domingo, 3 de noviembre de 2013

La cazadora y el dolophonos capitulo 4. Destinos y deseo.







Janice se quedo completamente quieta ante esa declaración. Lo miró a los ojos…:- ¿cómo sabes acerca de eso? -

Como respuesta se encontró parada, vestida con él enfrente, también vestido. Sin contar el mareo. Poco a poco fue comprendiendo todo... pero era imposible .

- ¿Qué eres? - susurró temiendo que le contestara, que la respuesta fuera justamente aquello que no quería escuchar.

- Soy un dios -  Deimos no dejaba de mirarla. De todas las mujeres que podía encontrar, tenía  que encontrarse una cazadora. Debía ser una amazona, generalmente esas eran las clases de mujeres que tenían el fuego que ella tenía corriendo por sus venas, sin contar que eran  las preferidas de Artemisa.

Hizo una mueca, no era culpa de ella y desde que se dedicaba a lo que se dedicaba sabia que no podía echarle la culpa. Tenia que ser justo, además de que esa ley que no podían estar delante de los dioses griegos solo era una norma impuesta por alguien que le provocaba nauseas pensar en la creación de los Dark hunters.  A pesar de que una diosa del mismo panteón los había creado y era familia.

- Bien, ¿cuándo piensas matarme? - lo descolocó la forma en que simplemente lo aceptaba. Aún sabiendo que no era su culpa, cruzada de brazos lo miraba resignadamente.



- No voy a matarte, esto es tanto culpa mía como tuya….inclusive es mas culpa mía y soy justo…no voy a condenarte por algo que yo deseaba también - Era cierto, él la había visto primero, él la había deseado y había hecho que este encuentro fuera realidad.

Janice no sabia como tomarse eso, ¿no iba a matarla? Frunciendo el ceño lo miró curiosamente y con algo de recelo. Si algo había aprendido de los dioses en general , era que podían ser tan bondadosos como crueles, todo dependía de su estado de ánimo.  - ¿me dejarás marchar? - en ese instante se vió fuera del sótano, en el callejón donde se habían conocido

- Puedes irte...- Ella retrocedió sin dejar de mirarlo. Incluso las  armas estaban en su lugar en el cuerpo. Solo se dio la vuelta cuando lo perdió de vista.

Caminando hacia el lugar donde estaba su moto pensaba en todo lo que había ocurrido y como le picaba cada parte que él había tocado. Necesitaba irse a casa y  darse una buena ducha fría.



Deimos la vio irse y tuvo que cruzar los brazos apretando los puños . Quería tocarla, quería poder pasar toda la noche enterrado en ella. Sacudió su cabeza ¿qué estaba pensando? Sabia  que no estaba pensando con su cabeza sino con otra cosa.

El sexo había sido mas que bueno en los pocos minutos que habían estado juntos, sin contar con la pelea…una buena guerrera siempre lo ponía a mil y ella cumplía con todos los requisitos. Pero estaba “prohibido” y por el bien de la cazadora sería mejor que no se volvieran a ver. Ahora necesitaba irse a un lugar bien frío o deshinchar una parte de su anatomía de forma manual. Suspirando frustradamente, destelló hacia su habitación privada. No tenía ganas de ver a nadie ni hablar, solo pensar en lo que hubiera podido pasar y golpear algo por la crueldad de los destinos, menudas perras.



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En el inframundo,  Deimos estaba en sus habitaciones privadas afilando una de sus armas pero nada servía. Había estado ejercitándose, incluso Phobos le dijo que se fuera con él para distraerse. No le había contado nada a su hermano, eran gemelos y se conocían demasiado bien. Con una fuerte maldición,  tiró la espada haciendo que cayera estruendosamente sobre las demás. No podía seguir ahí tranquilo, necesitaba una pelea y como el infierno se iba a derretir antes que pedirles una a sus hermanos, sabrían que algo lo perturbaba.

Destelló hacia las calles de New Orleans y se sentó en un café cerca de las fiestas humanas .Estaba seguro que algún demonio o daimon aparecería y sería su oportunidad.

- ¿En qué te puedo ayudar? - la voz de la camarera sonó suave y provocativa. Deimos le sonrío y la miró detenidamente, apetitosa pero no tan apetitosa como la cazadora, ¿de dónde vino eso?

- Un Café solo -la chica asintió y se fue.

