sábado, 23 de noviembre de 2013

DOS LOBOS, DOS ALMAS, UNA LUNA. MANADA DE LOBOS FURTIVOS.Capítulo 14 .A la caza.



Qué daría yo por haberme equivocado.

Duele tan profundo
que mi grito calla el canto de los pájaros
Tu voz se apaga
y la mía no cesa de llover.

Necesito el final
necesito mi Dios
no seguir más
no más!!


CAPÍTULO 14. A LA CAZA


Las plumas del águila que Lex poseía, se sentían suaves. El sol calentaba su sangre mientras surcaba el cielo sobre el bosque. Todo era paz.
Cruzaba las altas araucarias, sintiendo la vida del bosque en su alma compartida.
Se elevaba y volvía a caer en vuelo rasero casi tocando el musgo de las zonas más oscuras.

Paz.

Así se sentía volar, estar en otro cuerpo, algunas veces así debería sentirse Valo. Cuando Lex dejaba su cuerpo humano, él tomaba el control.
Cuando volaba Valo no le hablaba, había sido así desde la primera hora. Lex pensaba que Valo le tenía miedo a las alturas…No. No era eso, Valo solo le daba un momento de paz.
Cazo un pequeño ratón y se lo dio al ave de regalo, una pequeña recompensa por prestarle sus alas.

Nunca ni cuando enfrentó a manadas enteras de machos con la furia del Zelus lunæ, Valo había sentido miedo o había dudado. Ni esa vez que Lex casi se desangra porque un macho lo había acuchillado desde el plexo solar hasta la cadera.

Jamás siente miedo. Jamás duda.
Ese era Valo, su lobo.
La única herencia buena que su padre le había dejado a Sambana para defenderse.
¿Lex? Jamás había importado mucho y ahora menos.
Hoy eran solo los dos, Valo y Lex, hasta que nacieran los cachorros de Sambana y Athena.
Eso lo alegraba un poco.

Algo lo golpeó en pleno vuelo…y meditación.
Algo que no era físico, eso estaba en el bosque y lo estaba golpeando.
Oleadas y oleadas de maldad lo llevaron al piso casi de golpe cayó al duro suelo a metros de su cuerpo logró salir antes de que el ave muera.

Sus ojos, ahora en su cuerpo humano vieron los colores del bosque.
Ladeo la cabeza buscando, escaneando “que” lo había perturbado tanto.
Fue una gran sorpresa lo que encontró.
Valo gruño sobre sus costillas, arañando para salir a cazar.







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-No entiendo como puede ser ¿Realmente es cierto?- Ben levantaba los papeles para volver a controlar.

Las ganancias de la manada habían crecido un 200%. En uno de los meses más flojos, la manada podía solo mantenerse. ¿Pero esto? Era increíble. Tenían activos y el banco dinero en la pequeña caja fuerte que Ben administraba.

-No te sorprendas en un año, van a nacer muchos cachorros. Ten cuidado amigo.- Sambana sonreía ante la cara de asombre de Ben.

Sabía que debía explicarle, pero no sabía muy bien cómo sin decirle lo que era.

-Somos de buena suerte. Lex y yo- Samby tomo los papeles y los examinó con cuidado también.- Lo que debemos solucionar es a este tipo John Cooper, por más dinero en las arcas, sin tierra no somos nada.-

Suspiraron a dúo ¿Cómo carajo frenarían los papeles de la herencia? Más con el dinero que el tipo ya tenía, era cuestión de tiempo que les cayera a morderles el culo.

Sin tierras no eran nada, no podrían cazar con la luna, no podrían cultivar, no podrían vivir. Encontrar otro territorio sería casi imposible y no era justo, ellos como manada hacia siglos que habitaban las mismas tierras.
No era justo.
Ben trato de acomodar sus rulos que caían pesados sobre sus ojos.
Necesitaba un corte urgente, pero no lo comentaría, Sambana no necesitaba saberlo.Era mas que obvio.

-Yo no encuentro nada, a menos que el tipo venga no podemos hacer nada.- Sambana se paró y camino hacia la puerta algo tenso.

-Ten cuidado, hay algo en el aire.- Miró sobre la ventana y volvió a mirar.

-¿Crees que sea una tormenta?- Ben caminó hacia él y miró sobre su hombro.

