domingo, 6 de diciembre de 2015

Las Protectoras de la Noche. Capítulo 14







CAPÍTULO 14


Las cuatro hembras se encontraban en la cocina charlando de una gran cantidad de cosas sin sentido alguno. Desde que las despertaron habían tenido muchos problemas para compartir algunos minutos juntas y eso las estaba poniendo de muy mal humor, a algunas más que otras.

—Definitivamente creo que tendríamos que escaparnos —dijo Leliel mientras destapaba otra botella de cerveza—. No puede ser que si no es con ellos, no se pueda salir. ¿Quién mierda se creen que son para venir a prohibirnos salir? —Dijo muy molesta.

—¿Los reyes de su universo? —Kytara estaba cansada, hacía mucho que se debían una salida las cuatro—. ¿Creerán que somos unas idiotas? ¿Qué no nos sabemos defender? ¿Cuándo vamos a dejar de depender de ellos? —Le tendió su vaso a Leliel para que lo volviera a llenar—. Joder, yo quiero salir.

—Yo también —dijo Nessa, quien se puso de pie—. Vamos a buscar un poco de diversión. Que se jodan todos ellos —dijo más que segura de sí misma y encarando hacia la salida, mientras hacía que su ropa cambiara por un pantalón de cuero negro bien ceñido a su cuerpo, una camiseta sin manga gris y las típicas guillerminas en sus pies.

Leliel sonrió ante la actitud de su hermana.

—Por alguna razón te quiero tanto. Me gusta como piensas —dijo Leliel mientras con su mente cambiaba su camisón por una minifalda gris, un strapless negro y en sus pies conjuraba un par de botas tipo militar—. Andando. ¿Ustedes vienen? —Preguntó a Kytara y a Raysa, que todavía estaban sentadas.


Raysa sacudió la cabeza mientras contestaba:

—Pues salgamos entonces. Noche de hembras en el ZeroSum —dijo mientras un minishort negro y un corset rojo acompañados por unas botas negras aparecían en lugar de su ropa de entrenamiento. Esto definitivamente va a traer cola, pensó para sus adentros.

Kytara vació su vaso y miró fijamente a su hermana antes de contestar.

—Déjamelo pensar… Sí, voy —se cambió su pantalón pijama por uno de cuero negro, con una línea roja en los costados y suplantando la parte de arriba del pijama por una camiseta ajustada, marcando su silueta, en los pies se puso una botas texanas negras, y el cabello se lo recogió en una cola—. Y conste que no le pienso dar parte a Butch. Él cuando sale no me da explicaciones de sus actos, ya que la confianza está ante todo —lo dijo con una convicción que despertó la risa en sus hermanas.

Leliel dejó escapar una sonora carcajada.

—Más te vale. Después de esto, nos van a poner un GPS en el culo —dijo riéndose—. Total, sólo ustedes deben rendir cuentas, ¿no, Ness?

Raysa la miraba mientras decía con fingido tono ofendido:

—Disculpa, pero no tengo que rendirle cuentas a nadie —le retrucó mientras alternaba la mirada entre Leliel y Nessa, quienes la miraban con expresión sardónica en el rostro.

—No sé —dijo Nessa arqueando una ceja—. Yo no estoy vinculada con nadie —habló como orgullosa de su libertad.

—Tal cual —dijo Leliel, sacándole la lengua—. Se puede decir que somos dos hembras libres —dijo mientras la miraba con sorna.

Nessa se paró en seco.

—Ah… —la miró incrédula—. Si eres tan libre, ¿por qué Rhage duerme contigo todas las noches?

—Bueno, no sé de qué te quejas, si andas persiguiendo a cierto macho —la encaró Raysa con una sonrisita, con lo que se ganó como respuesta el dedo anular de su hermana.

Leliel sintió que su cara se volvía de miles de colores. Sacudió su cabeza y carraspeó.

—Estem… ¿Vamos a salir o a sacar trapitos al sol? —Preguntó mientras se rascaba la nuca.

—Vamos, antes de que empecemos a cavar nuestras propias tumbas —dijo Kytara mientras se ponía una campera.

—Totalmente de acuerdo contigo, Kytara —contestó Raysa mientras se cubría con una chaqueta larga negra.