Esta situación apestaba. No podía sacársela de la cabeza, no había podido dejar de oler el exquisito aroma a selva, a pasión desenfrenada que estaba seguro tenía en su interior. Cuando su pedido llegó,  no prestó atención, ni siquiera cuando la chica le dio el numero de teléfono en una servilleta Si él quería podía localizarla donde quisiera.

Ese pensamiento lo congeló, a Janice también. Pero a lo mejor ella no quería verlo .Estaba decidido a saltarse en  todo lo que creían los dioses griegos con tal de apagar este ardor por esa singular mujer. Pagando, se levantó y se marchó sin siquiera probar el líquido oscuro.

Caminó por las calles tranquilamente, perdido en sus pensamientos y decisiones. No estaba acostumbrado a quedarse con el deseo en su interior, no estaba acostumbrado a negarse el placer de una hermosa y vibrante mujer…pero ella era distinta, sabía lo que era y podía rechazarlo si quisiera.

Una sonrisa macabra cruzó sus labios cuando lo presintió ¡por fin!.Dándose vuelta y enfrentando a su oponente , esquivó unos dientes  gallu que iban directos a su garganta. Desde que había ayudado a Katra y Sin,  no era el más querido por estas criaturas,  así que esto iba a ponerse bueno.

Sin nada mas que una daga , pateó al gallu cuando buscó morderlo otra vez,  logrando que aterrizara a varios metros lejos, en la oscuridad. Cuando se lanzaron de nuevo a la pelea Deimos se encargó de repartir piñas y patadas, recibiendo unas pocas.

En un giro inesperado , el demonio le pegó una piña en la mandíbula,  para luego sentir una patada en el hombro .Gruñendo por que le había tocado,  hizo un giro y se arrodilló quedando en el ángulo perfecto para clavarle la daga en medio del estómago y luego cercenarle la cabeza.

Cuando se paró,  la adrenalina y el deseo corría por sus venas .Al demonio con su prima, cerrando sus ojos busco la esencia que quería y destelló.



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Ese era el segundo chapuzón que Janice se daba en su piscina .Le gustaba poder tener algo de agua donde pudiera nadar como en su tierra. Pero esta vez no lo hacía por diversión sino por necesidad. Necesitaba poder sacarse el calor que ese dios había dejado dentro suyo.

Todavía no podía creerlo, aunque ahora que lo pensaba era bastante lógico. Un hombre guapo y duro, excelente peleador y además no había salido corriendo con el autoestima tambaleándose luego de verla luchar.Si tenía que ser algo raro.

Volviendo a sumergirse en el agua se dio cuenta de que nada le iba a servir esto, maldiciendo salio del agua. Entrando a la casa,  se comenzó a quitar la ropa y se puso su bata de seda roja carmesí. Se sentía cómoda, no vivía con nadie y el andar practicamente desnuda es algo que siempre lehabía parecido cómodo.


Yendo a la cocina agarró un pote de bombones helados y los llevo consigo al mini cine que había puesto hacia unos años. Era fanática de las películas. Si bien el lugar no tenia butacas sino sillones, estaba bien ambientado para que la acústica fuera excelente.

Apagando las luces se acurrucó en su sillón y comenzó a ver la película y a comer el helado. Hasta que se atragantó ¿qué le habían traído? En la pantalla se veía la escena de una pareja en pleno acto sexual y por los dioses no necesitaba recordar algo así, no ahora. Es cierto que tenía juguetes pero nada podía suplantar la propia carne de Deimos.

Levantándose enojada consigo misma,  apagó la pantalla de cine y salio de ahí con los helados, necesitaba otra cosa.  No quiso ni imaginarse qué escudero había arreglado su pantalla de cine y que había estado haciendo,  así que comenzó a recorrer la casa sintiendo como la tela de la bata rozaba su cuerpo, y con eso decidió volver a la pileta.






A medio camino hacia la piscina,  la cazadora escuchó el timbre de la puerta. Frunciendo el ceño miró el reloj, estaba cerca el amanecer por lo que podía ser un escudero. Tampoco  creía que los daimons llamaran a la puerta si iban a matarla.

