domingo, 1 de diciembre de 2013

La cazadora y el dolophomos. Capítulo 8. Cambio de Estado.




Deimos se había levantado dejando a Janice durmiendo en la cama.

Paseando por el patio de la casa de las amazonas,  charló mentalmente con su hermano poniéndose al día de todo lo que pasaba. Satisfecho de que estaba todo controlado y tranquilo,  entró  a la casa viendo como Janice bajaba por las escaleras poniéndose esa bata roja que lo ponía duro al instante.

Tenía el pelo recogido con un peinado rápido y algo descuidado, sus labios estaban enrojecidos y su andar era absolutamente relajado junto con una satisfacción en su cara que siempre tendría que haber en una mujer que fue bien amada ¿amada?...un momento, una mujer a la que habían dado un excelente sexo, sí…era eso.

Janice se despertó sola pero con el olor a Deimos en las sabanas. Estirándose recordó cuanto habían estado ejercitándose ambos antes de caer dormidos por el cansancio, y en dos inmortales eso era decir mucho.

Bajando de la cama mientras se ataba el pelo con una cinta, agarró su bata de seda y fue directa a la cocina para comer algo y luego a prepararse para pelear. Estaba algo confundida porque Deimos se había ido sin despedirse pero no se dejaría dominar por sus sentimientos, más bien estaba molesta por ellos, no debería sentir decepción ni tristeza ni nada.

Era solo sexo y el hecho de que él le propusiera ser su amante no significaba nada, todo seguía igual.

Sirviéndose un poco de jugo fue a ver que había en la heladera. Con el vaso en los labios cerró la puerta del electrodoméstico sabiendo que no iba a poder probar bocado así que desistió y comenzó a encaminarse hacia el baño para darse una buena ducha.

Deimos la observaba desde las sombras, había ocultado su presencia para saber que es lo que hacía ella pero lo que veía no le gustaba. Solo estaba tomando ese jugo y por lo que adivinaba no iba a comer nada antes de irse.



Apretando los puños la siguió arriba y la vio sacar la ropa con la que iba a ir a pelear.Debía admitir que si se ponía eso cada vez que salía a luchar,  podría pedirle una buena lucha un día de estos. La ropa de cuero se le ceñiría bien al cuerpo, lo que no entendía era como los daimons no se habían distraído al verla así.

Sintió el ruido de la ducha y supo con certeza que no iba a comer nada.

Se rió y con un enojo no común en él,  destelló dentro del baño y la ducha . Sin poder evitarlo, se puso detrás de ella completamente desnudo.

Janice estaba tratando de que el agua se llevara el deje de tristeza que tenía cuando lo sintió. Deimos apareció detrás de ella dentro del baño. Confundida sintió que algo no iba bien.

Se dio vuelta y puso sus manos en el pecho desnudo de él y fue cuando vio sus ojos, estaba ¿enojado?

- ¿Deimos? - susurró confundida. Las manos de él se cerraron despacio sobre sus muñecas, llevó sus brazos detrás de su espalda y la apoyó contra la pared pegando su cuerpo al suyo sin darle chance de nada - ¿qué te pasa? -

Deimos estaba enojado y quería darle una chance. Ella era guerrera , sabía lo que constituía el alimento y como de preparados había que estar siempre,  sino podrían matarla. Hacía dos días casi había muerto y ¿ahora privaba a su cuerpo, el instrumento que mejor le respondía para defenderse, de alimento? Le enseñaría a cuidarse aunque tuviera que estar de guardia con ella las 24 horas.

Ella intentó zafarse, sabía que algo no iba bien, chica lista.

Deimos la miró directo a los ojos haciendo que ella no pudiera apartar la mirada

- No comiste…ibas a salir sin comer - cuando ella abrió la boca para discutir,  le dio un beso duro y caliente. Un beso que se aseguraba que le diera tiempo para hablar  - No lo niegues -  su voz salió ronca.

