viernes, 10 de octubre de 2014

La llave Impura. Capítulo 3. Parte 1.







Capítulo 3


Se quedó allí como un tarado mirando el cielo.

 ¿Qué esperaba? ¿Qué Magnatara volviera?

Entonces me quedaré esperando eternidades.

Porque ella no regresaría. Estaba seguro de eso.

¿Magnatara tenía alas? Los Rakshasi no las poseían, no que él supiera. Eso tenía que ver con la mezcla de  ella, pero ¿qué raza era? Existía una gran variedad de criaturas con alas. Kamlot conocía a la Rakshasi y nunca vio un indicio de ellas. Tampoco las usó en ningún momento. ¿Acaso se avergonzaba de eso? Él se rió del pensamiento, en la faz de la tierra no existía alguien más orgulloso que Magnatara.

Algo se movió entre los árboles, sacándolo de su estupor. Se puso en guardia, revisando y esperando.

-¿Así que viste lo que la Rakshasi siempre quiere ocultar?- Kamlot vio al hombre salir.

-¿Quién eres?- el dragón estudió atentamente al hombre de larga cabellera negra y constitución fuerte, que parecía rondar los cuarenta y cinco años. Sus ojos marrones estaban llenos de conocimiento, fue cuando supo que era quien le llamó en primera instancia.

-Soy Khal.- dijo con un tono despreocupado.

-¿Eres quien le dejó la nota a Magnatara?- Eso le enojaba. Si el hombre no le hubiese dejado una orden, posiblemente ella estuviera con él. Tal vez no… -Magnatara se ha ido por tu culpa, puede ser peligroso. –

Su  voz sonó fusionada con la voz del dragón. Khal se encogió de hombros.

-Eres astuto demonio. Yo le dejé la nota, sí. Mas tú tienes toda la culpa de que se marchara. –

Kamlot dio dos pasos atrás… el oráculo tenía la razón.

El hombre se acercó, la ropa estaba llena de sangre y rota, pero no mostraba alguna herida.

–Ella no se hubiese marchado si no estuviera cansada de ti.-

-Seguramente está preocupada por no encontrarte. –dijo, no quería que nadie le juzgara.

 -Debe estar que se la lleva el diablo por la preocupación, pero necesitaba hablar contigo a solas. Y conozco a Magnatara perfectamente, dejarla atrás es imposible.- Le hizo una seña para entrar a la casa, Kamlot le siguió.

-¿Le dejaste la nota para que se marchara?-



-Le di algo que hacer para mantenerla ocupada. La impresión del Templo profanado fue muy fuerte para ella. Tampoco podía sacar consuelo de ti, hice que lo encontrara en una misión.-

Ahora sí, el oráculo hizo que se sintiera como una cucaracha.

–En fin, ¿no quieres  saber porque te llame? –él asintió y se quedó en silencio, Khal señaló la silla frente a él.

-Prefiero estar de pie.

-Como quieras –el hombre miró el fuego por un instante.-. ¿Eres consciente de que todavía la guerra por el control del infierno continúa?-

-No sabía que Xhotan y Salomé siguieran con esa lucha sin sentido.- Después de aquel suceso, esos dos no ha vuelto a verse por los alrededores. Al menos Kamlot pensaba que ellos seguían tramando algo… Tonto es pensar que no estuvieran intentándolo.

El oráculo bufó.

-Magnatara tiene mucha razón, tienes la mente en un hoyo. No te ofendas Kamlot, pero necesito al concentrado y despiadado comandante. Así no me sirves. Hay mucho en juego. –gruñó. Él era el mismo hombre.- Ya nos estamos entendiendo. ¿Sabes la vieja historia de que existe una llave para abrir las puertas del infierno?- conocía esa leyenda como la palma de su mano.

-La leyenda dice que hay una criatura, nacida de un demonio y un ángel, que sería capaz de abrir las puertas del infierno. Dejando salir así, cualquier cosa que este adentro, también dejando entrar a los que están afuera.

-Bien, estas enterado de esa parte. Los demonios del bando de Xhotan han estado buscando la llave...

