si era la jodida Virgen Escribana, su sangre sería la mas rica que pudiera probar.

Estalló derramándose en su interior nada mas la probó, confirmándole su sabor que su teoria era cierta...y siguió empujando y bombeando en ella como una animal durante dos dias seguidos,en todas las posturas posibles,  en cada rincon de su cueva...deleitandose en el placer de tenerla debajo de él, solo deteniéndose para dormir o alimentarse.

Se sentía el amo del mundo sometiendo a la que sometía a toda la raza y hacia que todos inclinaran la cabeza. Eso si que era ser el maldito amo del mundo
 



Continua aquí

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