sábado, 2 de noviembre de 2013

DOS LOBOS, DOS ALMAS, UNA LUNA. MANADA DE LOBOS FURTIVOS. Capitulo 11 Pesadilla.




Morfeo. Llévame volando.
Al lugar donde el otoño, se hace primavera.
Y en donde cantan, las sirenas.
Notas de poema.



CAPÍTULO 11. PESADILLA



“El animal estaba tranquilo, casi dormido, sobre su costado. SÓlo abrió los ojos para ver la línea de arboles que se levantaban por delante de la línea de visión. Los volvió a cerrar y dejó escapar un suspiro cuando el arrullo del agua tan cerca de él sonaba relajándolo. Acomodó su hocico sobre su pata delantera y trato de volver a dormir.

Algo estaba cerca, lo podía sentir, pero no ver.

El gran lobo que casi no tenía predadores y desde que dormía en las noches cálidas de verano, sabía  algo siempre estaba con él. No era un ser, no era una presencia…no sabía que era, pero estaba allí esperando.”



Lex se movió inquieto en la cama dejando caer las sábanas al piso, mostrándole a la luz de la Luna su febril cuerpo. En sueños, su lobo era libre, dominaba su conciencia y su cuerpo. Desde pequeño Alexias notó que su lobo tenía tanto poder como para dominar a su parte humana. El lobo casi siempre tenía el control de lo que hacía. Hoy le estaba mostrando lo que quería.

“Esto era lo que quería, ahí estaba, había llegado.

Un lobo tostado se acercaba vacilante arrastrándose sobre su estomago hasta llegar a solo unos metros de distancia.

Se miraron por unos minutos hasta que el lobo tostado se acercó un poco mas y le mostró su estómago. La bestia negra levantó la cabeza y olisqueó el vientre del sumiso intruso, pero sabía muy bien que no era así, solo estaba tratando de acercarse.

La bestia quería conocerlo y dejó que se acercara. Era casi la mitad de la bestia pero el brillo en los ojos del lobo decía otra cosa.

Se paró agazapado y saltó sobre el cuerpo de la bestia, mordiendo suavemente la oreja de la bestia y volvió a saltar sobre agua salpicando el negro pelaje.


La bestia lo miraba intrigado sin saber qué hacer, lo estaba agrediendo pero no le hacía daño.

¿Estaba jugando? ¿Estaba tratando de retarlo?

El lobo tostado salió del agua y volvió a moverse para morder su otra oreja mientras saltaba sobre él y volvía a agazaparse sobre la hierba. La bestia levantó la cabeza y abrió sus fauces . Sacó su lengua y lamió todo el hocico del lobo.”


Pum…pum…PUM.


“El lobo saltó feliz ante la caricia de la bestia, saltó de nuevo lamiendo el costado de la cabeza negra y mordió su oreja jugando. Esta vez no se movió, se acurrucó sobre el costado de la bestia para que le mordiera suavemente el cuello.”

PUM…PUM…PUM.


Lex sentía la fiebre de su cuerpo, el calor agónico de seguir con lo que estaba haciendo su bestia.
La sangre le corría hirviendo por las venas dejando un camino de fuego sobre todo su cuerpo.
No entendía que estaba pasando, pero no quería que terminara. Se giró sobre su estómago y se frotó contra la suave sabana, hasta que volvió a escuchar.


PUM…PUM…PUM.


Parpadeó hasta que logró entender qué era  lo estaba sacando de su sueño. Alguien estaba golpeando a su puerta.

Mierda, su lobo no lo dejaba despertar. Entre el sueño y la pesadilla, Lex había quedado atrapado.



PUM…PUM…PUM.


Su bestia lo soltó.

Lex en un estado anestesiado llegó a la puerta cuando Ben entró como una tromba casi antes de terminar de abrir la puerta.

-Alfa tenemos un problema.- Lex se llevó las manos a su cabellos y los tiró para poder despertar. Miro con ojos lagañosos a Ben.

-Mejor que sea de vida o muerte, porque me despertaste Ben.- Se miró y se dió cuenta que sólo llevaba unos bóxers, pero Ben no tomó nota de ello. No lo veía como hombre y eso era bueno.

-Lo es alfa, esto es la muerte de la manada.- Levantó dos hojas de papel blanco con letras negras y las tiro sobre la mesa.



                                      ************************************



Apeles se removía en la cama, eran más de las tres de la mañana y seguía sin poder dormir.
Estaba nervioso. Mañana empezaría con su trabajo de campo y debería a corto plazo tener un informe sobre las araucarias, el suelo y el agua . “Ordenamiento territorial de bosques nativos” lo llamaría, pero con sólo el titulo no hacía nada.

Se sentó en la cama y prendió la luz.

Sabia, muy profundo, dentro de él lo que realmente le molestaba.

Estaba fracasando en todo.

No tenía una casa, no sabía qué hacer con lo que sentía por el estúpido alfa que no lo hacía ejecutor, tenía dos proyectos que no había empezado y no podía pensar.

-Estúpido alfa.- Murmuro para él.

Por su culpa había perdido su lugar como ejecutor en la manada. Lo de Athena lo hacía medianamente feliz, Sam era un buen lobo y estas semanas que habían convivido los tres en la casa se había dado cuenta que serían felices.

Eso era asunto suyo, debía velar por su hermana y ella estaba radiante, pero había algo que sobre todo esto le molestaba más.

Cuando entró a la casa del alfa, su humor había sido el mejor, estaba contento de tener una familia para sentarse a cenar sin que nadie grite o discuta. La comida casera era un bonus.

Un sólo objeto le arruinó el día.Una remera de Quimey estaba sobre el sofá.

A su odioso alfa le gustaban jóvenes, y eso lo hería de mala manera. Él ya no era un cachorro y Quimey si, así que ya había perdido.

Se llevó las manos a la cara y apretó sus ojos. ¿Por qué pensaba tanto en el alfa?
Seguro que el tipo no pensaba en él. ¡Le gustaban los cachorros!
Odiaba la idea de que ni lo mirara. Siempre había tenido un imán para el sexo opuesto o no.
Hombres y mujeres lo deseaban por igual.
Todos lo querían un rato en su cama. Él era bueno en eso y sabía como dar unos besos de despedida cuando el sol se asomaba y todo seguía como antes. Sin  ataduras ni compromisos.

Se levantó y se acercó a su escritorio. Sacó uno de los informes que había armado sobre los hongos del humedal. No tenía nada mejor que hacer y sabía que no volvería a dormir.

-Estúpido alfa.- Volvió a decir mientras abría los informes.


Continuará...

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