Las cuatro iban caminando sigilosamente, de puntillas para que nadie se diera cuenta de que estaban escapando.

—¿Y si en vez de hacer el ridículo con estos pasitos de mierda, nos trasladamos hasta allá? —Preguntó Leliel, que no podía dejar de reírse por como todas caminaban.

—Es que esto parece más de complot —soltó una risita Kytara—. Aunque, ¿alguien aprendió ya a conducir? —Las cuatro se miraron entre sí, y comenzaron a reírse—. Mejor nos desmaterializamos.

En un parpadeo, las cuatro se encontraban en la puerta del ZeroSum.

—Bueno, esto realmente comienza a gustarme. ¿Entramos? —Les dijo Raysa mientras sonreía con picardía.

Cuando entraron las golpeó el sonido estridente de la música, aunque enseguida se acostumbraron sus sensibles oídos y se encaminaron a la mesa de la Hermandad, en el sector VIP.

Cada una tomó un lugar, llamaron a un camarero y pidieron las bebidas.

—Bueno es hora de ponernos al corrientes de las cosas que nos pasaron, ¿no? —Dijo Raysa, mientras miraba a sus hermanas.

—Bueno, es verdad, en este tiempo han pasado muchas cosas —dijo Kytara—. Te cedo el honor, Raysa. ¿Qué tal la relación con Wrath? —Tomó un trago, todas estaban pendientes de lo que iba a contestar su hermana.

Raysa las miró con los ojos entrecerrados prometiéndose vengarse por la jugarreta de Kytara.

—¿Por dónde quieren que empiece? —Preguntó mientras bebía de golpe su cerveza y sus mejillas se sonrojaban.

—No, no, por favor, ni se te ocurra contar detalles —dijo Leliel que simulaba taparse los oídos—. Con un “Todo bien” soy feliz —dijo para luego tomar de un trago su tequila.

—Todo bien —contestó Raysa, riendo.

—Obvio que los detalles del lecho quedan aparte —comentó Nessa, tomando su bebida—. No quiero tener pesadillas.

—Ya en serio, las cosas van bastante en serio, hermanas —dijo Raysa mientras las miraba por encima de su bebida.

—¿Qué tan bastante en serio? —Tiró su hermana tomando otro trago, mientras tiraba hacia atrás sus rebeldes rizos…

—¿De verdad lo preguntas? —Dijo incrédula Leliel—. Se vinculó en la primera noche, ¿qué tan en serio puede ir la cosa? —Exclamó aun sorprendida por el suceso. Dos de sus hermanas ya estaban vinculadas y se veían muy felices. Era una verdadera lástima que ella no corriera con esa suerte, pensó mientras le daba un sorbo a su cerveza.

Raysa miró atentamente a Leliel y a Nessa.

—Leliel, tú también lo harás, Nessa y tú realmente encontrarán la paz. No me preguntes como lo sé. Simplemente lo siento

—Muy bellas tus palabras, pero conmigo no van —dijo Leliel sin hacerle caso a Raysa. Ella más que nadie sabía de su imposible—. Ya vuelvo, voy al baño —dijo dejando a sus hermanas en la mesa.

—Ojala se cumpla, Raysa, pero sólo es un deseo, solo queda esperar —apurando su trago Kytara se levantó como un resorte del asiento—. Tengo ganas de menear el trasero, ¿alguna se une? —Y se encaminó hacia el centro del bar, donde una multitud de gente aclamaba a una banda local.

Raysa miró a Nessa, que no se había movido del lugar y tampoco había dicho una sola palabra.

—¿Quieres unirte, Nessa? —le preguntó, escudriñándola con la mirada.

Nessa negó.

—Vayan ustedes, yo paso —dijo, y volvió a su bebida, que sólo era un simple refresco. No le gustaba consumir cosas que atontaran sus sentidos. Aunque para eso, tenía a su hermana. Las palabras de Raysa habían calado muy profundo en ella. Podía sentir el frío en su interior, que era como el mar ártico. Oh, sí, ella era un estanque helado, que además estaba sumamente contaminado. Lo más parecido a la paz que podría llegar a tener jamás, era la felicidad de sus hermanas—. Anda, ve —le insistió.