El sentir como ella se removía contra su cuerpo, lo mojada que estaba y ese sabor único,   estaban volviendole loco pero resistiría, era algo que tenían que aclarar  - Eres una guerrera, sabes que el cuerpo y su cuidado es una de las cosas principales para que la batalla sea puesta a tu  favor y tu solo tomaste jugo de naranja -

Janice estaba confundida pero poco a poco estaba poniéndose furiosa.

El la había dejado inmovilizada y ella se lo había permitido como idiota, encima estaba dándole lecciones de cómo vivir.




Sonrió dulcemente hacia Deimos dejando que creyera que había ganado.

- Tienes razón cariño - vio como el fruncía el ceño y fue ahí cuando zafó una pierna y enganchó su tobillo desequilibrándolo.

La tuvo que soltar y apoyarse en la pared, fue ahí cuando ella salió de su posición y se puso a su espalda. Con una llave al cuello lo redujo, al menos unos minutos

- pero como sabrás es mi cuerpo y yo decido cuando alimentarlo y nunca vuelvas a encerrarme, a diferencia de otros muerdo cuando me tienen en desventaja -


Deimos sonrió cuando su cuello estaba siendo apretado por ese brazo delicado pero fuerte. Escuchó esas palabras, sabía que estaba enojada y lo estaba poniendo a mil.

Bajando una de sus manos apretó el trasero de la cazadora que aflojó el agarre solo un segundo por lo que utilizo su otro brazo para sacarse el brazo de la mujer y estar de nuevo frente a ella. Sonriendo,  esquivó otra llave y la agarró de la cintura controlando sus piernas ya que su erección estaba cada vez más dura y no podía dejar que lo pateara ahí.

Janice estaba cada vez más furiosa, ¡la levantó como papel!, esto era frustrante sin mencionar que vergonzoso.

El agua volvió a mojarlos y cuando ella estaba pensando seriamente en morderlo sintió uno de sus dedos en su intimidad. Apretó sus piernas y cuando calculo el ángulo para morder su hombro con los colmillos,  él la besó. La besó de una forma que la dejo completamente desconcertada.

Luchó todo lo que pudo, intentó pegarle, o morderlo pero todo parecía encenderlo o ayudarlo a lo que quería hacer y lo peor era que ella lo deseaba.

Deimos paró cuando vio la lágrima que escapaba de los ojos de la amazonas, no se suponía que esto fuer así.

- Jan - 
ella apartó el rostro y se quedó quieta. La bajó y posó sus manos en sus hombros - nena ¿qué pasa? -

Pero lo sabía, sabía lo que era sentirse en desventaja ,  pero esto no era una prueba de fuerza.
Hizo que lo mirara y besó sus labios cortamente

- no quise humillarte muñeca, solo  me preocupa que no te cuides como debes…casi mueres el otro día y no estaba probando mi fuerza contigo. Me calentaste nena,  y quería sacarte el enojo de la única forma que sé -
besó su cuello lentamente y bajó sus manos a su cintura.

Janice estaba derritiéndose y nunca se había hablandado ante nadie. Siempre que lo había hecho había sido por  una traición o su propia muerte. Cerró  los ojos ante ese beso en su cuello y sus manos se aferraron a los hombros del Dios .

- Es demasiado humillante no poder defenderme de ti - 
susurró admitiendo la verdad.
Sintió como se quedó quieto unos minutos y luego subió su rostro para mirarla. Dijo“puedo enseñarte” . La dejó completamente asombrada ¿iba a enseñarle a pelear contra un dios?

Deimos se quedó en silencio cuando lo estudiaba, decía enserio eso de enseñarle. Los DH no estaban del todo a salvo de los dioses, eso no le aseguraba la victoria pero sí una distracción para desaparecer.

