miércoles, 28 de agosto de 2013

DOS LOBOS, DOS ALMAS, UNA LUNA. MANADA DE LOBOS FURTIVOS. Capítulo 3.



Mas el alma simple de la bestia es pura.
Tú vas a tener
desde hoy qué comer.
Dejarás en paz
rebaños y gente en este país.
¡Que Dios melifique tu ser montaraz!


Rubén Darío



CAPÍTULO 3.

Por la Luna, por el amor de la diosa y el dios que todo lo ven, no dejes que…Samby ahogó la oración que estaba armando en su cabeza.
Tarde.

Lex le desgarró la garganta al tipo.

Un solo corte, limpio sin esfuerzo.
Punto para Lex, no llego a tocarlo.
Punto Para Lex, no hubo conflicto.
Punto para Lex, no estaba herido, sangrando o muerto.
Todos los puntos para Lex.
Ganador.
¿Porque se sentía como que esto acababa de empezar en vez de terminar? Los ojos redondos y las pálidas pieles de los machos por el asombro no hacían mella en sus caras.
¿Por qué están mirándolos en vez de atacarnos?
-Por la Luna llena, Lex…- La voz de Sambana salió casi en un susurro, cuando Lex se giró y le dio una mirada mortal. Estaba en el borde y lo podían sentir.No solo Samby, sino los demás machos y los animales pequeños. Lex gruñó alto, haciendo vibrar todo su pecho.
-¿Este era el alfa?- Gritó sin girar a verlos. Su mirada estaba fija en el reflejo de los ojos idénticos, algunas veces creía que se podía perder en los ojos de Sambana porque eran los suyos.
Se giro sobre sus talones y desplegó las garras tomando parte de su tercera forma.

-¿Es este el alfa?- gritó.- ¿A quién más tengo que matar para que nos dejen en ir en paz?-

La noche se volvió pesada, como si un manto de calma bañara el claro de bosque donde estaban todos reunidos de forma macabra. Era una reunión de muertos con más muertos.
Samby dejo caer sus manos desde su pecho a los costados y desplegó sus garras.
Silencio, nadie se movía ni emitía un sonido. La mayoría de los gritos de Lex habían espantado hasta los pájaros de las copas de los arboles. Todos reconocían al depredador cuando lo oían.Y estos lobos eran un ejemplo. Ninguno hablaba, ninguno se movía.
No estaba pasando nada y los minutos corrían. Y nada.
Samby pensó, iluso él, que tal vez, esa vez, saldrían sin tener que diezmar parte de una manada.
Nop. Error.
Punto para Lex, uno de los machos más grandes, un beta, habló tranquilo y con cuidado.
-¿Cuál es su nombre , Alfa?-

Shock, si se pudiera desmayar sin que su hermano matara a todos y todo, lo haría. Esto era tan bizarro.

Lex ladeó la cabeza en forma casi lobuna y le gruño.
-No soy tu alfa lobo, este es tu alfa.- Pateo el cuerpo mientras saltaba sobre él e iba tras el beta.
-Está muerto, pero es tu alfa, muestra más respeto por la Luna. Aun no se enfrió el cuerpo.- Lex caminaba negando con la cabeza y bufándole al beta.
Pobre Lobo, la cara de espanto que se dibujó en su rostro cuando Lex a paso rápido, se le acerco.
EL beta levantó las manos en señal de rendición.
-Somos la Manada de Lobos Furtivos, solo se es Alfa si se derroca al anterior y usted lo hizo.-

 Señaló el cadáver y Lex se giró a mirarlo. Colocó las manos sobre sus caderas y volvió sobre el cuerpo que estaba rodeado por una gran mancha negra de sangre coagulada.  Esquivó el charco y lo volvió a patear.

-Usted es ahora el alfa, hasta que alguien lo mate. Ojo por ojo, diente por diente, alfa, esa es la ley de la manada.-
Lex dejó de atormentar el cuerpo y miro a Samby con espanto.
-Diles que yo no soy un alfa, diles lo mal que hago todo, diles que se me mueren los cactos.
Yo no puedo ser alfa de una manada.-

Se volvió al beta, robusto y de rulo, con ojos verdes. Notó ahora que este estaba más limpio y no olía mal como el alfa muerto.

