sábado, 9 de noviembre de 2013

Manada de Lobos furtivos.Capitulo 12 Despertar.


 Manada de Lobos furtivos.Capitulo 12 Despertar.


Morfeo. Extiende tus alas
Cual águila. Alzando el vuelo.
Y llévame lejos. Muy lejos.
Al útero inmortal
Donde se gestan los sueños.



Sambana miraba como si su vida se fuera en ello la flor del entramado del cubrecama, eran una unidad pero en el conjunto formaban un hermoso e intrincado ramillete de flores.

No quería levantar la vista. Sabía lo que vería, dolor, tristeza y el peor sentimiento de todos…  la vergüenza.

Eran las 3 de la mañana y la noche había sido casi eterna, no recordaba una noche donde hablara de lo que les había pasado, su vida fue, es y será un caos de sentimientos cotidianos.
Sambana no quería mirarla ahora tal vez no había sido buena idea haberle contado todo con tanto detalle.

Se había sentado hacia unos pocos minutos en la cama, de golpe, todo el agotamiento  lo había golpeado. Estiro las piernas y apoyo la espalda sobre la cabecera de la gran cama donde dormía hacia tres semanas, eso también había sido todo un cambio, pero había sido bueno. Lex lo había dejado ir tan tranquilamente que casi lo había herido, pero después su sonrisa se curvo y realmente vio la verdad de su hermano, él quería sobrinos para malcriar y cuidar…eso no lo había hablado con Athena.



Había seguido el consejo de Alexias y si no supiera que su hermano lo amaba, esta no sería una buena idea.

Comenzó como se habían conocido sus padres, contándole como él dios había perdido la cabeza por una were del tercer mundo, le contó con un sonrisa lo felices que habían sido los tres con su manada  de nacimiento y con lágrimas no derramadas como habían perdido todo. Con el mayor de los orgullos lo que había sacrificado Lex para mantenerlos con vida y la panza llena.

Ahora no podía levantar la vista, no quería ver sus ojos.
¿Athena merecía esto? ¿Podría amarlo igual?
El terror de perderlo lo saco de su estado letárgico y trato de controlarse.
Sambana suspiro y dejo salir el aire lentamente tomando valor con cada exhalación y la miro.

No sabía si ella lo amaba y por la Luna que él ya lo hacía, desde el primer momento que sus hilos se cruzaron, él la había amado, sin decirlo pero ya lo sentía muy profundo dentro de él.


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Athena miraba por la ventana la noche, sin saber que demoños contestarle a su compañero.
Cuanto dolor, cuánto daño a dos seres que desde solo habían decidido sobrevivir.
La vida no era justa y ellos no eran la excepción.

Se giró lentamente caminando hacia la cama, se sentó y tomo una de las fuertes y suaves manos de su Sam  entre las suyas.

-¿Puedes dejar todo esto atrás y comenzar conmigo desde hoy?- La pregunta era una afirmación en su mente, en solo tres semanas los hilos habían hecho nudos, y ella había caído rápido enamorada del dulce lobo.

Lo miró con dulzura perdiéndose en el azul tomentoso de sus ojos afligidos, no esperó la respuesta de sus labios, ella tenía la respuesta de su corazón.

Un aullido rompió el romántico momento y Sambana gruñó.

El Alfa los estaba llamando.



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Se miraban de unos a otros, todos sentados alrededor de la mesa de la cocina de Lex.

¿Cómo había llegado a esto? Se pregunto bostezando. Ben casi gritaba a todos ahí reunidos, Athena fue la que más sorprendida quedo cuando leyó y volvió a leer los papeles.
Su padre el anterior alfa había dejado herencia, pero para sorpresa de todos no eran ellos los herederos.

Naturales o no, los hijos son los primeros en la línea sucesoria, pero este no era el caso.

Él jodido idiota le dejo todas las tierras de a manada a un tipo llamado John Cooper .

-¡Esto es increíble!- casi gritó Athena –¡Ese jodido idiota nos dejó sin nada!- Leía y releía los papeles que Ben había traído.

Al mismo tiempo todos miraron la puerta, para algunos segundos después ver entrar a Quimey con la ropa arrugada y los ojos dormidos. Les dio a todos lo que Lex creía que era un Hola que sonó entre un gruñido y un bostezo, tomó uno de los almohadones y se sentó a los pies de Lex.

La mandíbula de Ben cayó hasta casi tocar su pecho cuando Quimey se sentó sobre sus rodillas con las manos entre las piernas y la cabeza gacha.

 ¿El alfa sabía que Quimey era un sumiso natural?

Ben quería aullar al ver al sumiso tan cómodo a los pies del alfa.

Trató de ordenar sus ideas y enfocó todo lo que pudo su mente en el asusto que los había convocado a las 5 am a la casa del alfa.

-John Cooper es un multimillonario.- Apeles dijo de la nada, su vista estaba clavada en el cachorro que estaba a los pies de Alexias.

-Es el presidente de la fundación que financió mis becas, mis estudios de post grado y ahora mi trabajo de campo.- gruñó alto cuando el cachorro movió la cabeza hacia la rodilla de “su alfa”.

Tenía la necesidad en la punta de sus dedos, quería al cachorro fuera del cuadro.

Todos en el cuarto ahora miraban a Apeles y su labio levantado mostraba los dientes a Quimey, mientras de su pecho gruñía cada vez más alto.

-¡Basta!- Lex vio el aura de el tranquilo Apeles pasar de un brillante dorado a roja de ira en solo dos minutos. Era lo que había tardado Quimey en tomar lugar junto a él, Lex miro de lado a los demás y calló su carácter que amenazaba en salir, se paro en toda su altura y gruño casi en la cara de Apeles que solo por respeto bajo la vista con obediencia.

Athena comenzó a reír y ahora todos la miraron a ella.

Reía con ganas y lágrimas en los ojos. Reía ruidoso y gracioso.

Todos se calmaron bañados por un encanto mágico,  respiraron más tranquilos y se sentaron en la mesa.

Lex se paró y miró al muy raro grupo.

-Voy a hacer café, esto nos llevara toda la mañana.-

Continuará....

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