Raysa miró la pista con añoranza. Hacía tanto tiempo que no bailaba… Con una risita, se unió a Kytara.

Ambas en la pista sobresalían, tanto por su belleza como por sus movimientos, que iban al compás de la banda, aunque a su vez eran un contraste de seducción, una rubia, alta, glamurosa pero a la vez irradiaba un aire de peligro. La otra castaña, más baja, sus movimientos seducían al espectador, pero a la vez manteniéndolos lejos de su mundo.

Leliel volvió del baño y se sentó junto a Nessa.

—¿Ya las perdimos? —preguntó, viendo como Kytara y Raysa bailaban muy entusiasmadas, mientras bebía de un solo trago su vodka.

—Sip, estaban muy entusiasmadas por bailar —dijo Nessa encogiéndose de hombros. Jamás había entendido la idea de bailar, cuerpos sudados, pegajosos… Sacudió su cabeza, alejando todo pensamiento—. ¿Te molestó el comentario?

Leliel negó.

—Nop. Supongo que después de tantos siglos ya me hice la idea, Ness.

Kytara y Raysa estuvieron un rato bailando en la pista y disfrutando. Volvieron a la mesa, las dos sedientas y muy sonrientes, hicieron señas para que les trajeran de beber.

—Hey, ¿van a quedarse aquí toda la noche? —Preguntó sonrojada por el baile Raysa.

Leliel la miró sin entender.

—¿Preguntas aquí por sentadas aquí o aquí por el lugar?

—Ambas cosas, Lel —le retrucó Raysa.

Leliel sonrió divertida.

—Oka, Ray —dijo siguiéndole el juego y dejando escapar una carcajada—Sip… A menos que quieran salir a divertirse un rato —comentó mirando a sus hermanas con ilusión de poder pelear.

—Cualquier cosa que no sea volver a la mansión, es bienvenida por mí, Leliel. Kytara, ¿qué dices? —Dijo mirando a su hermana—. ¿Y tú, Nessa?

Nessa sonrió.

—Todo sea por ustedes, saben que matar es mi pasatiempo favorito —dijo sonriente.

—Lo que sea —dijo Kytara tomando el último sorbo de su bebida y dejándolo con un sonoro ruido sobre la mesa—. Las sigo a donde vayan.

Leliel entrecerró los ojos.

—Ah, no. No, no. Señorita, volvemos a la mansión, dejamos el paquete —dijo señalando a Kytara—, y volvemos a salir.

—¿Qué paquete? ¿Tienes algún regalo para tu Rhage? —Dijo Kytara, encaminándose hacia la puerta del bar—. De acuerdo, vamos, pero yo no entro, no tengo ganas de que nos atrapen por tu regalo —le sacó la lengua a su hermana—. Además, la noche es joven y de seguro hay lessers que cazar.

Raysa sacudió la cabeza mientras todas iban empujando a Kytara.

—¿Cómo puede subirte tan rápido la bebida? —Le preguntó a su hermana.

Leliel le sacó la lengua también.

—Ningún paquete para Rhage. Tenía uno para el poli, pero supongo que él se lo pierde, ¿no? —Dijo siguiéndola hacia la calle.

—Primero y principal, nada de entrega para mi poli de ninguna de ustedes. Segundo, la que me empuja… ¿Qué? ¿No tiene estabilidad? Y tercero… ¿En verdad creen que ya me empedé? Joder de la santa Vieja Escriba, ¿no me conocen? —Dijo, provocando las risas de sus hermanas.

Se encaminaron las cuatro derecho hacia la calle, tan absortas estaban en su discusión que no vieron que un grupo de lessers que se bajaban de una camioneta GM negra, totalmente polarizada. En total eran unos ocho individuos.

Nessa fue la primera en reaccionar. Tomando su daga, dio la voz de alerta, y fue contra el primero del grupo. Por su constitución física y apariencia, se notaba que era un avanzado. La tomó contra ella en una pelea brutal, en la que se valía todo.