-Porque es la única manera que pueden volver a entrar –interrumpió Kamlot. Los desterrados no podían esfumarse al infierno como podría hacerlo cualquier otro demonio con esa habilidad.-.

Tendría sentido que la buscaran si quieren ocupar el infierno, pero esa criatura no existe. Lucifer la hubiese matado si fuera el caso.- El Señor habría barrido el planeta en su busca, asegurándose que nada podría destronarlo en un futuro.

-Bah, Lucifer ha estado muy ocupado como para tener tiempo para preocuparse por algo tan trivial. Él ha depositado las esperanzas en que no encuentren a la criatura. Además, no tiene el mínimo conocimiento de quien puede ser. Así que tan pronto se revele el nombre de la criatura, es una posibilidad que venga por ella. Mas solo es una posibilidad, no creo que se entere hasta que sea tarde, está muy ocupado en sus planes el tonto fanfarrón. La criatura si existe, Kamlot.

-Imposible.-  Pero una mirada al rostro del oráculo le decía que estaba escuchando toda la verdad.-

¿Cómo es que ellos supieron quién era?

-El cómo no es importante. Lo que importa es que están tratando de atraparla desde entonces.
¿Recuerdas cuando Magnatara te pidió ayuda para acabar con unos inmortales que le seguían?-

¿Cómo olvidarlo? Los muy cobardes usaron armas humanas.

-Sí. ¿Pero qué tiene que ver ella en todo esto?-

-Ella es la llave del infierno.-

El aliento se le atascó en los pulmones, el dragón que merodeaba por su cabeza curioso por lo que hablaban se quedó quieto. Ahora entendía porque la mezcla de razas la hace especial.

-¿Lo sabe la Rakshasi?- Khal volvió a mirar el fuego.

-No, no lo sabe. Pero está enterada de que la siguen y que quieren algo de ella. Conoce quienes son los responsables de que huya constantemente y la destrucción del Templo para que la verdad quedara oculta. –Xhotan y Salomé.

-¿Por qué no me dijo la seguían?- Él podría haberla protegido. Él quería hacerlo ahora. ¿Qué hacía allí parado de todos modos? Tenía que buscarla.

-¿Le hubieses creído?- Desvió la vista de los ojos del oráculo. Magnatara no era tonta y tuvo que habérselo dicho de muchas formas diferentes y él no quiso creerle. He sido un idiota.- Sí, eso pensé - añadió Khal cuando no mencionó palabras.-. El punto es que quiero que la protejas, Kamlot. Magnatara morirá si no lo haces.- el dragón tomó un respiro y creció imponente en su mente.

No, nadie la mataría. Ni él, ni el dragón lo permitirían.


                            ******************************

¿Qué he hecho?

La respuesta era obvia, pero tan tonta que no lo creía.

Usó sus alas para escapar de Kamlot, cavando así su propia tumba. Seguramente él vería sus alas como un defecto que añadir a la lista. Ya no importa lo que piense de ti, ¿recuerdas?

Kamlot no era más que una pérdida de tiempo y ella prefería una retirada digna. Tan digna como puede ser en este patético caso. Magnatara necesitaba distancia, por eso la orden de su mentor fue más que bienvenida. Su mentor… Estaba preocupada por no conocer el destino de Khal, pero confiaba en que estuviera a salvo.

En estos momentos ella debía llegar al otro Templo  y  dejar el paquete. ¿Qué estaría haciendo sino fuera de esta forma? Volviéndose loca, seguramente. Después de los últimos sucesos, era lo mínimo que podía pasarle.

Antes de dirigirse al Tempo, la Rakshasi debía pasar por su moto, en el complejo de Urel. Aunque sus alas eran fuertes, no podía volar todo el trayecto. Si fuera un ángel en toda la regla podría, pero no lo era, así que descansar se convierte en necesidad.

Mientras estaba sentada detrás del escritorio, revisando los planes de criaturas incompetentes, alguien entró a la oficina, Urel alzó la vista para recibir al visitante.

