domingo, 8 de diciembre de 2013

La cazadora y el dolophomos. Capítulo 9. Enfrentamiento.



Holgazaneando, Alecto vio aparecer a Ares en medio de la sala de las furias. Suspirando no recordaba porque cuando se acostó con este pomposo no miró su personalidad antes que su formidable cuerpo. Aunque no se quejaba de los hijos que había tenido con él.


A su manera Deimos y Phobos la adoraban, igual que ella a ellos.


Parándose, bajó del trono que compartía con sus hermanas


- ¿Qué haces aquí Ares? -


Ares hizo una mueca y se detuvo en el pie de las escaleras que conducía al trono, la miró cruzándose de brazos- Hubo un tiempo que me tratabas con más cariño…de hecho esperabas a que viniera -


Alecto lo miró aburrida - Hubo un tiempo que pensé que eras más hombre y mejor padre -


Ares apretó sus puños tratando de no perder los estribos. Alecto era una víbora cuando quería pero seguía siendo la madre de sus hijos y una de las mejores mujeres que había tenido en la cama - No vine a pelear Alecto, vengo a pedirte que Deimos y Phobos me ayuden en una guerra -


La furia negó con la cabeza - No vas a meter a mis hijos en los estúpidos juegos de tu padre con los humanos…estamos por encima de los dioses del Olimpo, nosotras - señaló el trono - y nuestros hijos.


Ares perdió completamente la cabeza y se adelantó quedando nariz con nariz con Alecto, más o menos, más baja que él siempre supo hacerle frente - Son mis hijos y te sugiero que los llames….AHORA -


- Y yo te sugiero que no le grites a nuestra madre, Ares - la voz de Deimos sonó dura detrás del dios de la guerra.



Sus padres giraron sus miradas para ver a Deimos y Phobos vestidos de cuero, enojados y armados hasta los dientes.


Ares sintió una pizca de orgullo aunque sintiera enojo también - Soy tu padre Deimos -


Deimos hizo una mueca seguida por un bufido de Phobos - ¿De verdad? Que curioso que lo recuerdes justo ahora que nos necesitas -


Phobos sacó una daga y se puso a jugar con ella - Y después de amenazar a nuestra madre - miró a su hermano- ¿recuerdas la vez que tuvimos que amenazarlo para que dejara en paz a nuestra hermanita? -


Deimos asintió y se volteo a ver al dios pálido. Hubo un tiempo que este pervertido había echo eco de su lujuria con sus hermanas, cosa que no les gusto ni a ellos ni a sus otros hermanos.


Ares sintió un golpe en su estómago y cayó arrodillado.

- ¡Tú! ¡Maldito bastardo! - Alecto miró furiosa a sus hijos - ¿por qué no nos dijeron que este era el malnacido que atemorizó a nuestras hijas? - como toda furia comenzó a cambiar a medida que se elevaba sus sentimientos.


Pero sus hijos ni siquiera se crisparon ante esta vista, habían visto a su madre furiosa más de una vez y nunca la había pagado con ellos - Porque nos hicimos cargo como buenos hermanos mayores de ellas…aunque nuestros hermanitos ayudaron, nos sentimos orgullosos de poder defender a las mujeres de esta casa. Eso te incluye madre y no, no estoy sugiriendo que no puedes hacerlo solo que es nuestro honor como hijos -


Alecto no podía creer lo que escuchaba, sus hijos…los hijos del repugnante que ahora se enderezaba luchando por recobrar el aire eran dioses orgullosos, fuertes y buenos a su modo.

Con una sonrisa miró a Ares y los señalo - ¿ves? Eso es lo que debiste hacer tú…enfrentarte a tu padre y plantarle cara defendiendo a tu madre o a la diosa que decías amar. Gracias al gran poder que los críe bien - miró a sus hijos orgullosa.


