domingo, 20 de octubre de 2013

DOS LOBOS, DOS ALMAS, UNA LUNA. MANADA DE LOBOS FURTIVOS. Capitulo 9 Hilos rojos II Los hilos rotos.







“Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, 
sin importar tiempo, lugar o circunstancias. 
El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romperse”  



CAPÍTULO 9. HILOS ROJOS II.  LOS HILOS ROTOS.


Él daba miedo.
Mucho miedo y lo sabía.

Cada vez que hundía las patas en la tierra, sentía como su cuero se afirmaba sobre el terreno arcilloso humedeciendo sus patas y manchando su pelaje.

Lex era enorme, intimidante y aterrador.Media de nariz a cola 2,23 metros , pesaba más de 190 kilos y su altura se elevaba sobre los 1,40. Todo el pelaje negro brilloso lo ayudaba a camuflarse de noche.

Esta era una de esas noches.

Había corrido y corrido dejando a su lobo suelto, sintiendo la libertad de la noche y conectándose con su entorno. Emprendió el viaje de vuelta cuando la conexión son Sambana se hizo un fino hilo.

Había creído que ahora que este se había emparejado ya no lo sentiría, pero se equivocó.

Trotó por el sendero que hacía de día en forma humana mirando cuan distinto era todo de noche, hasta que se tiró sobre el borde de un pequeño y fino río. Estaba estático y la brisa cálida de principio del verano lo golpeó. La luna sobre su cabeza brillaba y las estrellas titilaban.

Suspiró y acercó el hocico más cerca del agua. Bufaba y hacia pequeñas olas sobre la lenta superficie que corría hacia las piedras, su lobo era juguetón.  Le gustaba correr y saltar por en el agua fresca, correr tras  liebres y oler flores. Lástima que cuando se sentía amenazado, mataba sin miramientos.

Un pequeño sonido de ramas rotas lo hizo girar, río en su forma lobuna, lo que era más aterrador que si reía como humano sus colmillos eran de 30 centímetros blancos y muy muy filosos.  Escaneó buscando, mirando, oliendo…sintiendo hasta que encontró el aura que lo estaba acosando, se escondía tras uno de los pinos. Era pequeño, un lobito gris que no tendría más de 14 años, 15 máximo.



Lex se paró y caminó hacia él mirando lo que el lobito miraba y no vio a nadie ni nada, solo el follaje cuando soltó un aullido triste a la luna.

Bendita Luna que lo cubría todo, Lex se acerco más hasta estar a solo dos metros. ¿Qué clase de lobo era este que no sentía a otro acercarse? .

Lex fue golpeado por la tristeza y el dolor que el pequeño lobo sentía.

Él lo sabía, sabía lo que era esconderse de los demás, sabía lo que era el rechazo y lo peor, sabía que este lobito estaba siendo abusado. Su aura era tan clara que casi se podía palpar , las vetas azules le mostraron la angustia y el dolor. El lobito volvió a aullar más angustiado y Lex le tocó la cola con el hocico.

Ni lo notó, siguió aullando, casi llorando en la noche cálida y a Lex se le partió el corazón.

Hacia ya una semana que Sambana se había mudado a la casa de Athena. Lex sabía que Samby no la traería a vivir a la cabaña estaba muy alejada del pueblo y ellos necesitaban espacio para vincularse.
Por raro que pareciera, Lex lo había tomado muy bien, no solo ella lo haría feliz, sino que por fin podría vivir con gente durante las tres primeras semanas de la luna. ¿La cuarta? Sería problema de Lex y no compartiría con nadie a su hermano.

Había hablado con Ben y determino que sus alfas serían Ben y Athena, Ben porque sabía que ya conocía el manejo de la manada y Athena, porque ahora emparejada con Sambana no lo traicionaría.

