domingo, 17 de noviembre de 2013

La cazadora y el Dolophomos. Capítulo 6 . Volviendo.



Hacía una semana que ambos no sabían nada el uno del otro.Una semana que Janice había estado luchando sin cesar casi sin descanso para tratar de olvidar el momento increíble que había pasado con Deimos.

Acelerando la moto por las calles de la ciudad,  intentaba poder arrancar de su mente la idea de volver a verle. Era un dios con todas las letras, griego y prohibido, sin duda era que  lo que le hacia más apetecible ¿no? Si, tenia que ser eso, la atracción de lo prohibido y no su impresionante cuerpo o sus ojos extraños pero increíbles.

Sacudiendo la cabeza se concentró en estacionar su vehículo y bajó; estaba en uno de los mejores barrios de Nueva Orleans, generalmente los daimons no pasaban por aquí pero nunca había que descartar nada.

Caminando por las calles frías y desiertas su radar se disparó.Girando la cabeza, comenzó a acercarse a un parque muy bien cuidado, parecía vacío  pero había algo  allí , una presencia.


- Bienvenida cazadora - Sin alterarse en apariencia, supo que estaba en serios problemas. Dándose vuelta vio a tres daimons/gallus pero podía sentir más, muchos más. El detalle era ¿qué hacían acá todos juntos? A menos que alguno de ellos tuviera una residencia cercana y se hubieran percatado su presencia  noches atrás.

Sin contestar,  sacó las manos de los bolsillos y se dispuso a una buena pelea, si moría  iba a ser con dignidad.

El primer golpe lo dio ella,  no queriendo ceder nada. Los tres primeros daimons se abalanzaron  como si fueran uno. Sacando su daga , se movió en el último segundo y dejó que el primer atacante pasara de largo mientras  le cortaba un poco la espalda. Se agachó antes de recibir un buen puño en su cara y apoyándose con su mano libre,  se balanceó levantando su pierna y dándole justo en los genitales al bastardo;  pero fue lenta en reaccionar al tercero. El tercero la pateó enviándola rodando hacia el otro lado.  Sin dejar que su mente pensara en el dolor,  se levantó y miró a sus atacantes,  pero el  grito de un espíritu hizo que se agachara y barriera al que venia a atacarla por detrás. Mirando a su alrededor vio como había doce de ellos.

Esto iba a ponerse muy feo.



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Tirando sus armas contra la pared,  Deimos maldijo por quinta vez en el mismo día. Había peleado, había ganado pero seguía sin poder evitar sacarse de debajo de la piel a esa amazona , esa caliente y especial Dark Hunter.

Era una maldita cazadora y ambos habían disfrutado un buen momento y se terminó, se había terminado.

- ¿Qué diablos te pasa? - Deimos gruñó al escuchar la voz de Phobos. Dándose vuelta lo vio cruzado de brazos, serio y completamente decidido, por lo menos estaba solo y había cerrado al puerta.

- Nada - Caminó hasta el bar que tenia en la habitación y se sirvió una buena copa de Vodka y se la tomó de un trago .

- Nada mis pelotas.Estás alterado, haces el trabajo pero no estás realmente aquí Deimos  ¿qué o quién te tiene así?-

Deimos le gruñó a su hermano y se despatarró en el sillón, suspiró y se puso un brazo sobre los ojos:

- Se llama Janice…es una amazona y una Dark Hunter -

Silencio….largo silencio.

Siempre había disfrutado de momentos de ese tipo,  en que nadie te molesta y disfrutas del silencio, de un buen tiempo para uno, pero  este tipo de silencio esta vez era incómodo.

Levantó un poco el brazo y miró a su gemelo. Estaba en la misma posición, cruzado de brazos, parado en medio de la habitación, de espaldas a la puerta y con la armadura negra cubierta por algo de sangre; pero lo que le dio indicios que sí  lo había escuchado era los ojos como platos que tenia.

- ¿Te acostaste con ella? -

Deimos quiso tirarle con algo. ¿Era en serio? Don me acuesto con todo lo que tenga faldas cortas  no podía estar haciéndole justamente esa pregunta pero afortunadamente su hermano entendió.

- ¡Maldita sea Deimos! De todas las mujeres ¿tenias que elegir una cazadora? Te concedo que las amazonas sean  ardientes como el infierno…además de esas ropas diminutas que llevan  y la forma en que luchan te hacen perder la cabeza,  pero ahora hay chicas con menos ropa incluso, no luchadoras, pero con  el mismo  carácter ese de  que es mejor darle la razón en lo que quieran tener razón -  Phobos comenzó a pasear por la habitación.

- ¿Crees que no intenté olvidarla Phobos? -  Se levantó y fue de nuevo al bar, se bebió otro vaso de Vodka y miró la mesa como perdido  - no sé que esta mal en mi,  hermano,  pero no puedo dejar de pensar en ella ; no puedo dejar de preguntarme si  a ella le pasa lo mismo…nos despedimos ese día con la ideas claras, con la intención  de no volver  a verno  pero no puedo -  cerró  los ojos recordando cada curva de esa mujer - Esa mujer  me vuelve loco,  no tengo suficiente de ella  -  lanzó el vaso rompiéndolo contra la pared.

