viernes, 18 de diciembre de 2015

Las protectoras de la Noche. Capítulo 18



CAPÍTULO 18


Rhage apareció en el lugar que Kytara le había indicado, solo tenía que dejarse llevar por su instinto, hacía algunos días atrás había bebido de él por lo que llevaba su sangre.

Cuando entró a la habitación, se encontró con una guerrera total y completamente ajena a la guerrera que había conocido.

Se encontraba en el balcón, apoyada sobre la baranda, observando la nada. Tuvo un primer plano de su culo redondeado. Sintió como su erección crecía por debajo de sus pantalones.

Rhage reprimió un gruñido, pero ella lo escuchó.

—¿Vas a quedarte mucho tiempo más ahí parado? —Preguntó sin moverse de donde estaba.

Él sonrió, como extrañaba ese fantástico sentido de humor de su hembra. Sí, era suya y de nadie más.

—Vine a buscarte, Leliel —dijo de modo prepotente, reprimiendo las ganas que tenía de cargarla en su hombro y llevarla a la mansión.

Leliel negó divertida ante el pensamiento arcaico del macho. Recuperó su postura fría y se giró sobre su eje, para encontrarse con el rostro de él.

—No puedes negar lo que sientes por mí —susurró en sus labios, aferrando sus manos a las nalgas de ella y atrayéndola contra su cuerpo, para mostrarle lo duro que estaba por ella.

Ella cerró los ojos, por todos los cielos, necesitaba esto. Necesitaba sentirlo cerca siempre, pero entonces recordó la noche que lo hirió y todo el fuego que había encendido Rhage en ella se apagó al instante.

—No es correcto que estes aquí —dijo separándose de él.

Rhage sintió que volvía a cero nuevamente.

—¿Qué es lo que pasó? —Preguntó tomándola de la mano, increíblemente no quemaba, pero sus ojos apenas si mostraban que estaba viva. Sintió una opresión en el pecho, quería a su guerrera de vuelta y lo iba a hacer a costa de lo que fuera.

—Guerrero, ¿qué se te ofrece? —Preguntó la Virgen Escriba.

Leliel empalideció, esto iba a traerle demasiados problemas a ella y a él.

—Disculpe su Santidad, pero me tomé el atrevimiento de mandarlo a llamar —dijo Leliel bajando la mirada.

—Eso… —empezó a decir Rhage, pero Leliel lo interrumpió.

—Eso es todo guerrero —dijo con un nudo en su garganta.

Él iba a reprochar algo pero ella levantó un dedo para callarlo.

—No seas terco, Rhage, se terminó, no hay nada y no va a haber nada. Mi misión no es hacer de novia, es salvar a la raza —dijo mirándolo fríamente.

Rhage la tomó del brazo, pero esta vez sí lo quemó. Toda ella estaba envuelta en una llama viviente. Entonces la Virgen Escriba la estrelló contra la pared, haciendo que Rhage dejara escapar un gruñido ensordecedor.

—Guárdate lo macho para otro, Guerrero, que no se te olvide que sigues maldito —dijo ella con furia en sus palabras.

—Rhage, no —dijo Leliel desde el suelo.

Él quiso acercarse pero ella se lo impidió.

—No, Rhage, soy un peligro para ti, para todos —ella miró a la Virgen Escriba—. Por favor —suplicó, algo que jamás había hecho, la mujer debajo de la túnica negra se asombró ante la actitud de la Guerrera. Al final ella en verdad lo amaba.

—¿Estás segura? —Preguntó, desconcertándola. Con un movimiento de su mano dejó paralizado al guerrero, aun así, este escuchaba todo lo que las mujeres hablaban—. Porque de ser así entonces ésta sería la última vez en tu vida que lo verías.

Leliel cerró los ojos.

—Sí, lo sé —con pesadez en cada letra, añadió—: Lo amo más que a mi propia vida, y por eso lo quiero lejos de mí. Soy un peligro para él, no quiero dañarlo nunca más —dijo con lágrimas en los ojos—. Usted misma lo dijo. Estoy maldita y maldita debo morir.

—Pero entonces sufrirías el resto de tu vida —dijo la Virgen Escriba tentándola a cambiar de opinión—. Así y todo prefieres que le borre la memoria a él.

Entonces la mirada de Leliel se suavizó.

—Por él entregaría mi vida, si usted lo pidiera —dijo muy segura de sí misma.