Su hermano no necesitaba un titulo, él estaba primero para opinar y ayudar a Lex, era lo justo, por su culpa estaban en este brete. El único problema había sido con el odioso hermano de Athena, quería ser ejecutor y eso Lex no se lo permitiría. Lo había preguntado en el calor de la charla sobre los límites de las tierras de la manada.Desubicado y charlatán lobo mezquino. Así que Lex lo miró a los bellos ojos grises y le dijo NO.

¿Bellos ojos grises? En el momento Lex se asustó, no entendía de donde venía esa idea, pero sabía que jamás había visto un aura como la de Apeles y debería cuidarla.

Eso y preguntarle a Hidis que era la brillante aura de el insoportable lobo.

La semana pasó tranquila, hizo su trabajo como alfa y corrió con la manada bajo la luna, comió con su hermano como lo hacía cada domingo y trabajó controlando su bosque. Nada fuera de lo normal hasta ahora.

El lobito gimió sacándolo de sus pensamiento y trayéndolo de nuevo al bosque.

-Alfa…- Se giró sobre su cuerpo y mostró su abdomen blanco en señal de sumisión.

Esta era otra cosa que descubrió. Él como alfa podía comunicarse con todos en la manada de forma telepática, también estaba lo de la “Voz de Alfa” que hacia obedecerlo por más que no quisieran, eran ordenes naturales, nadie iba contra el alfa.

-¿Por qué estas herido? Dime.- Uso la voz para que no pudiera mentirle, aparte no podría porque vería el aura y lo olería, así parecía que lo coaccionaba y ni intentaría la mentira. Con su nariz golpeó suavemente el costado tratando de ver donde estaba lastimado, pero no vio sangre.

-Ella solo estaba enojada, yo soy un mal hijo, no es su culpa.- El pequeño lobo se estremeció y se volvió más pequeño, enroscándose en una bola cuando el enorme lobo gruño.

-Cambia ahora.- Le ordenó.

Un adolecente escuálido y magullado estaba ahora frente a él, tenía un ojo negro y varios golpes de varilla. La furia que se desprendió de Lex hizo que todo el bosque despertara, ondas y ondas de poder se desprendían del lobo que se volvió más grande de lo que ya era.

“Ella” quién demonios fuera, moriría esta noche.




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Sambana estiró los brazos sobre su cabeza tratando de descontracturar su dolorida espalda.
Se paró y caminó hacia el baño, abrió las llaves y se desnudó. Seguro el agua calmaría todos los buenos y malos dolores de su cuerpo. ¿Los malos? Había estado sentado trabajando por más de cuatro horas. ¿Los buenos? Le dolían las rodillas, las caderas y el cuello. Soltó un suspiro y se metió en el cálido chorro de agua.

Athena.Cambió su vida de forma drástica, sonrió casi con vergüenza al recordarla. Ella lo había sometido en más de una ocasión y él no se negó, ella había hecho de su cuerpo un juguete y ahora le dolía que no estuviera cerca para repetirlo.

Enjabonó sus manos y las pasó por su pecho recordando cada cosa que le había hecho, sintió el calor correr por cada terminación nerviosa y jadeó.

Dos manos se unieron a la suya y  ni se sorprendió cuando dos suaves pechos se fijaron sobre su espalda. Como un rayo el calor del cuerpo de su hembra cubriendo el suyo por detrás , desvió toda la sangre de su cuerpo a su polla, que ahora se movía lenta entre los dedos finos y suaves de Athena.

-¿Estabas jugando sin mi? – Preguntó mientras apretaba uno de sus dedos sobre la pequeña raja, Sambana jadeó y se giró para enfrentarla.

-Nop, solo estaba extrañándote, pero llegaste en el momento adecuado.- Apretó y giró fuerte uno de sus pezones y Athena le gruñó bajo y lo besó. Sambana bajó la mano por el plano vientre buscando entre los pliegues hasta encontrar lo que buscaba, el húmedo lugar estaba listo.

