lunes, 20 de enero de 2014

La cazadora y el dolophomos. Capítulo 14 . Skotos.



La cabeza del daimon-gallu rodó hasta quedar boca abajo en medio de la calle.
Janice giró y se adelantó antes que el golpe llegara,  por lo que le dio en medio del estómago a ese lunático que tenía un pedazo de hierro balanceando sobre su cabeza.


Pedazo de loco.


Cuando lo tuvo en el suelo, le arrebató el hierro y le golpeó la cara dejándolo mareado.

La buena pelea siempre era estimulante y llena de satisfacción. No importaba si tenías problemas o estabas demasiado confundida por lo que pasaba en tu interior, como era su caso. Siempre ayudaba a sacar todo y te dejaba con una tranquilidad envidiable.


Y esta noche la necesitaba.


La ultima vez que había visto a Deimos había sido en su cita en la playa de Trinidad.


Había pasado un mes de eso y con el trabajo de ambos no creía que lo viera en un buen tiempo. Por alguna razón,  él estaba demasiado ocupado, era como si un brote de skotos hubiera surgido de la nada.


Hablaban por teléfono, cosa que no tenía idea como hacia él, o dos por tres lo escuchaba en su mente pero no era suficiente. Ella estaba empezando a preguntarse si volverían a verse en algún momento.


Cuando cercenó la cabeza del ultimo chupa almas se quedo mirando el desastre, ella era esto: peleas, sangre y muerte pero ahora quería ser algo más para alguien y todas las alarmas de su interior gritaban demasiado fuerte. Pero su corazón y alma le pedían otra cosa.


Cansada, avisó a los escuderos de lo que había encontrado y se relego a las sombras a esperar.


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Deimos gruñó a su hermano.


Hoy todos estaban de mal humor.


Bueno él estaba de mal humor también, este último mes parecía interminable su trabajo.


Los problemas habían surgido uno tras otros y ni siquiera podían dar con los skotos causantes de esto.

Era obvio que alguien los estaba ayudando pero ¿quién? y ¿por qué?


Se recostó en la roca mirando el mar.


Janice


Cerró los ojos tratando de vislumbrarla. Ella debería estar cumpliendo con su trabajo, sus obligaciones.

Un gruñido salió de su pecho al imaginársela vestida de cuero y peleando como solo ella sabía. Era una mujer caliente y él mejor que nadie lo sabía.

-Deimos -

La voz de su madre paro sus meditaciones en seco. Levanto la cabeza como escuchándola

- ¿Los sintieron de nuevo? -

-Esto es extraño Deimos, se mueven como cazando. Ahora están en los sueños de una cazadora -


El corazón se le paro en seco. Realmente no debería estar preocupándose o ¿si?


-¿quién madre y dónde la encontramos?- La voz de Phobos sonó indiferente y letal.

Agradecía el tenerlo, tan aturdido como estaba no podía articular mucho .


-Se llama Janice Smith y está en Nueva Orleans. Vayan con cuidado, esta vez son un grupo grande -


Deimos maldijo severamente. Se levantó y llamó a sus hermanos destellando directamente a los sueños de su cazadora. Pensando en los irónicos que son los deseos y los destinos.


Janice estaba de nuevo en su hogar, su tierra, su gente.

La felicidad era algo que la consumía pero no demasiado, le gustaría que él estuviera aquí.

Saliendo de su casa comenzó a correr por la selva, su pasatiempo preferido. Correr libre y sin ninguna atadura a nada, ser ella la que decidiera que hacer con su vida.

En medio de su paseo algo captó su atención, un grupo que no encajaba estaba al final del camino.


Poco a poco fue desacelerando hasta quedar a metros prudenciales de ellos, la estaban mirando fijamente, la estaban esperando.


Poniéndose en una posición que sería fácil defenderse, se quedo quieta observándolos.


-Así que tú eres la que trae loco al hijo de Ares- el líder hablo con una voz rasposa, como si su garganta no funcionara bien.


Eran cinco hombres encapuchados, no podía ver sus rostros pero eran altos y fornidos. Lo que no producía un impedimento ya que ella había lidiado con mayores enemigos de mas estatura y cuerpo.


Sentía como recorrían su cuerpo sopesándola, bien. No era muy alta ni demasiado musculosa lo que les daría la pauta que no pelearía bien y eso era algo que pensaba utilizar en su provecho.


-Debo admitir que yo también me comería ese pedazo de carne morena, no esta nada mal-


Sintió una repugnancia en el estómago cuando comenzaron a ponerse terriblemente asquerosos describiéndole lo que le harían. Eran mercenarios y ,obviamente, de la peor calaña. Estaba claro que habían venido por ella y no iban a dejarla irse, peor para ellos.


Deimos apareció en medio de una selva tropical. Era de noche y los aromas naturales llenaban el ambiente.


Esto era agradable.


Sus hermanos comenzaron a caminar y dividirse a su orden.


