miércoles, 2 de abril de 2014

Solitary Man. Los diarios de Styxx. Capítulo VIII.




SOLITARY MAN CAPITULO VIII
3 de enero del 2004


Ok. Ahora lo entendía todo. Nadie más que yo tenía la habilidad de derrotar a mi gemelo, aunque el precio a pagar por ello, fuera alto.

Si Aqueron moría, yo sería libre de una vez por todas.

Miré a Dionisio cruzándome de brazos y con voz ronca le hablé.

- No veo en que me puede ayudar a mí eso.-

El dios se pasó los dedos por su pelo mechado y sonrió mostrándome los colmillos.

-¿Qué es lo que más deseas en esta vida, Príncipe de Didymos?--

Mi respuesta surgió de mis labios sin vacilar.

- A mi esposa. A mi Bethany.

Dioni puso los ojos en blanco y con cara de exasperación volvió a preguntarme.

- ¿Y la segunda cosa que más deseas en este mundo?-

- Mi hijo.-

Respondí otra vez sin vacilar. Dionisio se estaba poniendo nervioso y aunque yo sabía por experiencia propia que no era nada bueno cabrear a un dios, sonreí, mirándolo directamente a los ojos.

- ¿Y la tercera cosa que más deseas, príncipe? Y cómo menciones a otro miembro de querida familia feliz, te juro que llamo a Apolo y te dejo aquí con el...Para toda la eternidad.-

Su voz sonaba exasperada y cuando me miró de nuevo, sus ojos estaban de nuevo rojos.

Lamentablemente, no tenía a más familia para nombrar y me encogí de hombros ante mi siguiente respuesta.

- Morir. Lo que más deseo en este mundo, si mi familia no está en él, es morir.

Dionisio se echó a reír y avanzó, rodeándome los hombros con sus brazos y yo me encogí ante la repulsión que ese gesto me provocaba.

-Chico listo... Si Aqueron muere, tú, mi querido principito, mueres.... Y yo tendré la posibilidad de gobernar a todo ese mundo de humanos y todos felices.

¿Entonces, que me dices, rubito?-

Preguntó el dios del vino mirándome sonriente.

Zafándome de su agarre, mascullé:

- Digo que me saques de aquí de una puta vez.

Dionisio volvió a agarrarme y me destello fuera de Isla Desvanecida.

Miré a mí alrededor, y me sobresalte ante el sitio dónde me encontraba.

Había sillas, y una mesa, e infinidad de artilugios que yo no sabía ni lo que eran ni para lo que servían y antes de que pudiera siquiera abrir la boca para preguntar, el dios poso su mano en mi cabeza y grite de dolor al sentir como toda la información de más de once mil años entraba en mis recuerdos.

La nariz empezó a sangrarme y mientras me tapaba, intentando contener la hemorragia, pensé que los dioses eran un poco gilipollas si aún seguían preguntándose por que los odiaba.

- Principito... quizás quieras pasar al baño. Me estás dejando la moqueta hecha una verdadera pena.-

La risa del dios me hizo apretar los dientes y lo miré con furia. Malditos bastardos.

Malditos fueran todos.

Me dirigí al baño y me senté, procesando toda la información que acababa de recibir. Sabía que había pasado tiempo, pero 11.000 años eran muchos.

11.000 años de soledad y locura en Isla desvanecida y todo gracias a Aqueron.

Aqueron, quien había sabido durante todo este tiempo donde yo estaba y ni una sola vez se dignó a honrarme con su presencia.

Después de todo lo que yo había hecho por el... Fui un maldito imbécil al creer que él se iba a apiadar de mí.

La rabia fluía por mis venas como si fuera veneno, y grite arrojando la bola de papel ensangrentado que sostenía bajo mi nariz contra el suelo.

- Está muy bien, hermanito... ¿quieres jugar? Pues vamos a jugar.... Pudiste matarme y haberme librado de mi sufrimiento, pero preferiste follar con esa puta de Artemisa....

Mis pensamientos eran como el ojo de un huracán, destrozándolo todo a su paso. Llevándose todos los buenos recuerdos que podría haber conservado de mí hermano, y ahora lo único que quedaba en mí era rencor, e ira.

Quería verle muerto y quería venganza. Por todo lo que me habían hecho, y por la vida que me había arrebatado.

Después de un tiempo, salí del baño y me senté a la mesa, donde había un dios que no reconocí.