Cuando ella le preguntó el precio él sonrío

- Tener tu cuerpo contra el mío en una buena pelea…tenerte aquí dentro de esta ducha es suficiente, solo acepta que sigamos juntos como….¿como se dice? ¿Amigos con derechos? Y podemos aprender ambos  ¿qué dices? -


Janice lo miró sin saber que pensar.
Ambas cosas la beneficiaban solo que no creía que con él hiciera lo mismo. Poniéndose de puntas de pies y bajando su cabeza suavemente con sus manos rozo esos pecaminosos labios masculinos.

- Hecho - 
susurró antes de besarlo despacio y profundo. El gruñido y la forma en como la apoyó contra la pared la hizo excitarse cada vez más, mordisqueó sus labios mientras las grandes manos recorrían su cuerpo.



Deimos rompió el contacto y la dio vuelta dejando su espalda contra su pecho. La penetró de un solo movimiento sintiendo el calor y la humedad de su centro.El gemido que ella soltó casi lo hizo correrse, lo mismo que cuando empezó a mover su trasero demandando más y eso  fue justamente lo que le dió.

Mientras ambos llegaban a la cima del placer,  un golpe en la puerta sacó a Janice de su momento. Estaba al borde y lo sabía. Deimos no dejaba de moverse ni de acariciar sus pechos con las manos…

- Si -  rogó porque su voz no saliera ronca, se mordió el labio cayendo en su orgasmo y sintiendo como su amante se derramaba dentro de ella.

- Janice preciosa ¿estas bien? -

Ella se quedó quieta y fría… ¿José? ¿Qué hacia José ahí? Sintió como quiso abrir la puerta y antes de poder lanzarse a cerrarla Deimos la mantuvo en sus brazos susurrándole al odio que ya se había ocupado. Suspirando de alivio se relajo contra él.

- ¿José? ¿Qué estas haciendo aquí? -

- ¿Qué? ¿ no te alegra escucharme preciosa?...nos llegó un informe de unos de los cazadores del sur. Dice que los daimons están poniendo trampas algo intrincadas contra los cazadores y sus escuderos, parece que ahora quieren eliminarlos a la luz del sol y pasé para ver si estabas bien -

Ella no lo podía creer - Te lo agradezco, estoy bien pero ¿cómo entraste a mi casa? -

- Conseguí la llave por ahí….parecía que estabas necesitando ayuda ahí adentro preciosa, ¿qué te parece si abres y me dejas liberar algo de tensión contigo? -

Janice gimió, ahora no la dejaría en paz. Sintió como las manos de Deimos se aflojaban y él se alejaba. Ella enseguida lo agarró del brazo y lo vio totalmente serio

-¿Qué pasa?-  utilizó su mente para comunicarse con él-

-¿qué pasa? este tipo no se va a meter con mi mujer-

Abriendo los ojos Janice agarró a Deimos por el rostro y lo obligo a mirarla.

-No soy tu mujer oficial Deimos y no me va a tocar porque antes lo capo.-


Deimos la miró respirando profundo, mitigando su furia.

El hecho de que el humano fuese tan confiado de proponerle algo así a Janice lo había enfurecido. Poco a poco comenzó a controlarse, más por que ella no dejó de mirarlo ni agarrarlo mientras despedía  al estúpido con hormonas revolucionadas.

Iba a tomarla de nuevo pero el celular de ella y la llamada al trabajo cambió los planes. Con una salida rápida y un beso hambriento antes de separarse,  Deimos quedo observándola mientras se alejaba con la moto.

Subido al techo de la mansión miró el cielo No sabía que iba a ser con lo que les estaba pasando pero mientras ellos estuvieran  “juntos” no dejaría que nadie se la arrebatara. Era un dios sin corazón, maldito y sin nada que dar pero por esa cazadora podría al menos cambiar un poquito ya que ella le había dado algo que nunca tuvo, una persona que se fijaba en él como era y no por lo que representaba o hacía.


Continuará...

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