martes, 13 de agosto de 2013

DOS LOBOS, DOS ALMAS, UNA LUNA. MANADA DE LOBOS FURTIVOS.Capitulo 1. Lobos furtivos.









DOS LOBOS, DOS ALMAS, UNA LUNA.
MANADA DE LOBOS FURTIVOS.

 
El varón que tiene corazón de lis, 
alma de querube, lengua celestial, 
el mínimo y dulce Francisco de Asís, 
está con un rudo y torvo animal, 
bestia temerosa, de sangre y de robo, 
las fauces de furia, los ojos de mal: 
el lobo de Gubbia, el terrible lobo, 
rabioso, ha asolado los alrededores; 
cruel ha deshecho todos los rebaños; 
devoró corderos, devoró pastores, 
y son incontables sus muertes y daños. 
Ruben Dario.
 




Capitulo 1

Lobos furtivos.


Todo paso muy rápido.
Casi como un rayo, ahora todo era rojo, el desmadre y las roturas totales.

-¿Que…?- Lex miro a Samby con los ojos inyectados en sangre las manos cerradas en puños sobre sus costados.

-Nada.- Gesticuló con las manos haciendo un gran círculo que abarcaba todo el bar destrozado. -¿Cómo pudo pasar esto cuando solo fui al baño por 6 minutos?- ladeó la cabeza y se pidió no pinchar más a su gemelo.


Sólo había ido al baño, lavó sus manos después de tomar unas cervezas, las etiquetas, se dio cuenta en un habito molesto y constante siempre las removía con las uñas inmaculadas.

Sambana Vladis, conocido como Samby , volvió a dar una amplia mirada sobre el local destruido para terminar sobre Lex, su gemelo idéntico, pero a su vez tan distintos.

Él se mecía lentamente sobre sus talones y la sangre coagulada se estaba secando en sus ropas, haciéndolo ver como un asesino serial feliz.
 ¿Acaso no lo era?

Tomó todo el aire que pudo en sus pulmones y lo dejó salir lentamente, tenía que limpiar como siempre el chiquero de su hermano.

La camisa que Lex llevaba recordaba ,muy era de un color celeste pastel, ahora era lila. Los jeans mostraban mas piel que la que cubría, era casi un tajo.


Que desastre.


Miró por la ventana, la única que había quedado con el vidrio sano, menudo detalle, pensó, y las sirenas eran lejanas.Su desarrollado oído podía sentirlas como un zumbido bajo corriendo por sus venas.

La mirada cayó en Lex, estos días hacia mucho eso, mirara a Lex.

El shifter era enorme, no solo por su 1.97 y sus 95 kilos de músculos, sino por que un aura tan peligrosa como el Ebola, el cólera y la peste negra juntas. Todo eso lo rodeaba disparando toda las alarmas de los que se animaban a darle una segunda mirada, se requería mucho coraje.

Él era 100% un alfa. Un alfa muy despiadado.

¿Su aura? Era más una ilusión…eso o se había desgastado en lejía con la cual limpiaba todo lo que Lex destruía.

Samby no la tenia como su hermano.

Era como verse en un espejo, en realidad nunca lo necesitaría, eran dos gotas de agua.
Los brotes de ira que Lex no podía controlar volvieron para patearle el culo a los dos.
De nuevo.

Pensó en cual había sido el detonante esta vez. ¿Una mosca? ¿Un saludo? Irónicamente analizó que esta vez, sólo esta vez, podrían haberlo provocado y no sería la culpa de Lex.

Esa era una buena analogía de ellos, uno era destrucción, el otro creación.
Completamente iguales pero antagónicos.


Samby caminó y tomó el hombro de su hermano, si no lo conociera pensaría que se sentía culpable.
La mirada azul estaba sobre la punta de sus botas y soltaba algún que otro gemido al ver que Samby se movía sobre su espacio personal, sabiendo la perorata que se le venía encima. No pudo ocultar la pequeña sonrisa que se formo en sus gruesos labios.

-En mi defensa debo decir que no empecé esto.- Samby lo miró rodando los ojos.

-Vamos.- tiró de su ropa y lo llevó a la salida lateral.

-Y da gracias a tu ADN que no te pueden rastrear.-


Lex caminaba tras sus talones cuando apenas dejaron el patio externo del bar. ¿Cómo habían siquiera pensado en entrar? La testosterona de otros machos nunca eran una buena mezcla con la de su hermano.  Samby ya no se metía en peleas, él ya había dejado su época de cachorro atrás, su época de adolecente atrás…Samby había dejado todo atrás en pos de su hermano gemelo.

No quería sentirse triste, Lex podía olerla y lo que era peor, la saboreaba.

Lex se frenó en seco y solo dos pasos le costó darse cuanta que ya no caminaba, se giró a verlo y casi le robó una sonrisa.

Tenía la nariz apuntando al cielo negro, olía y las volutas blancas se formaban enormes ocultando las estrellas. Notó que ya no tenía heridas o morados, solamente le quedaba la sangre pegoteada sobre todo él y estaba seguro que ni de él era la mayoría de esa sangre seca.

-Puedes olerlo, la noche nos llama, Samby.- Lex bajo la mirada hasta la suya.

Al verlo tan entretenido hablo bajo rozando la ira.

-No se si recuerdas que estamos escapando, huyendo, porque destrozaste el bar, golpeaste a varios hombres y no tenemos donde dormir. Haz el favor y camina Lexy.-

Cuando soltó el mote cariñoso con el que su madre lo llamada un poco de toda la venenosa verborragia se esfumó. El recuerdo de su madre siempre hacia eso.

Caminaron un rato más cuando el olor los golpeó, duro masculino y femenino, muchos.
Lex se tensó y lo miró con los ojos como rendijas. ¡Oh mierda, estaban en problemas! Las manos de los dos se transformaron en garras y se enfrentaron analizando en ataque.
¿Cómo habían llegado a esta situación? Se lo preguntó por segunda o tercera vez en sólo unas horas.


¿En que estaba pensando que no se dio cuenta? Él lideraba el paso, por eso eligió el camino.
Esto era su culpa.

Samby se perdió en la mirada oscura de su hermano y le dio una caída de cabeza, sabían lo que tenían que hacer.

Pelear.
Sobrevivir.

Estaban rodeados por las sombras que estaban cobrando vida, eran más de veinte y ellos solo dos.
Lex crujió sus dedos, Samby su cuello, los crack - cracks rompieron el silencio.

No había que tener el intelecto de Einstein para darse cuenta que estaban rodeados…por una manada de lobos shifter´s.



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