Mientras se dirigía a atender,  suspiró.  Había pedido una pizza antes de entrar a la pileta por segunda vez. Negando por su distracción, tomó plata y abrió la puerta. Un chico de unos 20 y tantos estaba sosteniendo la caja de pizza.
- Aquí tiene señorita….-frunciendo el ceño vió como el humano se la quedaba mirando, sobretodo su bata.  Carraspeando le entregó la plata .Cierto era que tenía la bata algo abierta pero no se le veía nada o eso creía ella.

Mirando bien al muchacho, vió  algo que le llamó la atención. Cuando le sonrío supo que esos ojos eran iguales a los del Dios en el que pensaba.

- Cariño vas a matar al chico de un infarto si sales así - ¿qué estaba haciendo?

 Deimos vió como Janice se quedo absolutamente  quieta. Esa bata rojo carmesí la cubría hasta los pies pero también estilizaba bien su figura y casi dejaba ver sus pechos lo cual volvería loco a cualquiera. No culpaba al chico por la subida de testosterona pero ella no estaba disponible, o por lo menos  no hoy.

Acercándose a ella tomo la caja de pizza en su mano y le dio un leve beso en los labios. Se volvió al chico estableciendo el punto que ya tenia que irse.

Una vez solos empujo de ella suavemente dentro de la casa y cerró la puerta.

Ella no decía nada y estaba completamente seria ¿qué significaba eso?

-Preciosa me prometí no invadir tu mente pero si no me dices que te pasa o me das indicios de al menos querer pegarme, lo haré - el no saber que pensaba lo ponía nervioso junto con su escrutinio.

Janice no salía de su asombro ¿había establecido algo delante del chico? ¿No se suponía que los dioses  odiaban a los Dark Hunter? ¿No eran abominaciones? . Cuando él la sacó de su ensoñación, ya  se encontraba dentro de su casa y con Deimos frente a ella.

- ¿Qué haces aquí? ¿Viniste a matarme? -Ahora lo veía todo claro, había vuelto por su vida. Eran demasiado orgullosos y amantes de sí mismos como para decir que algo había sido su culpa, sabía que había tenido demasiada suerte. Lo vio fruncir el ceño.

- Te dije que no te mataría y no lo haré - se acercó a ella muy lentamente sin apartar la vista de sus ojos - Te deseo Janice y sé que tu te sientes igual. No me importan las diferencias solo quiero hacerte enloquecer una y otra vez mientras te tomo, que grites mi nombre cada vez que te corras fervientemente en mi brazos, ponerte en todas las posiciones que conozca.  Hacernos disfrutar hasta la locura….- se calló cuando ella levantó la mano para interrumpirle.


Cada palabra era una representación gráfica y no ella podía con eso ahora si iba a rechazarlo ¿Por qué iba a rechazarlo no?

- Escucha, no voy a mentirte, te deseo mucho, pero también puede ser porque no estoy con un hombre desde….bueno desde hace mucho tiempo y…-

Deimos vió todo rojo  ¿cómo podía siquiera negar que lo había deseado tanto como él a ella? Destelló directo donde ella estaba y la tomo en sus brazos pasando sus manos por su firme y tentador trasero.

- no intentes mentirme Janice. Sé que esto es mas que un simple deseo, ambos nos encendemos cuando son tocamos, es irrefrenable - Ella abrió la boca para discutir pero él se aseguró que no lo hiciera.

Gimió al sentir nuevamente el sabor de ella en sus labios. Esto era lo que necesitaba, estar dentro de esta mujer, esta cazadora.

Y no se iría hasta que ambos estuvieran satisfechos.


Ella quiso luchar, quiso oponerse, pero esos labios eran su perdición. Pasando sus brazos por el cuello de Deimos, cerró lo ojos completamente perdida. Lo deseaba, quería que apagara el fuego que él mismo había desatado en su interior.  Aunque sólo fuera  por ese día,  quería sentirse bien con un hombre que sabia lo que ella era. Decidió abandonarse completamente al placer y seducción de “su” Dios .

Deimos sintió cuando ella se rindió y esto lo puso mas necesitado de ella. Destellando al cuarto de “su” amazona,  terminaron acostados en su cama, sus manos perdidas en su cuerpo y deshaciéndose poco a poco de la bata

- Durante el resto del día serás mía y yo tuyo Janice…apagaremos el fuego .Sólo nosotros, mañana ya volveremos a la realidad -

Todo un día para poseerla, eso sería suficiente para ambos y sino podrían ser amantes temporales, pero eso lo resolverían después.


Continuará...

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