En un momento, el poder de Nessa cobró vida: Partículas de agua cargadas en la atmósfera tomaron vida en forma de pequeñas dagas de hielo y fueron por el lesser, hiriendo sus ojos y dejándolo ciego. Era el momento de atravesarle el pecho con su daga. Dio en un tiro certero en el hueco en el que había estado el corazón, desintegrándolo en el aire. Sonrió ante el placer de la aniquilación.

Nessa miró a sus hermanas. Kytara la había tomado contra dos de ellos, uno era alto y su cabello estaba en plena transición y el otro era más blanco que marrón. Los dos a la vez estaban recibiendo una paliza. En un momento, Kytara fue sujeta de unos de los brazos y le insertaron un puñetazo en pleno estómago, haciendo que se doblara en dos, cuando el que estaba libre la quiso rematar con una daga, un viento fuerte empezó a soplar y fue alzada por los aires terminando a la espalda del primer atacante.

—Hey, bebé, ¿me perdiste? —Le dijo de forma sarcástica, clavándole por la espalda la daga y traspasándolo, se desintegró. El otro le fue con odio. La quiso matar, pero ella le propinó un puñetazo en plena cara que le hizo saltar los dientes de adelante, y con el otro brazo le insertó una trompada en el estómago y cuando por fin quedó acabado, le clavó la daga en pleno pecho, una nube de polvo quedó en su lugar.

Leliel fue a por dos lessers que iban a atracar a Kytara. Dudó unos momentos sobre sacar o no sus dagas, pero se decidió por hacerlo. Hace mucho que no tienes una buena pelea, Lel, se dijo a sí misma.

Se batió a duelo con ambos hombres. Le gustaba la idea de pelear, pero si hablábamos de una pelea justa y no de un tres contra uno.

—¿Acaso sus madres no les enseñaron que debían batir duelos justos? —Gruñó ella cuando el tercero se unió a la pelea.

Las dagas desaparecieron de sus manos y fueron reemplazadas por una especie de espada de fuego.

—Mmm… me olvide de presentarles a mi mejor amiga —dijo clavándola en el medio del pecho de uno.

Uno de ellos estaba escapando, pero de su mano libre salió una especie de látigo.

—Ops, esta otra amiga, también me olvidé de mencionarla —dijo liquidándolo con una descarga de fuego.

Ella hizo contacto visual con el otro lessers que estaba espantado por la escena que había visto. Casi pudo sentir lástima por su destino, pero bien… Siempre decía lo mismo: Cosecharás tu siembra. Sin piedad alguna, le clavó la daga en el pecho, entonces se convirtió en cenizas.

Raysa se acercó con paso felino a dos de los lessers mientras desenfundaba sus dagas, dejó que se acercaran lo suficiente a ella, para luego desaparecer en una nube de tierra, reapareciendo tras ellos, mientras hacía perder el equilibrio a uno con una patada en la espalda, dando la vuelta para clavarle en el pecho la daga al otro lesser que recibió el golpe con sorpresa total, bajó la mirada a la daga clavada en su pecho y cayó de rodillas. Aprovechando esta situación lo empujó y terminó de hundir su daga haciéndolo desaparecer. Cuando quiso voltear, el lesser al que había atacado primero, le propinó un golpe en el rostro que la hizo enfurecer.

Arremetió contra el lesser dándole una patada en el pálido rostro haciendo manar líquido negro.

—Esto es por pegarle a una hembra, bastardo —le dijo mientras giraba y le daba un codazo en la espalda haciéndolo caer nuevamente. Con una sonrisa de triunfo se acercó al pálido lesser que la miraba sorprendido por la rapidez de sus movimientos.

—¿Quienes son ustedes, malditas? —Susurró el lesser.

Se arrodilló sobre el cuerpo, clavando profundamente la daga de la Hermandad en el blando torso, hablándole antes de hacerlo desaparecer.

—Somos tu peor pesadilla, idiota —le dijo mientras guardaba sus dagas.

Ninguna se percató de que uno de los lessers había dado la voz de alerta, antes de salir por ellas.

Después de terminar con ellos y empezar con la limpieza del lugar, sintieron una corriente eléctrica extraña, un poder que nunca antes habían sentido. Era algo indescriptible, en todos sus siglos de vida, jamás habían sentido algo como eso. Era una mezcla de un civil que había pasado por la transición, pero algo oscuro lo rodeaba.

