viernes, 28 de marzo de 2014

Sabretooth Fan Fic. Lengua suelta y Dientes afilados. Capítulo 1.

 

 Lengua suelta y dientes afilados 



Pakistán, en algún momento de la década de los 80...



Aquel flacucho adolescente, era uno de los objetivos, el otro era la linda chica que le seguía de cerca: su hermana Fayna.

¿Sería su curiosidad juvenil lo que les hizo atreverse a allanar aquella casa? ¿Pudiera ser, porque, la casa se veía algo abandonada, aunque, acogedora, aún?  Lo cierto es que su presencia allí, se debía a que les había atraídos la posible cobertura que podría emanar de una antena, situada en el porche de la casa, y que ellos pudieron divisar desde lejos. Se sabían amenazados y que la noche era peligrosa para los hijos de un alto cargo militar, como era su padres. Estaban lejos de su seguro hogar, y las comodidades que en este encontraban.

No eran unos adolescentes cualquiera, y el que llegaran a esa casa en cuestión, tampoco, era casualidad...yo había puesto el rastro de migas de pan para que entraran en ella. Las ordenes eran claras: capturar a aquellos críos... y causar el mayor sufrimiento, con ello, a su papi.

Fayna hubiera entrado sin más, el chico fue más precavido. Pero, enseguida vencieron las reservas: debían pedir ayuda por la radio que suponía tendría esa casa.

No sabían que yo les observaba desde una habitación oculta, y a través de un falso espejo. Me iba a encantar jugar con los lindos cuerpos de aquellos dos, sobre todo con el dela chica...

Con un control remoto, cerro cualquier puerta o ventana que les sirviera de salida, y sonreí feliz y satisfecho.

-El gato glotón se relame ante la roja y apetitosa manzanita – ronroneé, siguiendo con la mirada al bello ejemplar de hembrita que era la joven Fayna.

Por supuesto, les habrían enseñado a ser desconfiados pero eso no quitaba el hecho de que habían caído, fácilmente, en mi trampa.

Como ya dije, les espiaba tras un falso espejo, feliz por la diversión, y el dinero, que aquellos dos jóvenes supondrían, tras torturarles y vejarles lo suficiente. Antes de matarles, y enviar sus lindas cabecitas, a su papa, en cajas de cartón. Sonreía, esperando que se confiasen más, para pasar a la siguiente fase de mi plan.

Curiosamente el chico, en un principio cauto, pareció relajarse rapido, pero mi dulce Fayna enseguida empezó a mostrarse inquieta... Podía echar abajo mis planes, sobre todo aquellos que para ella tenía...

... No quería precipitarme y echarlo todo a perder, pero esa tierna corderita me estaba poniendo nervioso... Además, me parecíó ver como miraba con desconfianza el espejo.

Se me hacía la boca agua solo con pensar en lo que, una vez fueran realmente míos, vendría a pasar.

Las cosas se complicaron, cuando la chica volvió sobre sus pasos... y descubrió que estaban atrapados: las puertas y ventanas cerradas con cerrojos electrónicos; la vi correr para avisar a su hermano. No me dejo elección.

-¡Hermano, creo que hay gato encerrado y debemos irnos cuanto an...!

Mis zarpas atraparon a los dos hermanos, en un solo movimiento, y metí sus cuerpos en la sala desde donde, hasta entonces, les espiaba. Tras dejar, inconsciente, al chico en un rincón, desnude, palpé y olisqueé, las dulces carnes de la chica, antes de atarla a una silla...

-No te molestes en grita – abarque, con un gesto de mis brazos, la sala - este lugar esta completamente insonorizado

Me relamí, y deje salir mis zarpas... Era hora de sacar a la bestia para que corriera libre...





La actualidad...

-Así, que eres amiguita de Wilson – le digo, mientras una de mis zarpas acaricia su ancha y carnosa boca, mientras la otra desgarra lentamente su camiseta negra, que lleva el logo del grupo PARAMORE estampado - ¿Eres su putita? – la zarpa se abre paso entre los labios, y puedo sentir que ella la lame y mama, seguramente con la esperanza de que así no la mate... Me encanta cuando se ponen tan zorritas -... Ya veo.

De un puntapié derribo la silla donde la tengo atada. Su cabeza rebota al chocar contra el suelo, y hace un ruido divertido. Me pongo a cuatro patas sobre ella, y, cuando aparta su rostro, la doy un lento y húmedo lametón.

-¿Hablaras, o tendré que ser más persistente?

-No... No sé de quien me hablas – gimotea la putita.

Suelto un mordisco que chasque a milímetros de su rostro... Casi me corro al oirla gemir de terror.

-No mientas, tengo fotos.

Su colección de pósteres de series de anime, y los destrozados tomos de la saja crepúsculo, dibujan un circulo a nuestro alrededor...

-Yo... Yo...

Acerco mi rostro a su gimoteante boca.

-Sí, tú... Tú...

-No me mates, por favor – suplica...

.... ¡Dios, que dura me la pone que supliquen!

-¿Matarte? – me pongo en pie, y de un tirón enderezó de nuevo la silla – No. Primero te llevaré a la cocina, encenderé la plancha, y – muevo mis diez dedos, mostrándole bien mis zarpas desnudas -... con estas diez preciosidades iré cortando tu preciosa piel a tiras: las cuales pondré sobre la plancha, porque me encanta el olor de la carne joven cociéndose; hasta que hables – y con una de mis zarpas pincho su espomjosa mejilla - ¿Te ha quedado claro?

Ella asiente.

-Sí... Sí...

-Me alegro, aunque lo otro me alegraría aún más el día.

La chica empieza a cantar de carrerilla, me vende la piel de ese bocazas de Wilson bien barata...

... Demasiado para mi gusto: si no me divierto, o me sacio, durante un interrogatorio, lo tengo que hacer después de haber acabado; tengo que sacar a la bestia de paseo de vez en cuando ¿No creéis que es lo más sano?


Continuará....







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