-¡Magnatara! Que grata sorpresa. No te esperaba tan pronto. ¿Kamlot, dónde está?-  Caminó para abrazarla. La Rakshasi se veía cansada, pero sobretodo triste.- No me gusta para nada como te ves. Cuéntame, ¿qué ha sucedido?- Magnatara se desplomó en una silla.

-El Templo de los Oráculos ha sido destruido y no tengo idea de donde está el demonio Dragón.

-¿No estaba contigo?- esto la sorprendió, Magnatara no regresaba sin Kamlot, jamás.

-Fui con él, sí. Volví sola.- y en esas palabras se escondían tantas cosas que Urel apenas fue incapaz de entender algunas.- Pase para saludarte y a recoger la moto.

-¿Te irás? ¿Tan pronto? ¿Por qué no te quedas y descansas, cariño? Te ves de la patada.- ella sonrió.
-En otra ocasión. Me pondré en marcha para hacer unos encargos.- Urel le miró con tristeza.

-Desde hace tiempo que no paso tiempo con mi amiga y lo extraño.- Eso se ganó  un suspiro por parte de Magnatara.

-Lo sé, te prometo que lo tendremos cuando vuelva. De verdad, esto no puede esperar. Es muy importante.

-¿Puedo saber que es tan importante?

-Tengo que ir a otro Templo, y no sé dónde está.- ella realmente se veía confundida.

-¿No sabes a dónde dirigirte?

-Sé lo mismo que todos saben.- Según las historias, el Templo estaba en el bosque más grande, Magnatara debía ir a las Amazonas. Mas encontrar el Templo no era tan fácil, nadie sabía su localidad y se rumoraba que era invisible a la vista. Algo era seguro, nunca lo habían encontrado… al menos que fuera un oráculo.

-¿Quieres que vaya contigo?-

-Gracias, eres un encanto, pero voy a hacerlo sola –se puso de pie.-. Es hora de que comience mi recorrido.

-Cuídate. –Logró decir antes de que la puerta se cerrara detrás de Magnatara.

Conocer a muchas criaturas tenía sus ventajas. Después de recolectar unos cuantos favores, Magnatara ya estaba a punto de adentrarse al bosque. Por última vez revisó sus provisiones. Su mente iba a la derriba, aunque trataba de poner la mente en blanco, estaba preocupada. ¿Kamlot habrá podido salir? Cuando menos lo pensó fue rodeada. Soltó un gruñido al verla.

-¿Es que no me dejarás en paz?- Salomé se movió entre los que la rodeaban.

-Solo cuando mueras.-

-¿Qué crees? Hoy no es tu día de suerte. Tengo muchos planes, y entre ellos, no está morir.- Se miró las uñas con aire despreocupado antes de lanzarse por ellos.

Su Rakshasi celebraba cada golpe y sangre que salpicaba. Las garras se le alargaron cuando una mujer le impidió el paso hasta Salomé. Magnatara quería hacerle comer sus propios dientes a la demonio Dragón.

La mujer, se esfumó a su espalda y trató de sujetarla, pero ella ya esperaba el movimiento y se movió rápido para cruzarle la cara con sus garras.

Tan fácil como quitarle los dulces a un bebé.

 Sin detenerse a mirar la segura muerte de la mujer, un hombre fue por ella. Magnatara dio una voltereta de espaldas para alejarse, mas alguien la esperaba conectándole un golpe en la quijada que le hizo ver las estrellas claramente. Se le nubló la vista con puntos negros, ahora estaba realmente molesta. Repartió golpes y recibió otros, y los demonios no dejaban de aparecer. Con su vista periférica vio que un hombre rubio también luchaba. ¿Cuál era el propósito? No lo sabía, tampoco tenía el tiempo para las adivinanzas.

Para cuando terminó, sudada y con el corazón bombardeando adrenalina, quedaban dos personas de pie.

Salomé y el desconocido… nada más y nada menos, que un cabrón ángel. ¿Salomé o el ángel? Magnatara debía escoger con cuidado a quien atacaría. A los dos quería atacarlos por igual. La vida suele ser tan molesta… En menos de un minuto ya hizo su elección, Salomé ganó por unanimidad.