Lentamente, las cuatro empezaron a buscar la fuente de ese poder. Cuando lo vieron venir, ninguna estaba preparada para conocer tremenda monstruosidad.

Era un macho de más de dos metros quince de altura, musculoso. Su tono de piel iba de un morado a un verde, sus ojos eran totalmente blancos y su dentadura era una hilera de dientes en formas de colmillos. Sus brazos eran como garrotes dispuestos a aplastar, y venía directamente hacia ellas.

A la primera que alcanzó fue a Raysa. Cuando se puso en posición de defensa, fue alzada desde el cuello y lanzada por los aires.

Al ver esto Nessa y Kytara fueron por él. Utilizando cada una sus poderes, quisieron inmovilizarlo, pero fallaron en el intento. Algo lo protegía.

Con una patada, dobló en dos a Nessa, y con una trompada en pleno rostro, tiró a Kytara contra una pared, dejándola mareada.

Entonces fue el turno de Leliel. Ella lo estaba aguardando. En una mano estaba su látigo, con un chasquido trató de lastimarlo, pero el fácilmente lo enroscó en su brazo. El fuego le quemaba la piel, pero era como si este no existiera. Enroscándolo más, la atrajo hacia él. Cuando la guerrera se quiso librar, la tomó de los cabellos y la hizo rebotar contra el suelo.

Nadie podía creer que esto estuviera pasando. No era posible.

Entonces las cuatro, recuperándose, la emprendieron contra él a un tiempo. Cada golpe, cada patada, cada descarga de poder fue rechazada.

—¿Qué demonios es esto? —Gritó en medio de la pelea Leliel. Esto no es posible, se dijo mentalmente.

—¿Cómo infiernos lo destruimos? —dijo Kytara, atajando un cabezazo del individuo y girando hacia un costado.

—Una llave de prendido y apagado no tiene —dijo Raysa, luego de insertarle una patada en pleno rostro, consiguiendo solo una pequeña sacudida.

Nessa entonces sacó su pistola y la descargó contra él, pero sólo logró hacerle cosquillas.

—Valía la pena intentarlo —dijo encogiéndose de hombros, al tiempo que arrojaba el arma y volvía a unirse a la lucha cuerpo a cuerpo.

Así estuvieron por lo menos quince eternos minutos, hasta que Raysa sintió el olor del civil que los lessers habían raptado.

—No —la protesta salió de sus labios, no podía ser posible—. Hermanas, creo saber lo que es, o mejor dicho, lo que era.

—¡Habla ya! ¿Cómo lo exterminamos? —Dijo Kytara tratando de clavarle la daga.

—Es el civil que raptaron la otra vez, pero no sé qué le pasó para que terminara así.

—¿Qué? ¿Es una broma?

Solo fue un segundo el que Kytara se detuvo. Entonces fue el momento de dar un golpe certero. De una de las botas del civil transformado salió una pequeña daga, y quitándose a las demás de encima, la emprendió contra la guerrera que manipulaba el aire. Con una voltereta en el aire, le clavó la daga en el hombro. Sólo gracias a los reflejos de la guerrera, que se movió a último momento, no término en su corazón. Contento con su pequeña victoria, desapareció.

—¡Maldición! ¿Kytara estás bien? —Leliel se acercó corriendo. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, vio la herida—. ¡Diablos!

—Estoy bien, no fue nada… —se cubrió la herida con la mano, tratando de detener el sangrado.

—¿Qué diablos era eso? —Gruñó una cansada e indignada Nessa—. ¿De dónde demonios salió? —Miró el hombro de su hermana. Un centímetro más y la habrían perdido. Solo de pensarlo, se enfurecía más.

—Era el civil, no tengo ninguna duda —dijo Raysa, poniéndose al lado de Kytara y tratando de examinar la herida—. Pero no entiendo como termino así.


Mientras tanto en la mansión…



Butch estaba como loco buscando por todos lados.

—¡Maldición! —Dijo, después de buscar por quinta vez en el cuarto de Kytara—. Le dije que no saliera sola —se quejó dando un golpe con su puño contra la pared.

Vishous lo miraba extrañado.