—Que así sea —dijo desapareciendo de la habitación con Rhage.

Leliel se acurrucó en el suelo frío de la habitación. Ya no había vuelta atrás, nunca más volvería a sentir sus besos, ni sus caricias. Moriría en vida, pero él sería feliz, se dijo así misma intentando buscar el lado positivo a todo esto. Ya no pudo pensar en nada más, solo se quedó ahí sola, llorando.




Rhage no cabía dentro de sí por su asombro, no sabía si debía estar feliz por saber que su guerrera daría todo por él o si debía volver a esa habitación y hacerla entrar en razón a la fuerza.

—Ya escuchaste todo, Guerrero —dijo la Virgen Escriba caminando por su fuente y viendo algunos de sus pájaros—. Queda todo en tus manos, ¿quito de tu memoria a la guerrera del fuego o hacemos un pacto? —Dijo con un brillo en los ojos que Rhage jamás iba a ver.

Rhage la miró sin entender, ¿por qué de repente todo era tan simple?

—¿De verdad me lo está preguntando?

—Respuesta equivocada —dijo comenzando a alejarse—. Quizás cuando aprendas modales puedas volver a hablar.

Rhage la alcanzó.

—Por favor, Su Santidad, disculpe mi atrevimiento —dijo con la cabeza baja.Ella sonrió por lo bajo—. Sí, acepto cualquier pacto que me ofrezca.

Ella asintió con la cabeza muy lentamente.

—Perfecto, yo revocaría la maldición de ella para contigo y solo para contigo.

Él mostró una enorme sonrisa.

—No tan rápido, Guerrero —dijo disfrutando de la situación—. A cambio, ambos deberán vivir con la maldición de por vida. Sus hijos nacerán con una de las maldiciones pero solo lo sufrirán a partir del día de la transición —pudo notar por un instante la confusión en el guerrero—. ¿Qué decides?

—Acepto —dijo sin vacilar, quería correr a buscar a su Guerrera. Pero también quería saber por qué era todo tan simple; aunque ninguna de esas preguntas tendría respuestas. Estaba a punto de realizar un trato con ella y no iba arruinarlo todo por una simple pregunta.

—Yo no creo que sea una simple pregunta —dijo sacándolo de sus pensamientos—. Ella tiene un carácter muy fuerte, jamás ha podido mantener su calma —la Virgen Escriba se quedó observando un punto en el infinito—. Creo que después de todo nunca es tarde para remediar un error, ¿no? —dijo comenzando a caminar hacia un puente, dejándolo pensativo—. Sería prudente que la fueras a buscar, no sea que termine por arrepentirme —dijo en el aire la Virgen Escriba.

Rhage asintió.

—Grac… —pero sus palabras fueron cortadas al volver a parecer en la habitación donde había estado Leliel.

Ahí seguía estando, acurrucada en el frío piso de mármol. Con mucho cuidado se acercó a ella y acarició su mejilla quitando un mechón que le estorbaba para poder observar la belleza de su Guerrera.

—Nena —llamó en un susurro—. Vamos, amor, te llevaré a casa —habló casi en un susurro porque las emociones comenzaban a ganar terreno.

Ella lo miró sin entender nada.

—Rhage, no… —pero él silenció cualquier palabra con un beso.

—Luego te explico —dijo tomándola en brazos, para desmaterializarse a la mansión—. Primero vamos a la reunión que citó Wrath y luego…

Ella lo paró.

—Rhage, ¿por qué no te lastimo? ¿Qué pasó con mi maldición? ¿Qué trato hiciste? —Preguntó casi desesperada.

Él se acercó a ella y la besó como un poseso.

—Solo para mí, levantó tu maldición… pero hay otros detalles, de los que me gustaría hablar luego —dijo tomándola de la mano.







Wrath se encontraba sentado detrás de su escritorio, a su derecha estaba Raysa. A pesar de que ella no era su shellan, la debían respetar porque en un futuro la tomaría como tal. A través de sus débiles ojos podía observar a todos los Hermanos. En sus caras se podía ver lo ansiosos que estaban por la reunión. También se encontraban en su oficina las guerreras.

Hacía un momento los había mandado a llamar, debido al ataque del híbrido transformado, que hacía algunos días atrás había atacado a las hembras.

Debían organizarse para que en el próximo ataque nadie saliera herido.

La reunión estaba en suspenso, solo faltaba Rhage, que había salido en último momento hacía algunas horas atrás y todavía no daba signos de vida.