Estaba claro que no podía pensar con claridad por lo que llevo a Phobos con él.


-Debes serenarte hermano, no sirves de nada así. No podrás ayudarla si está en complicaciones-


Tenía una razón irritante.


Por primera vez en su vida estaba preocupado por alguien, estaba demasiado ansioso y no era bueno en una batalla.

Se recordó que Janice sabía pelear y defenderse de todo ataque que quisieran prodigarle.


Aún así no ayudaba de mucho.


La señal de uno de sus hermanos los puso a todos alertas y destellaron todos a ese lugar.


Una sonrisa malvada y llena de satisfacción se asomó por su rostro.


Un skoto muerto, desangrado yacía en el suelo.

Si, su amazonas era un infierno de luchadora.




Janice estaba frente a los demás Skotos midiéndolos. No tenía idea qué eran estas cosas pero por sus heridas eran parecidos a dioses, o algo así. No eran humanos, eso era seguro.

Limpiándose la frente , se secó la sangre que manaba de su reciente corte. Jadeante se corrió en el momento preciso que una daga venía directo a su cuerpo.

No querían matarla, solo estaban divirtiéndose con ella y eso la enfurecía. Agarró la capucha de su atacante con parte de sus pelos. Bien, por lo menos este tenía pelos. Tiró bruscamente para atrás dejando a su atacante en una posición antinatural y su mano aterrizó cerrada en la nuez de Adán.

Cuando el encapuchado empezó a toser , sacó la espada de su mano y  le atravesó en el pecho, dos veces. La sacó y lo tiró en el piso dejando que se desangrase.

Se volvió a sus atacantes con el arma ensangrentada

- Dejen de jugar de una maldita vez


Furiosa esperaba un ataque directo pero uno de ellos apareció detrás de ella y la agarró del cuello, ahogándola un poco

- Al diablo con lo que dijo Ares, matémosla y dejará de ser una distracción -

La cazadora abrió bien los ojos al darse cuenta de quién estaba hablando.

Ares el dios de la guerra, el padre de Deimos.

En cuestión de segundos se vio bañada en sangre y el agarre de su cuello ya no estaba. Confundida, miró atrás y vio al encapuchado sin cabeza. Los gritos de guerra empezaron. Girando sobre sí misma vio como los encapuchados desaparecían y guerreros comenzaban a correr en su búsqueda.

¿Qué diablos estaba pasando?

Unos ojos claros entraron en su campo de visión y se quedó sin palabras al reconocerlo. Ahora si estaba mareada.

Deimos sostenía a una confundida Janice, sabía que ella no entendía nada pero primero tenía que asegurarse que estaba bien.

El corte que sangraba en su frente lo puso furioso, su ojo parecía empezarse a poner morado y vio la mueca que ella hizo cuando tocó uno de sus codos. Todo se iría cuando despertara pero aún así quería la sangre de esos bastardos.

Cuando ella abrió los labios él negó con la cabeza

- No digas nada - Mirando alrededor se dio cuenta que estaban demasiado expuestos

- ¿tienes un lugar donde podamos hablar tranquilos? -

Janice se alejó un poco de Deimos y extrañada hizo que la siguiera. Era extraña la forma en la que le estaba hablando y la apartaba.

Suspirando y algo desilusionada, los visualizó afuera de su choza. Entró deseando que fuera un poco más grande u ostentosa, no era como su casa lujosa de NO y eso la avergonzaba un poco.

Fue a sentarse cuando sintió las manos masculinas agarrándola, dándole vuelta y pegándola a una de las paredes de la precaria casa.

- ¿qué te pa...- unos labios exigentes y calientes cortaron sus palabras, sus pensamientos y su estado de ánimo.



Deimos no podía frenarse, no solo porque no la había visto en mucho tiempo sino porque estuvo a punto de perderla.

Su boca quedó quieta por un segundo pero luego ella también lo besaba y acariciaba su cuerpo. La poca ropa que llevaba  lo estaba volviendo loco, estaba deliciosa e infartante. La tomó del trasero e hizo que sus piernas se enredaran en su cintura.

Jadeante rompió el beso y apoyo su frente en la de ella

- No pueden vernos Janice...esos son mis hermanos -

Janice volvió un poco de la niebla pasional en la que se encontraba ¿Hermanos? frunció el ceño y fue dándose cuenta de lo que decía.

Eran los Dolophonis y no podían saber de ellos, estarían muy complicados. Despacio, bajó sus piernas y respiro profundo tratando de no dejarse llevar.

Deimos negó y trato de que ella no se enfriara, era lo último que hubiera querido, pero algo le molestaba, estaba seria , como triste.

Acariciando su mejilla hizo que lo mirara - ¿qué pasa Jan? -Vio como intento sonreír y aparto la vista - Janice -

La vio negar y cuando iba a decir algo el panorama cambió. Unos gritos comenzaron a llegar.