-Te designo a ti como alfa de esta manada. Listo.- Lex sacudió sus manos y empezó a caminar hacia donde creía que Samby había estacionado la camioneta.
Hacia solo dos semanas que Vivían es este pueblo alejado de la mano de dios y solo lo hacía porque la población era de 1.000 personas desparramadas en unas 300.000 hectáreas de suelo boscoso. Sólo habían sacado cuentas y decidieron que era el mejor lugar para estar en paz, alejado de todo y tenían tv satelital aquí. Eso y mucho tiempo para correr.
Habían dejado de huir, tenían paz.
Todo eso se había esfumado ahora por culpa del estúpido alfa y su emboscada.
Vivían en una casa amplia, dos dormitorios cocina y una gran sala de estas compartida, el único anexo que habían hecho antes de llegar al comprador era un segundo baño.

 Amaba a su hermano, pero la época de cachorros y compartir el baño se había terminado,

 Lex había traído su sillón, su pantalla de 50 pulgadas y la antena de satélite para el cable.

 ¿Ropa? Poca.

Esas eran las cosas que amaba. Había dejado siempre atrás esas nimiedades, en cambio Sambana había traído prácticamente todo lo que tenía. Miles de corbatas ¿Para qué? Si aquí no podría trabajar con traje. Esa eran las cosas que su hermano hacia y Lex jamás comprendía.
Solo 16 días contando la luz del sol que se asomaba por el este, y todo había cambiado de nuevo.
Los primeros rayos de sol naranja estaban dando paso al día y la realidad lo golpeó como nadie es la noche pasada había podido. Lex giró al sentir que su hermano no lo estaba siguiendo.
-Camina Sambana, tengo sueño, hambre y si no quiero oler como ese bastardo, necesito un baño urgente.- Samby no caminaba, tenía la cabeza ladeada mirando algo entre la línea de arboles que formaban la pared. Con el claro cielo y la luz del sol siendo más fuerte Alexis vio lo que llamaba la atención de su camada.
Un pequeño pueblo se abría rebelando una serie de casas de madera casi camuflada por los arboles.


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Athena Drokys sintió el tirón más allá del sueño profundo donde estaba. Ella corría hacia el arrollo detrás de su villa, corría con el viento y un enorme lobo sacudía sus fauces sobre ella, los dientes blanco y la espuma ocultaban lo tan abierta que la tenia.
Pero no fue eso lo que la despertó.
Ella sabía que ningún lobo de la villa la dañaría. Nunca había visto uno tan grande y peligroso como el del sueño, se veía y sentía totalmente aterrador.Eeste no era uno de los suyos, ni de la Villa Sierra Vista. Ella lo sabía tan claro como su nombre y lo que era. Pero esto fue más allá de todos dolor o angustia, no era miedo, simplemente sintió el vacío.
El hilo se había cortado. El teléfono timbro dos veces y ella sabia sin ver el ID quien era. Su mellizo y ella estaban conectados más allá de la conciencia. Esto era grave, pensó mientras salía de la cama y tomaba el pequeño aparato negro.
–Hola.- Fue lo único que dejo caer con voz de dormida.
-¿Quien mato a nuestro padre Athena?- Lo supo y ahora lo confirmaba Apeles Drokys desde el otro lado de la línea.
Su padre ya no caminaba sobre esta tierra.



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Hidis sacudió la cabeza riendo a lo loco, no podía dar crédito a lo que estaba viendo.
Lexy-Lexy estaba hasta el cuello y ella volvió a estallar en un ataque de risa.
Por fin, la rueda del destino se había movido…solo rogaba que fuera para bien.
Ella sacudió sus alas brillantes y voló más cerca de la fuente del oráculo que le susurraba que él karma por fin había llegado para que Alexias pudiera ser lo que tenia predestinado.
Todas las ruedas se estaban moviendo, girando, acomodando.
Ahora nada podría pararlas, este era el momento de volver a ver a su mejor amigo, él la necesitaría.

Decidida abandono el hogar del oráculo y voló a su casa, esta sería una gran aventura.



Continuará...

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