La puerta se abrió dejando ver a Rhage muy sonriente y nadie entendió nada hasta que detrás de él pareció Leliel.

Ella sintió mucha vergüenza porque todos la observaban expectantes, sintió como su cuerpo comenzaba a elevar su temperatura, pero increíblemente cuando sintió la mano de Rhage apretar la suya sintió una calma increíble y su temperatura bajó.

Raysa le dio un pequeño codazo a Wrath, quien entendió perfectamente la señal, con lo que carraspeó.

—Bien, estando todos presentes damos comienzo a la reunión —dijo en voz alta llamando la atención de los presentes.

—¿Todos están al tanto del ataque que sufrieron las guerreras la otra noche? —Preguntó con voz profunda recorriendo la sala con la mirada.

Zsadist gruñó por lo bajo.

—Al grano Wrath, estamos perdiendo tiempo en una reunión de mierda, cuando podríamos estar matando lessers o al mismo bicho ese que atacó —dijo impaciente.

—Pues me gustaría mucho que me dijeras cómo hacerlo, Z, porque estuve frente a cuatro guerreras antiguas con poderes que pueden destruir todo y no consiguieron doblegarlo —le reprochó con enfado y altivez—. No sabemos cómo demonios el Omega pudo crear algo así, no sabemos qué parte es más fuerte, no sabemos qué debilidades tiene. Por lo que cualquier propuesta es bienvenida, en este momento la raza se encuentra aún más expuesta al peligro que nunca.

—Cálmate, Wrath, primero creo que tendremos que buscar información sobre esta creación, ya que de momento, no tenemos nada —remarcó Vishous, y mirando a las guerreras le preguntó—. ¿Alguna vez se han enfrentado a algo por el estilo?

—Nunca, es la primera vez que peleamos frente a algo como esto —Kytara se encontraba al lado de Butch y le costaba mucho tratar de no desviar la mirada hacia Leliel y Rhage.

—Sí —dijo Leliel saliendo de sus pensamientos y captando la atención de los presentes—. No era algo así, tal cual esto, pero nos enfrentamos a algo imposible —dijo mirando a sus hermanas—. ¡Oh! Vamos, ¿soy la única que recuerda el por qué nos pusieron a dormir? —Preguntó sorprendida.

Raysa miró a sus hermanas con incertidumbre en los ojos antes de contestar:

—No recuerdo nada, Leliel, mi mente está en blanco —gimió mientras se frotaba las sienes tratando de recordar.

Wrath estiró el brazo y la tomó de la mano, apretándosela con suavidad mientras murmuraba.

—Tranquila, leelan —luego girándose de nuevo hacia Leliel le preguntó—. ¿A qué se enfrentaron, Guerrera?

—¡Oh, vamos! No me lo creo —dijo Nessa exasperada—. Al señor maldad en persona, Raysa —se giró para mirar a Kytara—. Tú lo recuerdas, ¿no?

—No te voy a mentir, pero no mucho, salimos muy lastimadas.

Esa había sido la más sanguinaria de las peleas que tuvieron que luchar. Hizo una pausan intentando recordar algo.

—¿Ustedes creen que esto tiene alguna conexión? —Les preguntó Kytara.

Leliel dejó escapar un suspiro cansado.

—No salimos muy lastimadas, salimos medio muertas, Ky —comentó la guerrera con pesar en sus palabras—. No hay conexión alguna, lo de aquel entonces fue una extraña prueba junto con una gran cantidad de maldiciones —apretó fuerte la mano de Rhage, cuando los recuerdos de sus hermanas caídas volvían a su mente—. Lo bueno es que este no es tan fuerte, solo necesitamos canalizar nuestros verdaderos poderes.

Raysa sonrió levemente al ver la muestra de cariño de su hermana hacia Rhage, sonrisa que se borró cuando las imágenes volvieron a su mente.

—¿Crees que seremos capaces de controlarnos esta vez, Leliel? —Preguntó con cierto resquemor—. Podríamos destruir todo si no logramos controlar nuestros poderes, aquella vez casi borramos todo lo que había sobre la tierra, si la Virgen Escriba no nos hubiera controlado y puesto a dormir.

Leliel se quedó observando la nada.

—O lo que es peor, podríamos terminar muertas —dijo con pesadez.

Los Hermanos quedaron sorprendidos ante esta afirmación. Cada uno de ellos trataba de asimilarla.