Mirando por la ventana vio una turba alrededor de la casa con antorchas. Este era el sueño de su cazadora. Las manos de Janice lo empujaron pidiéndole que se fuera, que se salvara.

- Claro que no, te sacaré de aquí-

Janice sonrío ante la forma en que su dios quería salvarla pero no podría.

Lo besó profundamente

- Es mi muerte Deimos, debes irte -

Cuando la miró con asombro, no pudo soportar que la mirara con compasión por lo que hizo lo primero que se le ocurrió.

Se había dado cuenta que era su sueño por lo que lo imaginó lejos de ella y de su hogar, lejos del momento que mas la avergonzaba en su vida y espero a que pasara pronto, esperaba poder despertar antes que las torturas comenzaran.


Deimos gritó frustrado cuando se encontró en medio de la selva, ella lo había apartado. Estaba sufriendo en algún lugar y no podía estar con ella.

Enojado porque no podía tener algo libre con la mujer que lo volvía loco, comenzó a rastrear a sus hermanos y a los skotos, si todavía estaban aquí.

-Huyeron -

Dándose vuelta se encontró con Phobos serio y visiblemente aburrido

- Alguien los está ayudando aunque es obvio que no esperaban que la cazadora se defendiera bien en una pesadilla-

-Yo tampoco hubiera esperado que peleara tan bien esa mujer pero se pasa...encima tiene un cuerpo.. - Simón rio mientras que a su hermano le hervía la sangre

-En eso estoy de acuerdo hermano, tengo un solo ojo pero tiene unas buenas curvas...encima guerrera - Alecko se frotó las manos

Deimos apretaba los puños para no lanzárseles encima. No tenían derecho a hablar de ella, estaba con él aunque no pudiera decirlo.

Gran problema.

Phobos se compadeció de su hermano

- Tenemos que volver y notificar a las Furias. Creo que no podremos hacer más nada por ahora -

Deimos asintió y todos desaparecieron de los sueños que incluían a la isla Trinidad


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Janice despertó sudada y agitada. La pesadilla terminó antes que la quemaran pero no alcanzó a cortarse

Pasándose la mano por la cara , se levantó de la cama y fue al baño. Se lavó el rostro hasta que sintió como su estómago se revelaba.

Terminó inclinada sobre el inodoro y despidiendo a su comida.

Odiaba cuando pasaba esto.

Unas manos cálidas y fuertes sostuvieron su espalda. Cerró los ojos al sentir el olor.

Girando la cabeza un poco vio a Deimos arrodillado a su lado, ayudándola mientras ella daba un desagradable show.

Antes de poder hacer más el ridículo,  se levantó y cepilló los dientes. Mientras él le daba un poco de privacidad.

En unos minutos salió del baño y vio a Deimos parado mirando por la ventana. Mirando su cuerpo se dio cuenta de su desnudez y la avergonzó un poco por lo que se dirigió a la cama a buscar su bata.



Deimos había estado nervioso y ansioso todo el tiempo que tuvo que volver al Olimpo, dar el informe a las Furias, disimular con sus hermanos y largarse a la casa de Janice.

En cuanto destelló en su cuarto,  se extrañó no verla en la cama, aunque era un alivio también, su pesadilla había terminado.

Los ruidos del baño llamaron su atención por lo que se dirigió allí y la encontró reclinada al inodoro. Sin pensar en nada más fue a ella y la sostuvo mientras los efectos de su pesadilla se iban.

Los rumores decían que la persona que sufría mucho dolor e injusticias a la hora de su muerte clamaban por venganza y es ahí donde Artemisa intervenía.

Quería saber que le había pasado a su cazadora, quería consolarla. Cuando termino le dio intimidad para poder enjuagarse.

Terminó parado en la ventana pensando.

Janice había callado delante de sus hermanos, no había querido que viera su muerte. No le demandaba nada, ni siquiera que le trajera un regalo o algo, a lo mejor las humanas eran distintas a las diosas pero aún así era signos de que esta relación era solo superficial y no quería eso, ya no.

Eran amantes y se estaba convirtiendo en más, mucho más. Quería conocer todo de ella, quería que ella conociera todo de él.

El movimiento de Janice reflejado en el vidrio de la ventana, captó su atención. Estiro la mano para buscar la bata.

Frunciendo el ceño Deimos se dio vuelta y agarró la mano antes que levantara ese pedazo de seda

- No es necesario que uses eso conmigo, conozco muy bien tu cuerpo Jan y eres hermosa -

Pareció ver como sus mejillas se coloreaban un poco y eso le gustó, hizo sonrojar a su guerrera.

Atrayéndola despacio a su cuerpo bajó su cabeza y encontró sus labios. La beso tiernamente, buscando reconfortarla, expresarle que estaba ahí por ella y para ella.

El problema era saber como decírselo, ¿cómo pedirle que le diera más que simplemente su cuerpo?

continuará....

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