Fue por la demonio, pero cuando estuvo a punto de tenerla un hombre corrió hasta su líder y se esfumó con ella.

-¡Joder! Realmente odio esa mierda. Cobardes.- dijo entre dientes. Miró al ángel, que a su vez miraba a los demonios que seguían el camino de su líder y los cuerpos sin vida que habían dejado.- Deberías seguir el acto y marcharte también, antes de que decida no portarme bien.- él negó con la cabeza.

-Estoy aquí como tu protector, así que tendrás que soportarme.

-Perfecto. Me saqué la lotería y me he quedado con el perrito faldero. Aquí, para que actualices tu base de datos: Soy una Rakshasi y lo menos que he necesitado en mi existencia es un maldito guardaespaldas. Estas despedido.- El ángel puso los ojos en blanco.

-No puedo irme. Mejor ahórrate todo lo que le sigue –él la miró fijamente, luego añadió preocupado:-. ¿Cuándo fue la última vez que descansaste?

-Hace unas semanas - Y la verdad sentía  el peso de cada una de ellas. A pesar de que odiaba a los ángeles, este tenía algo especial. Magnatara no podía descifrar que era, pero sentía que podía hacer una excepción con él.-. ¿Cómo te llamas?

-Ammatiel.- Su voz era fuerte, de barítono. La Rakshasi se detuvo para observarlo.

 El hombre era alto, pero no tanto como Kamlot. Su cabello era rubio, hasta la altura del cuello. Sus ojos azul cielo resplandecían tranquilos, pero con una ferocidad escondida que a ella no se le escapaba. Con un cuerpo delgado y no menos musculoso, que destacaba aún bajo la jodida túnica blanca, él irradiaba decisión.

- Deberías descansar antes de comenzar el viaje –Su cuerpo gritó de alegría, Magnatara negó con la cabeza.

-Debo llegar cuanto antes.- se abstuvo de añadir que podía irse por donde llegó, pero tenía el leve presentimiento de que sería como pelear con ella misma.

-Inconsciente no puedes llegar, Magnatara.

-Estaré bien.- No sería la primera vez que hace algo parecido. Comenzó a caminar.

-¿Dónde está Kamlot?

-¿Por qué me preguntas por él? ¿Me viste cara de ser su madre?- ¿era mucho pedir que el ángel no lo hubiese mencionado? Ella ya se sentía culpable por abandonarlo.- De todos modos, ¿cómo sabes de él?- Ella escuchó un suspiro y juraría que Ammatiel puso los ojos en blanco, otra vez.

-¿Crees que me han enviado aquí sin ningún conocimiento? –No, no lo creía.- Tú y el demonio Dragón siempre están cerca uno del otro. –Mentira. Ella siempre estaba a su alrededor, Kamlot nunca la ha buscado realmente… No es que fuera alegarlo en voz alta. Quiéreme. Era un ruego tan incesante en su interior que parecía un mantras. Pero nunca sería una realidad.

-¿Quién te envió?

-Eso no es importante.- No me contestará. Ella sabía muy bien de esa evasiva.

-¿Por qué te enviaron, entonces?

-¿Realmente? No tengo idea. Solo sé que el mundo dejará de existir tal y como lo conocemos si tú mueres.- Magnatara rió con ganas, aunque escuchaba la verdad en las palabras. El ángel no mentía.

-Eso no tiene sentido, ángel.

-Mira, sé de esto tanto como tú. ¿Por qué no querría decirte cualquier cosa que tuviera que ver contigo? Hasta el momento es la única información que tengo.- La Rakshasi lo consideró por un momento, al final él le decía la verdad.

-Este camino será eterno… -suspiró. ¿Quién diablos habría enviado a un ángel, nada menos, para protegerla de quién diablos sabe qué?

-¿Sabes dónde queda el Templo?

-Ni en la más remota posibilidad.

-Considérate afortunada, yo sé a dónde dirigirnos.- Ella soltó una risa triste y baja.

-Siento que he dicho algo parecido.- Sí, antes del desastroso incidente.

Continuará.

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