—No —casi gritó Butch—. Eso no, Kytara. Escúchame, no te lo voy a permitir —dijo tomándola de los hombros y sacudiéndola con desesperación.

Wrath observó a Raysa, no sabía que decir.

—¿Leelan? —Preguntó con miedo.

Raysa lo miró con tristeza, tampoco sabía que decir.

Zsadist, desde que oyó las palabras de Leliel, no había dejado de mirar a Nessa. Se sintió muy incómodo, no estaba bien esto que estaba sintiendo. Pero por alguna razón, sus lágrimas le venían a la memoria.

Phury miraba a su hermano y a la pequeña guerrera, no entendía por qué tenía que pasar esto ahora.

Kytara no sabía cómo detener la desesperación de Butch.

—Nullum, es mi destino, como lo es estar a tu lado y por eso lucharé. Ahora que nos hemos encontramos no voy a permitir que una rata de laboratorio súper desarrollada nos separe —le acarició una mejilla, calmándolo.

Rhage apretó la mano de Leliel, desde que entraron que no se habían soltado, habían mantenido el enlace de sus manos.

—Nena... —pero ella bajo la mirada.

Leliel juntó fuerza y volvió a mirarlo, acarició la mejilla de él.

—Rhage, no me va a pasar nada —dijo mostrándole una gran sonrisa—. Además, no fue en vano todo esto —dijo solo para él. A lo que Rhage respondió besando su frente.

Nessa miraba a sus hermanas, era feliz por ellas, pero no podía evitar sentir un ramalazo de envidia.

—¿Te cuidarás, Nessa? —El que habló fue Phury, no el que ella esperaba que hablara.

—Seguro, Guerrero —y miró hacia donde se encontraba Zsadist—. Todavía no pienso dejarte en paz —el vampiro se limitó a mirar hacia otro lado.

Wrath se acercó a su hembra, la abrazó mientras susurraba en su oído:

—No quiero que pelees, Raysa, ahora que te encontré no quiero perderte. No podría respirar si no te tengo a mi lado —le dijo con un dejo de temor y mostrando posesión en su voz mientras hundía el rostro en su cabello.

Raysa lo abrazó.

—Eso no va a suceder, Wrath, siempre estaré contigo. Pero tampoco voy a mentirte, llega un punto en que nuestros poderes se descontrolan y si los fusionamos como estoy casi segura que tendremos que hacer para poder derrotar a ese híbrido, podemos perder el control por completo —dijo suspirando.

Z se revolvió incómodo ante la vista de las parejas y su mirada voló nuevamente hacia Nessa, quien lo miró a los ojos sin apartar la vista. Se aclaró la garganta mientras trataba de volver su atención hacia el líder de la Hermandad.

—¿Entonces como serán los patrullajes desde ahora, Wrath?

—Bueno seguirán siendo en parejas como hasta ahora con la diferencia que van a ver dos grupos de tres —Wrath miró hacia otro lado de la habitación con concentración—. Butch y Kytara con Vishous por un lado.

—Ok, jefe —dijo un sonriente Butch. Todavía tenía recelos por la herida que recibió Kytara, se había quedado intranquilo después de hablar con Havers, y que este le dijera que ella se tenía que cuidar. Con su hermano se sentía más seguro de la seguridad de Kytara.

Wrath observó a Phury.

—Tú saldrás con Leliel y Rhage, es necesario por si alguno de ustedes sufre algún cambio —esto último lo dijo mirando a ambos guerreros.

—Perfecto —dijo Rhage.

Leliel asintió con la cabeza.

—No hay problema —miró a Phury y le sonrió—. Vas a trabajar de chofer muy seguido —comentó divertida.

—No se preocupen, me han dicho que soy muy buen chaperón —dijo mirando a Zsadist y Nessa. Se alzó de hombros—. Además me gusta ayudar en las causas nobles.

—Bueno, Z y Nessa siguen igual y Raysa conmigo —hizo una pausa y luego volvió a hablar—. Lo que va a cambiar es que vamos a ir rotando, un grupo descansará por noche, ¿estamos?

Se escucharon voces afirmando a esta última pregunta, algunas asistieron con un pequeño movimiento de cabeza, pero algunas otras estaban pendientes de sus parejas. Esa noche había sido de grandes revelaciónes, que ponían en jaque la tranquilidad de la Hermandad.

Ahora más que nunca tenían que permanecer unidos.

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