Athena levanto las piernas y las enroscó sobre las caderas de Sambana , que penetró con un movimiento brusco.   Los movimientos fueron se volvieron errantes cuando los gemidos de Athena explotaron con su nombre en un grito, Sambana simplemente se dejó perder en el placer.




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Apeles volvía con su mochila al hombro por el sendero cuando vio a Ben correr con los ojos enormes, la manada salía de sus casas y corría hacia el claro.

¡Mierda, vengo de allí! Protesto silenciosamente cuando se dio cuenta de una gran verdad.
Ya no tenía donde ir, su hermana ahora tenía pareja y él estaba de más.
Miró su casa de la infancia, donde había crecido, donde ahora era un extraño. Sólo las luces de la planta alta estaban encendidas.

Suspiro y emprendió el vieja hacia la puerta de entrada cuando un cuerpo a medio vestir lo embistió tirándolo al piso de culo.

-¡Hey! ¿Que demon…?.- No terminó la frase. Samby corría hacia el claro descalzo. Lo vio irse y cuando intento pararse Athena salió poniéndose una remera sobre su cuerpo húmedo y desnudo, la tomo de un brazo y la freno en seco.

-¿Qué es lo que pasa?- Athena se terminó de bajar la remera y Apeles continuó.-¿Corren hacia el claro?.- Athena lo mira asombrada

-¿No escuchaste el llamado del Alfa?- Se puso la otra bota y negó con la cabeza.

-Apeles corre, después te explico.- Apeles siguió a su hermana, pero no corrió. El imbécil del alfa lo iba a expulsar de la manada, pero por la Luna que no se iría sin pelear.

Cuando llegaron al claro, Athena tomo su lugar entre Ben y Sambana que miraba el oscuro bosque y esperaba. Él sabía menos que ella de lo que pasaba, en la semana que llevaban viviendo juntos había entendido que entre los gemelos había algo más que una simbiosis. Ellos eran hermanos pero un complemento de otro. Mientras Sambana sonreía y era ameno con los demás Lex era parco y gruñón.

Sambana hablaba, Lex no. Ni siquiera les gustaban las mismas comidas como les pasaba a ella y Apeles.  Observó como Samby , su Samby ahora giraba y le tomaba la mano acercándola diciéndole con los ojos que se quedara tras de él.

-¿Qué hace Quimey saliendo del bosque?- Preguntó muy cerca de los dos Ben.

Los tres vieron salir a Lex en su forma de lobo que empujaba a Quimey al claro, bajo la luz de la luna donde cada una de sus magulladuras eran visibles.

Se formó un murmullo bajo seguido de un gruñido general. La manada entera miró a una mujer rubia pequeña, parecía casi frágil, llamada Fimey la madre de Quimey.

Lex habla por el vínculo que lo unía a la manada mientras se acercada tranquilo a la hembra que ahora temblaba.

-Desde hoy el que golpee a un niño, morirá, no permitiré ningún tipo de maltrato.- Se transformo frente a la hembra con su tercera forma y la levantó sobre su cabeza para verla a los ojos.

-Si lo veo llorar, si lo veo mal vestido, si lo veo con una uña quebrada, vendré por ti. Él esta noche te salvó la vida, porque rogó por ella.- Le aflojo un poco el agarre cuando vio los labios azules y Quimey lloraba sobre su costado pidiendo clemencia.- Si lo vuelves a golpear, si lo vuelves a dejar con frío y hambre, yo te daré algo peor que la muerte.- La pegó a su nariz y le gruñó mostrando sus dientes.

Miró a la manada completa y soltó a la hembra que cayó como una bolsa de papas al piso mientras boqueaba por aire. Quimey se aferro a su madre y miro al alfa con ojos grandes y llenos de lágrimas.

-Gracias alfa…- Fue lo único que llego a decir, Lex se volvió Lobo y corrió a la espesa noche.

Continuará...



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