Phobos estaba a punto de saltar sobre Ares, siempre había querido matar al bastardo, pero Deimos siempre lo refrenaba…por algo era el líder, tenia la paciencia que él no.


Mirar a su madre mirarlos como jodidos héroes lo hizo sentirse incómodo, Deimos también se removía en el lugar. No eran héroes pero sabían perfectamente cuál era su lugar como hombres y dioses, cosa que este remedo de dios no tenia ni la más mínima idea.


Ares miró a los gemelos con algo de odio y envidia, bajó las escaleras y se detuvo delante de ellos. Eran tan altos como él

- Si alguna vez dejan de estar bajo las faldas de las furias….vengan a pelear a mi lado - Sin que se notara olió un poco más. Deimos tenia un olor característico, algo distinto en él. Guardó su sonrisa, si no lo hacía por la manera fácil lo haría por la difícil…y Phobos, haría lo que sea por su hermano.


Alecto sintió a sus hermanas antes de verlas.


Enojada por ese comentario descargó un latigazo de poder sobre Ares seguido por el de sus hermanas. Ares se dio vuelta furioso y miró a las tres. Tragándose su réplica, se dio vuelta y salió de allí pensando, refunfuñando.


Deimos y Phobos observaron salir a Ares y miraron a su madre y tías calmando sus temperamentos, era mejor dejarlas solas. Con una inclinación de cabeza salieron de la sala común y antes de que sus hermanos los vieran , Deimos desapareció de vista.


Estaba furioso, su padre era un grandísimo idiota-besa culo de Zeus y ¿se atrevía a amenazar a su madre? Grandísimo estúpido.


- Yo que tu vigilaría a tu cazadora hermano - Phobos lo sorprendió en medio del balcón que daba al jardín.


- ¿Por qué lo dices? - Deimos lo miró con cautela


- Vi como Ares se acercaba más a ti, te olió…percibió algo hermano y si eres tan estratégico como lo es él, es fácil darse cuenta que algo te pasa -


Deimos se quedo en blanco, tenía razón…Ares se había acercado muchísimo a él.


Sin disimulo aspiró y sintió el perfume de Janice sobre él !maldita sea! Él no había querido sacarse su perfume del cuerpo porque se sentía malditamente posesivo y ahora Ares sabia como olía.


Preocupado se despidió de su hermano y destelló en el casa de la cazadora justo a tiempo para ver como ella entraba por la puerta.


Janice llego a su casa luego de una noche aburrida. No esperaba que las horas siguientes se pusieran entretenidas hasta que sintió los labios de Deimos sobre los suyos, su espalda en contra la pared y sus manos encima de su cabeza. El cuerpo masculino la cubría deliciosamente y la estaba volviendo loca. Pero algo era distinto


- ¿Deimos? - susurró cuando él libero su boca para bajar por su cuello…algo no iba bien…estaba demasiado tenso, temblaba. Lucho por zafarse y él la liberó con un gruñido.


Deimos estaba furioso, aliviado, lujurioso y no sabia que más. Él que se jactaba de no perder nunca los estribos no podía controlarse con esta mujer. Maldiciendo, se alejó de ella antes de hacerle daño y pegó su cabeza a la pared respirando profundo.


Sintió sus manos femeninas en su espalda como una caricia. No preguntó, no exigió, solo se quedó allí acariciando su espalda despacio, se sentía como un bastardo. Dándose vuelta la miró y la atrajo a sus brazos

- no puedo hablar ahora solo quiero pasar mí tiempo contigo Janice…solo…necesito esto - besó su cuello - necesito perderme en la lujuria un par de horas -


Janice lo miró y asintió. Entendía el sentimiento de querer dejarte llevar , así que solo lo aceptó. La lujuria funcionaba bien para ellos y no iba a presionarlo…después hablarían, pero por el momento lo tomó de la mano y lo condujo a su habitación donde pasarían un par de horas dentro de un mundo hecho solo por ellos

Continuará

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