domingo, 22 de diciembre de 2013

La cazadora y el dolophomos. Capítulo 11 . Engranajes en marcha. Parte 2.



La noche siguió sin sobresaltos.

Se había quitado todas las ganas de matar, había sido una buena noche.

Llegando a casa, Janice activó las alarmas visibles y las que estaban diseñadas a la antigua. Subió a su cuarto y se desvistió. Abriendo la ducha,  dejó que la bañera se llenara mientras sacaba la hoja que le había dado Ash. Suspiró al leerla y se pregunóo quienes eran esos hombres que la seguían.

Se encogió de hombros pensando que eran típicos cobardes que buscaban mujeres solas, a lo mejor debió dejar que la atraparan así podría haberles dado una lección. Dejó el papel encima de la mesa de luz y se fue a bañar para luego descansar.




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Dos días después,  Deimos se miró el brazo y la pierna. Había recibido dos heridas, tuvo suerte. Atrapar a dos skotos en su terreno era una cosa, que los ayudaran demonios era otra.

Ni bien se aseguró que sus hermanos volvieran a sus vidas,  destelló a la casa de Janice. Era tonto pensar que su presencia lo reconfortaría, pero así era. La vió entrar con sus ropas de cuero sacándose las pistolas que guardaba en sus ropas.

Sin darle tiempo a sentirlo,  se acercó y la tomó de la cintura. Sonrió al ver la cara de sorpresa y la besó. Su cuerpo reaccionó al instante. Su calidez lo llenó y la entrega de ella lo estaba haciendo perder el control. Se tensó al sentir el tirón del brazo y pierna.



Janice estaba extasiada, debía admitir que lo había extrañado y una parte de ella estaba segura de que no lo volvería a ver.

Al escuchar el gruñido que salió de sus labios y sentir como se tenso el cuerpo de Deimos se separó y lo miro

- ¿Qué pasa? - bajó la vista inspeccionándolo y sintió algo cálido en la mano. Se la miró - estas sangrando-

Deimos intentó decirle que no era nada pero le gustaba como ella lo hizo sentarse y sacarse la ropa para examinarlo.

Se estaba preocupando por él, le gustaba.

Janice observó que las heridas no eran graves pero debían doler.Haciendo caso omiso de las palabras del herido,  fue a la cocina y trajo el botiquín de primeros auxilios que había allí. Había varios distribuidos por toda la casa, se había asegurado que así fuera en caso de emergencias.

Se arrodilló frente a Deimos y comenzó a limpiarle las heridas.

Deimos la miraba intrigado. Ella lo cuidaba y ponía atención en no causarle dolor. Ella sabía que no era la primer herida que recibía ni la más grave pero aún así lo trataba con mucho cuidado. Eso lo desconcertaba y lo hacía sentir cosas nuevas.

Ella era especial y por ahora, toda suya.

Janice pasó a limpiar la herida del hombro. Estaba callada tratando de encontrar la razón por la que se sentía tan preocupada y furiosa.

Lo habían herido y podría haber sido peor.

Deimos era un guerrero, ella mejor que nadie lo entendía y sabia que las heridas venían en el paquete. Pero no podía calmarse. Estaba sintiendo cosas por él y no sabía como frenarlo.

Ni bien terminó con la última herida,  se encontró acostada en su cama, desnuda y con el cuerpo desnudo de Deimos encima de ella.

Apoyó sus manos en su pecho - Deimos, estas herido. No podemos - un gemido salió de sus labios al sentir como unos expertos dedos acariciaban su intimidad.

- Te extrañé muñeca, no me digas que no -  Deimos pellizcó suavemente con sus dientes la piel del cuello de la cazadora - Además, ambos sabemos que no son heridas graves -

En un solo movimiento estaba donde quería y necesitaba, dentro de Janice.

Escuchó sus gemidos y suspiros de placer.Ambos volverían a pasar esos días que tanto le gustaban y los mantenía en forma.

Continuará....

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