-Es algo peor…- Abrió la puerta y salió. –Estaré en la panadería.- Dijo antes de cerrar la puerta.-




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John conducía su Mercedes-Bens SLR McLaren negro por la empedrada calle que lo llevaría a las puertas de su próximo complejo hotelero y  "el último"  pensó, su auto estaba pagando su tozudez, debería haber venido en la Hammer o la Suv.

Anotó como prioritario asfaltar los 4 kilómetros que separaban el camino de la autopista, sus empleados lo agradecerían, anotó también contratar un parquero, los lados del camino solo tenían arboles.

Aburrido, rodó los ojos y estacionó.

Bajo sin mirar y metió la punta de sus Ferragano en un charco.

-¡Hijo de puta!- Grito a la nada, enojado consigo mismo. Suspiro y salió del charco mientras sacaba un pañuelo de su saco y trataba de limpiarlo.

-No deberías enojarte con el charco, tu lo atacaste con tus zapatos.- John levantó los ojos a un rubio descomunal. Jadeo interiormente ante la vista de la belleza que emanaba el hombre.

Se enderezó y estiró su mano.

-John Cooper, un placer.- Apeles estiró la mano y apretó la más pequeña y suave mano que algún vez hubiera tocado en un hombre…humano.

Apeles no tenia que olerlo para saber que era humano, no tenía que mirarlo con atención para saber que al tipo le había afectado su presencia.

¡¡Interesante!!

-Apeles Drokis, a sus ordenes Señor Cooper.-Al humano le gustaba su voz, sentía el aroma de la excitación viniendo de él.-Ya creo que lo estoy, yo soy tu técnico en suelos.- Apeles le sonrió sexy. Quien hubiera dicho que se podría ligar un millonario.

-Ah eres tu…teníamos un cita justamente aquí. Puedes dejar las formalidades y llamarme John.-

 El humano se había acercado cuando un rugido hizo revivir al bosque. Los pájaros volaron asustados y hasta una libre corrió por el camino.

-¿Qué fue eso?- John preguntó, girando la cabeza a ver el bosque y de donde él creía que el sonido provenía.

Apeles sintió el llamado. Él alfa estaba cabreado. ¡Mierda!
Pensar el él alfa lo hizo gruñir, maldito Lex y su estúpido gusto.

-No es nada, solo un lobo enojado.- “él bastardo vive enojado” Apeles quería gritar.

-No dejaré que nada te toque.- Los ojos de John brillaron con el cumplido y su teléfono sonó.
John saco su teléfono y contesto.

-Sí, cuando puedas ejecuta.-

Arqueó una ceja para volver a mirar a Apeles y su pequeño coqueteo.
Guardó su teléfono y se recostó sobre el capo del carro que valía una pequeña fortuna.

Apeles se acerco cruzando los brazos sobre su poderoso pecho.

-¿Por qué querías verme John?- La curiosidad era mayor que las ganas de follarlo contra el auto. Siempre había sido un problema en su carácter.-Podría haber ido a ti, en vez de venir a estropear tus zapatos.- Apeles le dio una sonrisa devastadora cuando John no rió Apeles comenzó a dudar ¿Qué hacia un millonario en el medio de la nada?



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Lex corría como nunca lo había hecho, ni por su vida. Sus piernas se sentían como si estuvieran hasta las rodillas en el barro, era un trabajo épico.

Rugió.

Vió rojo, su sangre fluía a miles de kilómetros por segundo y casi no tenia aire en los pulmones, pero no bajaba la velocidad.

Debía frenar la maldad que había ingresado al bosque, debía…no pudo pensar más.
Desde la distancia vio como el alma negra de un humano casi absorbía la dorada de Apeles.
Asomó su cuerpo saliendo de las sombras y ninguno de los dos se inmutó.

-Aléjate ahora de él, Apeles.- Usó su voz de alfa para no discutir .

El dolor de un rayo lo fulminó. Lo golpeó sobre el cuello, no podía respirar. Todo pasó muy rápido, el segundo lo golpeó llevando las manos a su pecho, cayó sobre sus rodillas.

Lex gritó, y volvió a gritar mientras los hilos eran cortados, se estaba muriendo y lo único que vio fue la cara de asombro del humano al escuchar a Apeles preguntar

-¿Alfa?-


Continuará....





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