viernes, 7 de febrero de 2014
SOLITARY MAN, CAPITULO VII
SOLITARY MAN, CAPITULO VII
3 de enero del 2004.
Ha pasado mucho tiempo desde que estoy aquí, en Isla Desvanecida, y aunque conozco cada minuto y cada segundo de esta angustiosa eternidad, he empleado cada uno de ellos en pensar en lo más importante de todo: MATAR A AQUERON.
Mavros se fue hace muchos milenios ya, y aunque a lo largo de estos más de 11500 años, sus hijos, y los hijos de sus hijos, me han seguido acompañando, ahora estoy solo.
Hoy, mientras preparaba mi comida, un luz brillante destello frente a mí y por un momento, me sentí aterrorizado.
Ya sin pizca de remordimiento rodé para coger mi lanza, con la que he estado cazando estoy últimos años y me posicioné, listo para atacar, pero mi mandíbula cayó abierta, cuando vi que no era ninguno de los depredadores a los que suelo enfrentarme.
DIONISIO.
Avance apretando los dientes hacia el dios, y apuntando con la punta de mi lanza a su corazón, y con voz sarcástica le hable:
-¿Qué coño te ha pasado en el pelo, capullo?.-
Mi voz salió cascada por la falta de uso, y cuando el dios del vino me hablo de nuevo, no logre entenderle.
Negué con la cabeza y el dios volvió a hablar. Esta vez en mi lengua materna y , miles de escalofríos recorrieron mi cuerpo al recordar mi pequeña estancia en el Olimpo, en manos de esos sucios y pestilentes engendros que se hacían llamar dioses.
-¿Ahora puedes comprender lo que digo, príncipe Styxx?.-
Me pregunto la divinidad carnificada que había frente a mí.
-Alto y claro..-
Mi voz al responder no fue más que un ruido cavernoso y ronco, producido por los años que llevaba en silencio y las palabras al subir por mi laringe, hicieron que me doliera como el infierno.
Dionisio avanzó hacia mí, sin temor a la lanza en su pecho, apartándola con un simple movimiento y mi cuerpo respondió a esa alerta, corriendo despavorido.
Prefería seguir solo y abandonado a mi suerte, que tenérmelas que ver de nuevo con ese maldito engendro follador de cabras.
-¡¡¡¡ NO TE ACERQUES A MI!!!.-
Grité mientras corría, y los ojos de Dionisio cambiaron a un rojo oscuro y siniestro.
-Oh, vamos, principito... He venido a ofrecerte mi ayuda.-
-Ningún Dios ha venido solo para ofrecerme su ayuda, ni en mi vida mortal y en esta. Que te jodan, Dionisio..-
La risa del dios pareció retumbar por toda la isla, y me agazapé tras unas rocas, con el corazón latiendo en mi pecho como si se tratara de una cabritilla asustada.
-Muy valiente por tu parte, chico, pero ¿sabes? En vez de joderme a mí mismo, podría decirle a Apolo dónde estás.... Pobrecito...El cree que estás muerto desde hace mucho tiempo, y se llevaría una enorme alegría al comprobar que su culito favorito sigue con vida, y tan apetecible como una ninfa.
Mírate Styxx, con ese trapito y esos músculos, no solo dan ganas de encarte el diente si no otras cosas también...
Ante esa idea, mi sangre se convirtió en hielo y por unos momentos dejé de respirar, sucumbiendo al pánico hasta casi al borde del desmayo.
Dioni siguió hablando, mirándose las cuidadas uñas de sus maños y con media sonrisa destello frente a mí, y alzó una ceja.
- O también, puedes escucharme y ponerle fin a esta pesadilla.
¿Qué me dices chico? ¿Apolo o yo?.-
Levanté la vista hacia el dios, y entre claros temblores producidos por el recuerdo, le di mi respuesta a Dionisio.
-Tu. Habla pues. Estoy escuchando.
Dionisio cruzó los brazos con una sonrisa perversa en su rostro.
- El mundo ha cambiado mucho desde que no estás en él , príncipe.-
El panteón griego es un chiste sobre el cual hasta Disney hace dibujos animados sobre nosotros, y casi no nos quedan creyentes, lo que se puede resumir en que hemos sido olvidados.
Dionisio se acerico la perilla y alzó sus ojos hacia los míos.
- Hecho de menos los días en los que nos ofrecían sacrificios, y mis poderes eran fuertes.
Dentro de un mes, el portal entre Kalosis y el mundo humano será tan fino, que podríamos abrir una brecha en él y ya conoces la profecía, Styxx... La Destructora puede ser liberada, y si ella es libre...
El dios se echó a reír y me escudriñó con su mirada y salí de detrás de la roca con cautela.
- ¿Y que tiene todo eso que ver conmigo? Esa perra no es nada mío... mató a mi Bethany...
Dionisio puso los ojos en blanco e hizo un gesto con la mano.
-Para abrir el portal necesitamos la sangre de un atlante verdadero. No un apolita cualquiera... Alguien nacido del linaje de Apolimia...
Un tic se instaló en mi mandíbula y apretando los puños hasta que media lunas de sangre se formaron en mis palmas, miré a Dionisio.
-Aqueron.
El olímpico se echó a reír con una sonora carcajada y haciendo una parodia de aplauso sonrió de manera perversa.
-Chico listo. ¿Ves por qué te necesito?
CONTINUARÁ.
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