martes, 29 de octubre de 2013

Especial Halloween 2013. El cine de la vía Púnica. Alessa Cevans





Como todas las noches, al cerrar la sesión de ventas de entradas, me dispuse a hacer caja y cerrando la ventanilla y las cortinas, cogí el boli y empecé a contar los pequeños trozos de entradas que me habia bajado del tercer piso.

Siempre me hacia gracia ver los pequeños papelitos, que amontonados parecían confeti, y tatareando una canción de Evanescene, me dispuse a contar.

Perdida en mis pensamientos, y con la cabeza llena de números, sentí una leve corriente acariciando mi nuca, pero como se aproximaba noviembre y la noche del 31 de octubre siempre era fría en la isla, pensé que quizás el frío de la noche, se colaba por debajo de la puerta de mi despacho.

Seguía a lo mio, haciendo cuentas, con el escritorio lleno de papeles, cuando encima de mi cabeza, en el piso de arriba, comencé a oír pasos.

Mire hacia arriba, extrañada, y boli en mano me quedé escuchando en el silencio de la noche.
Si, eran pasos y se oían directamente encima de mi, en la parte antigua del cine, que estaba cerrada a cal y a canto.

~~ Serán gatos~~ Pensé extrañada.

Me encogí de hombros y tras recoger los pequeños trocitos de papel azul, saque las hojas de cultura y empecé a pasar los datos a limpio.
Titulo de la película, numero del ministerio, clasificación por edad, numero de entradas vendidas, etc , etc... Los pasos cada vez sonaban mas deprisa sobre mi cabeza y una vez mas, mire hacia el techo con curiosidad.

~~ Pero los gatos no llevan zapatos... ~~


Mis pensamientos buscaban una explicación racional hacia los ruidos que estaba escuchando y me obligué a tranquilizarme.

Cuando tuve la hoja de cultura rellenada, volví a la parte delantera del despacho y me senté otra vez en mi vieja silla,mirando desconfiada hacia arriba y ladeando la cabeza para escuchar mejor las pisadas que se oían en el piso de arriba.

Me encendí un cigarrillo y empecé a colocar los papeles que tenia desperdigados encima de la tarima de madera que hacia las veces de escritorio.

Alguien llamó al cristal y descorrí la cortina, pensando que tal vez seria alguna de las chicas del bar o de salas, que venia a hacerme un rato de compañía, pero ante mi sorpresa, cuando alce la mano para retirar las telas que cubrían el cristal, allí no había nadie.

Mi desconcierto duró apenas dos segundos, por que a la vez que me levantaba para curiosear, un fuerte golpe encima de la madera, hizo que todos los papeles salieran volando y asustada, retiré mi silla hacia atrás, y salí corriendo, jadeando y al borde del llanto.

Tras cerrar de un portazo mi taquilla, subí corriendo los tres pisos hasta llegar al bar y la chica de la puerta, ya alertada por mi grito, salió a mi encuentro preguntándome que si estaba bien.

No, no lo estaba.

Ahí abajo me había pasado algo muy extraño y estaba muerta de miedo.

Con la voz temblorosa le conté que había oído pasos, después a alguien golpeando el cristal de la ventanilla y luego el fuerte golpe en la tarima de madera que había hecho que los papeles salieran volando.

Ella se puso pálida y miró a la chica que estaba en el bar y con la voz ronca por el miedo, me dijo:

- No es la primera vez que ocurre... Nosotras también hemos visto y oído cosas. Hace años, un niño jugaba en la claraboya a la pelota, y el techo se hundió bajo sus pies, y cayó al patio de butacas del cine antiguo. Murió a causa del golpe y debido a las cosas que empezaron a ocurrir, decidieron tapiar la parte vieja del cine y abrir la nueva, pero el se aburre y busca a alguien con quien jugar.-

Las palabras de mi compañera de trabajo me atravesaron como cuchillos y entonces recordé con espanto, al pequeño que cada tarde, me esperaba sentado con su pelota en el escalón de la entrada, preguntándome que si quería salir a jugar.

Y yo siempre le decía:

-Luego, luego vengo.


¿ continuará?

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