martes, 25 de marzo de 2014

Deadpool fanfic. Capítulo 2. Asesino a saldo.




-¿Qué pasará por el organismo de un perro para que su meado pueda dejar un olor así? – le pregunto a mi reflejo en el espejo, una mezcla de Ryan Reynolds tras vérselas con una manada de elefantes armados y muy cabreados, algo que, por otra parte, anoche ocurrió... ¡Que narices!, yo me sigo viendo irresistible -... huelo a... Bueno, si hay necesidad de demostrar que beben de la taza de vater o se comen sus propios vómitos y excrementos, el aroma de mi uniforme sería una prueba irrefutable.-

Miro mi uniforme que cuelga de la barra de lo que el dueño de esta ratonera alquilada llama ducha... Imaginaos el panorama, solo diré que se me quitan las ganas de hacer un chiste.

 Si ese gordo me hubiese pagado anoche, ahora podría estar en un cuatro estrellas con todas las comodidades... pero no, el tipo tuvo que ponerse en plan “yo no hago tratos con tíos en pijama”

 Y a mi me obligó a regalarle unas alitas de TNT (Marca registrada ACME) y un camisón para que durmiera, en pedacitos muy muy pequeñitos, el sueño eterno y su último vuelo.



¿Debería sentirme culpable? ¿Pero, joder, habéis visto esta habitación? ¿Me habéis estado prestando atención? No, no me arrepiento de nada.

-Non, rien de rien, non, je ne regrette rien1 – canto y bailo por el reducido cubículo, porque algo tiene que hacer un hombre maduro, vestido tan solo con unos calzoncillos, cuando no tiene un trabajo ni alguien al que convertir en un colador o sushi humano - c'est payé, balayé, oublié, je me fous du passé2 – bueno, dados los acontecimientos y mis últimos comentarios, eso queda un poco hipócrita... Pero, que me detengan, soy un mentiroso, pervertido y cariñoso... Por dios, como se puede pasar de la gran Edith Piaf a David Civera. Si alguien no me pega un tiro pronto lo haré yo: creo que he enloquecido... Ah, no, que susto, tan solo es mi estado normal.

De todas maneras no me vendría mal mantenerme distraído un rato. Sobre la mesilla de noche hay una Santa Biblia unida al mueble con una cadena: descartada, ya tengo una y no me la creo; y en el otro rincón mis armas.

¿A que os preguntáis como entró a un hotel de mala muerte un tío en pijama, armado hasta los dientes y oliendo a pis de perro? Me encantaría contároslo, pero tendría que dar alguna información que provocaría más de alguna ulcera de estomago. Creedme, lo hago por vuestro bien, a mi me encanta contar historietas... y las escatológicas son de las que mejor me salen.

Cojo una de las pistolas y me giro hacia el arañado espejo del baño.

-¿Me estas hablando a mi? – digo con mi mejor acento a lo De Niro - ¿Me estas hablando a mi? – enfundo y desenfundo -... Claro que me hablas a mi – enfundo y desenfundo... enfundo y desenfundo... enfundo y de...

¡Bang!

... Y pierdo la fianza que tuve que poner, además de lo que costaba ya la noche en este nido de cucarachas, antes de ocupar la habitación.

-Bueno – digo mesándome la barbilla y, enseguida, saliendo del baño y regresando con un arma mejor, más grande, y más cara... Creedme, sector femenino, no trato de compensar nada (Si queréis sois libres, y me encantara que así os sintáis, de venir a comprobarlo... y quien dice comprobarlo, puede añadir disfrutarlo, cabalgarlo, sacarle brillo, engordar el ego de mi siamés calvo y tuerto, etcétera), ando muy bien hecho (jijijijiji). Bueno, pues de regreso con ese arma, la disparo ¿Qué otra cosa iba a hacer con un arma? Abriendo un buen boquete en la pared alicatada -... Al menos hemos ganado unas buenas vistas.

La pareja, prostituta y putero, de la habitación de al lado, me miran con los ojos como platos, y la ropa de cama subida hasta las narices.

-Impresionante ¿Verdad? – les digo, dedicándole un lujuriosamente piropo a la recauchutada rubia con un guiño, y un ingenioso comentario al caballero -... Hace un calor que tetorras ¿No es verdad, amigo? – vale, de ingenioso no tiene nada, y esta a la altura del chiste de “mis tetas”, pero ¿Qué queréis que sea un adonis y gracioso en todo momento? Como dice el Eclesiastés: hay un tiempo para cada cosa; ahora tocaba intentar gastar las horas con la rubia polioperada, así que mi sangre se concentraba en un punto... y como todo mercenario que se precia donde pongo el punto de mira, pongo.

-¡Aaaaaaaaaahhhh!

¡Pof!

¡Pof!

¡Pof!

¡Cick!

¡Clic!

¡Pum!

Ahí va mi última oportunidad de alegrarme el día...

... Él sigue petrificado en la cama, con sus ojillos asomando de la ropa de cama... y un bulto anunciándose bajo esta.

-Lo siento, tío, no eres mi tipo.

¡Bang!

Llamadlo frustración nunca homofobia.



Continuará....


1 No, nada de nada, no, no me arrepiento de nada


2 está pagado, barrido, olvidado, me da lo mismo el pasado

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