Ni atlante ni Olímpico, pero apreté los dientes, mirándolos con recelo. No iban a usarme como una vulgar puta.

No sin pelear, y cuando el dios del pelo largo y negro me miró, la sangre se me heló en las venas.

- Te presento a Cumulus.... El dios galo-celta de la guerra.-

Dionisio hizo una pantomima con sus manos señalándome y fije mis ojos en ellos, entrecerrándolos hasta convertirlos en rendijas.

- Aunque no se viste como él o tiene su porte, creo que sí... que puede pasar.-

Dijo el dios Cumulus.


- Los Dark Hunters son bastante estúpidos. Se lo creerán.-

Respondió Dionisio mirándome.

- ¿qué coño son los Dark Hunters?-

Pregunte mirándolos desconfiado y los dos dioses estallaron en carcajadas.



3 años más tarde...

30 de septiembre del 2008

Todo lo de Nueva Orleans con Cumulus y Dionisio salió mal.

Esos gilipollas casi provocan el Tekelios y yo, una vez más, tuve que cargar con la rabia de la puta pelirroja y con la de mi hermanito, el divino.

Fui relegado a una celda en el Tártaro, con los recuerdos implantados de Aqueron y durante cuatro años no supe quién era yo, o quien era él.

Estes nos había dañado a los dos.

Al final, el jodido atlante no era tan diferente a mí como había pensado, y cuando al final vino a sacarme de allí, devolviéndome mis recuerdos, le suplique que me llevara con él.

El me preguntó por qué, y simplemente le dije que quería conocer a mi hermano.

- No puedo deshacer el pasado, Aqueron, pero en el futuro sacrificaré mi vida por ti si es necesario.-

Dicho y hecho, mi deseo se hizo realidad, y me vi transportado a Katoteros, haciendo que mi sangre se helara en mis venas.

Mis recuerdos me golpearon de lleno, haciéndome gemir por el horror que había sufrido aquí a manos de los dioses, pero no tuve en cuenta que el rencor de Ahs hacia mí es mucho mayor que el mío hacia él, y aquí estoy, en la otra punta del jodido sitio, otra vez más solo que la una, mientras mi hermano vive en la otra punta del río con su hija demonio y sus amigos.

Otra vez mi dieta es a base de crustáceos que logro pescar en la orilla del gran río que separa mi cabaña del palacio de los dioses pero esta vez o ni no tengo a Mavros ni a sus descendientes para que me hagan compañía.

He intentado cruzar el rio con una balsa que he estado construyendo y he llegado hasta el palacio principal, cosa que me ha revuelto el estómago al acordarme de Achron y de los demás dioses torturándome y violándome.

¡¡Ja!! Y Aqueron sin tener idea de que conozco mejor que el jodido sitio y a su jodida familia. ...

Cuando iba a entrar para encararlo, las risa de sus amigos me han dejado paralizado y no he podido seguir.

Él es feliz aquí con aquellos a los que llama familia y sentándome en el suelo, he mirado los nombres tatuados en mi antebrazo y he roto a llorar.

Yo nunca tendré una familia como la de mi hermano...

Nunca. Estoy condenado a vivir la eternidad solo y levantándome, perdido en mis pensamientos, eché a andar entre los templos.

Solo mirarlos hacia que la bilis subiera por mi estómago y mi cara se crispara en una mueca de horror, pero al llegar al de la diosa de la ira y la miseria, he descubierto que es el único templo del cual no tengo ni un solo recuerdo.

El templo estaba inmaculado y despojándome de mis ropas empapadas, me he dirigido a la habitación principal.

¡¡¡ Dioses!!!
Las fragancias de Agriosa me golpean de lleno, trayéndome recuerdos del aroma de mi Beth y allí tumbándome en la amplia cama de la diosa, he roto a llorar, pensando porque ni un solo miembro de mi familia jamás había podido quererme.

Ash tuvo a Rissa, a su madre la Destructora... A Savitar, a su hija demonio... Incluso a un ejército entero de dark hunters que lo querían, pero yo...

Yo no tengo absolutamente nada, porque las dos únicas personas que se dignaron a quererme, están muertas.

Al final abrazando con fuerza me quedo dormido, con esos pensamientos rondando en mi cabeza.
Un solo ser que me quiera... Si no puedo ir con mi Beth y con mi Galen...solo pido eso.




CONTINUARÁ.

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