—¿Y cuál es el problema de que salga, poli? —Preguntó distendido.

Butch le devolvió una mirada letal. Por Dios, si las miradas mataran, seguramente Vishous estaría agonizando.

—Porque está herida, V —dijo caminando de un lado a otro.

Vishous se paró en medio del camino de su hermano, que estaba desorientado. Colocó sus manos sobre los hombros del macho.

—Poli, así no vas a lograr nada. Cálmate, concéntrate en su sangre y la vamos a buscar —dijo de manera suave y mirándolo a los ojos.

Por primera vez, Butch se detuvo e hizo caso a alguien. Cerró los ojos y se concentró, buscando a Kytara

—La encontré, está a unas cuadras del ZeroSum.

Sin pérdida de tiempo, se dirigieron hacia el auto V.

Iban como alma que lleva el diablo, pero para Butch no era suficiente.

—¿Le preguntaste a sus hermanas que hacía ella afuera? —Inquirió de repente Vishous.

—Ninguna estaba en la casa.

—¿Cómo que ninguna estaba en la casa?

—¿Qué crees que hice cuando no encontré a Kytara? Busqué a las otras, pero según parece, salieron juntas.

Vishous maldijo por lo bajo.

—Llama a Wrath y avísale. Esto nos concierne a todos.

Butch hizo la llamada, y Wrath le aseguró, blasfemias aparte, que se encontrarían allí.

No lo suficiente pronto, localizó a las hembras. Tres de ellas estaban inclinadas sobre otra, que estaba en el suelo, una morena no demasiado alta. Saltó del coche, antes de que se detuviera.

—¡Maldición, Kytara! ¿Por qué demonios saliste sola? —Apartó a las hermanas de su lado y la abrazó.

—Butch… me… ahogo —dijo con dificultad.

—Eso es lo de menos, ¿sabes el grado de desesperación en el que me tuviste? —Entonces la miró detenidamente. En su labio inferior se le estaba formando un cardenal—. ¡Lo voy a matar!

—Maldición, guerrero, ¡detente! Estoy bien… —tomó su rostro entre las manos—. Butch, mírame. Estoy bien, de verdad.

—Pero te hirieron, lo sentí. No sabes lo que fue, por un segundo creí que te perdía… ¡Mierda, Kytara! Parezco un idiota enamorado.

—Mi idiota —alzándose, le dio un beso en los labios—. Te amo, Butch.

—Puaj. Váyanse a un hotel —dijo asqueada Nessa. Ninguno se había dado cuenta del espectáculo que daban a las hermanas—. Oh, perfecto, más fuegos artificiales.

Todo miraron hacia el lugar que miraba la guerrera y vieron que se acercaba con poderosas zancadas un muy furioso e intimidante Wrath.

No desviaba la mirada de Raysa, su expresión no develaba nada. Sólo la miraba a ella. Todos fueron abriéndole paso hasta que estuvo frente a ella.

—¿Qué tal la salida, Raysa? ¿Se divirtieron? —Preguntó con voz dura.

Raysa tragó en seco mientras sentía una ola de rubor subir a su rostro.

—Estem… Sí, fue lindo —esa actitud de Wrath la desconcertaba, la ponía nerviosa.

—Oh, no sabes cuánto me alegro por ti. Es más, disculpa que te interrumpa con mis estúpidas preocupaciones, pero si la estaban pasando tan bien, ¿me puedes decir por qué diablos hace unos minutos sentí que tu vida corría peligro por segunda vez? Más aún cuando te ordené que no salieras sola —gruñó acercando su rostro al de la hembra.

Raysa quería mantenerse impasible, pero el enfado del macho era palpable.

Observando sobre el hombro de Wrath a sus hermanas y al resto de los machos, que por un segundo contuvieron el aliento, se mantuvo firme. Tenía ganas de besarlo hasta borrar esa expresión de enfado de su rostro, pero esta actitud no le gustaba nada, pensó frunciendo el ceño.