Phobos lo miró un rato largo  - localízala -

Deimos se giró de golpe y lo fulminó con la mirada. El sólo de encogió de hombros

- Esa prohibición solo es una sugerencia, todos sabemos que mantienen la tierra  a salvo y que son creaciones de nuestra “querida prima” para resolver la estupidez que se mandó el señor “todo lo sé pero me mando mocos a lo grande" .Si ambos lo tienen claro,   búscala y sacia lo que sea que tengas con ella , así no tengo que andar aguantando tu irritable trasero -  y con esto desapareció. Se fue dejando a Deimos anonadado.

Si Phobos le dió ese consejo,  era porque lo iba a cubrir fuese como fuese. Cerrando los ojos,  comenzó a buscarla, su aroma, su fuerza. Janice. Inspiró bruscamente cuando su respuesta fue débil. Dolor, sufrimiento.  Ella estaba sufriendo, luchando pero sufriendo, le habían tendido una emboscada.

Cegado por la rabia,  destelló directo a donde estaba ella. Haría correr sangre sin que le pidieran que impartiera justicia.


Janice estaba arrodillada en el piso cubierta de sangre suya y de sus enemigos. Había podido matar a algunos pero eran demasiados y la habían debilitado. No podía contar las veces que recibió golpes, puñaladas y heridas con otras armas. Había llegado al punto en el que su cuerpo no reaccionaba al dolor; estaba débil, impotente para poder defenderse.

Levantando los ojos vio el triunfo de los daimons que quedaban. Estos no eran los tradicionales y no luchaban como antes. Estos habían bebido de gallus, tenían todo tipo de arsenal y atacaban por la espalda. Cobardes y hechos según el mundo de hoy.

Una espada se acercaba a ella, cuatro manos la sostenían en su lugar.

Iba a morir.

Visualizó lo que valía la pena  recordar, y aunque fuera una locura,  Deimos  le vino a la mente. Habían compartido solo un día pero le había dejado muchísimos recuerdos dignos de guardar. La forma en la que habían tenido sexo o como habían hablado de cosas sin sentido e incluso se habían reído. Le esperaba el destino de una sombra y lo único que podía hacer era aferrarse a ese recuerdo.

Escupiendo al suelo,  maldijo a cada uno de ellos y esperó a morir por segunda vez…y siguió esperando haciéndose la idea que estaban jugando con ella al no matarla de una maldita vez. Pero un ruido le llamó la atención y la sangre cubrió el piso delante de sus ojos.

Levantando la cabeza lentamente,  miró y se quedó sin poder razonar bien.

 ¿Deimos?

 Un hombre igual a él y vestido todo de negro les estaba dando una paliza a los daimons. Había descuartizado a uno dejando sus restos desparramados por el suelo, el que sostenía la espada tenia el cuello abierto a metros de ella y manaba sangre a raudales ; pero se convenció que era él y no un producto de su imaginación cuando levantó la mano y  mandó una descarga a los daimons que quedaban,  achicharrándolos a todos.

Cuando la miró,  vio como esos ojos estaban encendidos y la violencia salía a raudales de su persona, la autoridad y la muerte. Janice intento pararse pero su mente le mandó una reprimenda en forma de cuchillada en medio de su sien, lo que la hizo sentarse de golpe y cerrar los ojos.

Deimos había llegado en el momento justo, estaban a punto de ejecutarla y no se midió. Abalanzándose sobre los malditos,  los había descuartizado y luego tostado hasta que habían quedado cenizas.

No había que ser un genio para saber que había sido atraída a una trampa, alguien la había traicionado y les había dicho  a los malditos donde iba a estar esa noche. Levantó  la vista y  vio esos ojos negros mirarlo con duda y cuando intentó levantarse,  se desplomó en el piso. Sin pensarlo dos veces destelló a su lado y se arrodillo

- Jan -Tenia miedo de hacerle mal.

Mirándola bien,  notó la cantidad de sangre, golpes y cortadas que tenía. Apretando la mandíbula,  la tomó en brazos y sin decir nada destello a la casa de ella. Cuando llegaron,  Deimos vió que se había dormido en sus brazos. Caminó directo a su habitación y  la recostó en la cama. Le sacó toda la ropa mientras que con sus poderes intento sanarla.

Furioso comenzó a caminar por la habitación maldiciendo a los apolitas. Ella estaba herida en todos lados, casi la habían matado y no era una coincidencia.

Los daimons no andaban juntos al menos que dieran un buen golpe.

Frustrado se paso la mano por el pelo tratando de controlar las emociones, no las manejaba bien por eso siempre las desterraba de su persona pero ahora era imposible hacerlo…le estaban sobrepasando.

 Deimos - el susurro voló en la habitación y se acercó a la cama

- Si preciosa -  habló despacio y se sentó a su lado.

Janice abrió los ojos con esfuerzo, no sabia que era real y que era un sueño. Todo estaba demasiado confuso pero quería hacer una ultima cosa, pedir mas que nada.

- Quédate esta noche…por favor - jadeó al sentir una punzada en su garganta  - necesito que te quedes -  susurró roncamente mientras cerraba los ojos y sentía la mano fuerte de su dios tomando la suya

Deimos se quedo mirándola, estaba débil…tan frágil.  Janice estaba realmente mal y no iba a dejarla. Al día siguiente ya averiguaría que había pasado pero esa noche se quedaría…por ella…por ambos.

Despojándose de la ropa,  apagó el celular de ella y desenchufó el  teléfono;  luego se aseguró de poner una protección a la habitación y se acostó a su lado.  Su cuerpo se pegó al suyo como imán y se dejó llevar por el sueño  y  por la sensación de tener sus brazos llenos por un cuerpo tibio y vivo.


Continuará....

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