—Tú no me ordenas nada, Wrath —le dijo mientras clavaba un dedo en forma acusadora en el duro torso masculino—. Olvida la idea de que voy a hacer todo lo que quieras yo no…

No pudo continuar porque el macho la tomó posesivamente por la cintura, deslizando una de las enormes manos por el trasero de la hembra atrayéndola más a su cuerpo, mientras la besaba en forma posesiva haciendo que su cuerpo se convirtiera en fuego, haciéndola olvidar todo.

Con un gemido entrelazó los brazos en el cuello masculino mientras ahondaba el beso, hundiendo su lengua en la boca del macho que le respondió con el mismo deseo.

Alguien carraspeó incómodo.

Contra su voluntad, la pareja se separó sin dejar de mirarse.

—No quiero que nada te suceda, leelan —murmuró ronco contra su oído—. No vuelvas a irte sin avisar, por favor —casi gruñó las últimas palabras provocando una sonrisa en la hembra.

De un SUV bajaron Phury y Zsadist, éste último, en clara señal de no soportar nada de lo que veía.

—Bueno, ya estamos todos. ¡Ups! Lo siento, falta el grandulón —dijo con sarcasmo Nessa, y por reflejo miró a Leliel, pero la cara de ella no reflejaba nada más que tristeza—. Bien, ¿nos podemos ir o esperamos a alguien más?

—Deja el sarcasmo para otra ocasión, Nessa —la reprendió Phury.

—Muérdeme ¬—le respondió. Sintió un picor en la nuca y miró sobre el hombro. Zsadist la estaba observando fijamente, con los ojos más fríos y hondos que nunca. Por alguna razón, esa mirada logró lo que el reto de su gemelo, no.

Phury miró a cada una ellas, se notaba que habían tenido una pelea reñida por las condiciones en que se encontraban, muy ruda.

—¿Que fue lo que pasó?

—No lo sabemos, solo sentimos una presencia extraña y fuimos atacadas —le respondió Leliel—. Raysa sintió en el individuo la presencia de un civil que habían raptado, pero con la diferencia que ya había pasado por la transición.

—Pero no era solo eso, estaba genéticamente alterado, no sabemos con qué, pero se notaba —comentó Kytara, todavía tomada de la mano de Butch, que se negaba a soltarla.

—Bien, entonces esta noche habrá patrullaje. Phury, Z, Nessa y Leliel se encargaran de eso —dispuso Wrath, pero esta última no estaba, la buscó entre los hermanos, pero no la encontró.

—Se fue sola —se limitó a decir Vishous, observando a Leliel caminar calle abajo.

Wrath asintió.

—Butch, llévate a Kytara a la mansión y dile a Havers que la revise y por el amor de Dios, contrólate.

El grupo se dividió.


Desde lejos, Leliel observó a dos de sus hermanas siendo contenidas por sus machos.

Una punzada de dolor, y hasta de envidia, la invadió. Le hubiera encantado que Rhage hubiese acudido porque ella estaba en peligro. No porque ella necesitara ayuda, sino porque necesitaba sentirse querida. Por más que diera la apariencia de ser fuerte, ella deseaba poder sentirse como sus hermanas.

En un momento quiso buscarlo y echarle en cara el hecho de no haber ido con sus hermanos a verla, pero luego se dio cuenta de que no podía saber lo que le ocurría a ella si no había vinculación, si no había alimentación. Dios, amaba a ese macho y quería estar con él. Iba a hacer lo que fuera por estar con Rhage… pero ella no se lo iba a permitir. No porque tuviera algún poder sobre su vida como lo tenía sobre Kytara, sino más bien por una maldita promesa que hace mucho, demasiado tiempo sus padres le hicieron hacer.

—¿Estás bien? —Preguntó Vishous, que apareció de la nada a cierta distancia. No por miedo. Más bien por prudencia, sabía que quizás fuera mala idea tocarla ahora mismo.

Ella asintió con la mirada perdida, aun seguían divagando cantidad de pensamientos en la cabeza de Leliel.

—Sí, estoy bien —dijo casi susurrando—. Yo… Diles que tenía cosas que hacer —dijo dando media vuelta.

—¿Leliel? —Llamó Vishous. Ella solo lo miró. Él medito las palabras que iba a decir—. Suerte —le dijo, a lo que Leliel sonrió y siguió caminando.


Continuará....

No hay comentarios:

Publicar un comentario